Este lunes el Ministerio de Sanidad publicó un informe en el que situaba la esperanza de vida en España en 80,3 años para los hombres y 85,8 en las mujeres. Se trata de unas cifras más elevadas que el año anterior, y especialmente en comparación con la bajada de hasta un año y medio que se experimentó durante la pandemia. Sin embargo, lo cierto es que la gráfica comparativa respecto a años anteriores muestra que el progreso en este ámbito que supusieron una serie de avances científicos se podría estar alcanzando un tope.
Sobre esta ralentización en el aumento, un estudio muy relevante ha sido publicado en la revista Nature Aging sobre una investigación realizada por investigadores de la Universidad de Illinois-Chicago, donde incluso se comenta una disminución de la longevidad en los países más desarrollados. Al respecto, el principal autor del estudio, S. Jay Olshansky, ha definido sus conclusiones en una sola frase: “Tenemos que reconocer que hay un límite”.
Datos de los países más longevos
Este investigador y su equipo identificaron todas las estimaciones de esperanza de vida comprendidas entre los años 1990 y 2019, con datos extraídos del Instituto Max Planck de Investigación Demográfica. Así, recolectaron cifras de varios países del mundo, y concretamente en aquellos donde la gente vive más tiempo: Australia, Francia, Jong Kong, Corea del Sur, Suiza, Italia, Japón y España, además de Estados Unidos, pese a que este no entraría en el top mundial.
Cabe destacar que Olshansky y su equipo descartaron todas las muertes producidas antes de los 50 años para eliminar casos que pueden contaminar la muestra. El ejemplo más claro de cómo puede producirse esto es el país norteamericano, donde las drogas, los tiroteos, las desigualdades económicas o la obesidad pueden distorsionar el resultado final de la investigación.
Se frena la esperanza de vida, pero aumentan los centenarios
Pese a que las mujeres siguen viviendo más que los hombres, y ello demuestra un posible margen de mejora en los varones y por lo tanto un aumento de la media, en los últimos años el progreso se ha producido de una manera muy lenta. En 1990, por ejemplo, el promedio de aumento de la esperanza de vida era de dos años y medio en cada década, mientras que en 2010, la cifra se redujo a un año y medio.
“Estamos extrayendo cada vez menos longevidad de las tecnologías que prolongan la vida”, argumenta Olshansky. “Y la razón es que el envejecimiento se interpone en el camino”. Ya no se trata, por tanto, de que haya un gran número de enfermedades que reduzcan los años que vivimos, sino del deterioro natural del propio cuerpo humano. “Nuestro resultado contradice la creencia generalizada de que la dotación natural de longevidad de nuestra especie se encuentra en algún lugar del horizonte, por delante de nosotros, con una esperanza de vida superior a la actual”.
De igual modo, en el artículo reconocen que lo más probable es que se acabe produciendo un aumento del número de centenarios durante las próximas décadas, pero ello estará más relacionado con el crecimiento demográfico que con los avances médicos en sí. “El porcentaje seguirá siendo limitado: probablemente menos del 15% de las mujeres y el 5% de los hombres lleguen a ese punto en la mayoría de los países”, concluye el autor, que tampoco se cierra a un margen de mejora centrado, precisamente, en reducir las muertes que excluye en el estudio. ”Eliminar las disparidades y animar a la gente a adoptar estilos de vida más saludables, todo lo cual puede permitir a las personas vivir más tiempo y con más salud”.