Con cerca de 170.000 pacientes tratados y curados desde 2015, España lidera a nivel mundial la lucha contra la hepatitis C y, sin embargo, esto aún no es suficiente. Tanto hepatólogos como pacientes presionan para seguir avanzando en su eliminación. Pese a que hace una década que llegaron los antivirales que curan esta enfermedad, todavía en el país se producen cuatro muertes diarias por causas relacionadas con esta patología, que tal y como advierte el Doctor Javier García-Samaniego, hepatólogo que coordina la Alianza para la Eliminación de las Hepatitis Víricas en España (AEHVE), son “evitables”.
La causa por la que el número de fallecimientos es tan elevado, es el diagnóstico tardío de la infección, que se produce en un tercio de los casos y que provoca que el daño que hay ya en el hígado no sea reversible. En el año 2018, el Ministerio de Sanidad situaba la prevalencia en población general en un 0,22%, una cifra que el AEVHE estima que estará hoy por debajo del 0,1%. Los casos que aún están por diagnosticar, tratar o curar son los de aquellas personas que contrajeron la infección hace dos décadas y que desconocen que la tienen o que no se trataron en su momento.
Qué es la hepatitis C
La hepatitis C, tal y como explica la Organización Mundial de la Salud (OMS), es una infección vírica que afecta al hígado y que puede manifestarse de forma aguda (a corto plazo) y crónica (a largo plazo) y que puede llegar a ser mortal. Se transmite a través del contacto con sangre infectada, ya sea al compartir agujas o jeringuillas o al realizar procedimientos médicos de lesa seguridad.
Las infecciones agudas por esta enfermedad suelen ser asintomáticas y la gran mayoría no conllevan riesgo mortal. Aproximadamente un 30% de las personas infectadas eliminan el virus espontáneamente en un plazo de seis meses y sin necesidad de tratamiento. En el 70% restante, se cronifica. Estos pacientes corren el riesgo de entre un 15% y un 30% de padecer cirrosis en un periodo de 20 años.
Síntomas
La mayoría de las personas no presentan síntomas en las primeras semanas tras la infección y los indicios de contagio podrían tardar en aparecer entre dos semanas y seis meses más tarde. Entre las señales destacan:
- Fiebre
- Mucho cansancio
- Pérdida del apetito
- Náuseas y vómitos
- Dolor abdominal
- Orina oscura
- Heces claras
- Dolor en las articulaciones
- Ictericia: color amarillenta de los ojos y la piel
Pruebas y diagnóstico
Uno de los problemas de esta enfermedad, es que las nuevas infecciones suelen ser asintomáticas y se diagnostican pocos casos cuando son recientes. Incluso, hay pacientes que son asintomáticos durante décadas, hasta que aparecen indicios secundarios al daño hepático grave. La infección por el VHC se diagnostica en dos etapas:
- La detección de anticuerpos contra el VHC mediante una prueba serológica.
- Si la prueba da positivo, es necesario otro examen para confirmar la infección crónica y la necesidad de tratamiento.
Una vez se determina que una persona está infectada, se debe evaluar la magnitud del daño hepático, que servirá para orientar las decisiones terapéuticas y clínicas.
Tratamiento
La finalidad del tratamiento contra la hepatitis C es curar la enfermedad y prevenir el daño hepático a largo plazo. Asimismo, a algunas personas con esta patología se les recomienda cambiar ciertos hábitos como no tomar bebidas alcohólicas y mantener un peso saludable. La OMS recomienda el tratamiento con antivíricos de acción directa (AAD) para todos los adultos, adolescentes y niños a partir de los 3 años de edad con infección crónica.