Años de investigación han terminado por descartar algo que se temía: las ondas de radiación de los teléfonos móviles no producen cáncer cerebral. Esta es la conclusión a la que han llegado los expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) tras una revisión sistemática sobre los posibles efectos sobre la salud de estos dispositivos electrónicos.
El estudio se acaba de publicar en la revista Environment International y aclara un debate científico que se inició a raíz de la preocupación de que las ondas de radio emitidas por los teléfonos provocaran cáncer de cerebro, al pasar tanto tiempo pegados a la cabeza.
En 2011, la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC) señaló las ondas de radio como un posible carcinógeno para los humanos, a raíz de lo cual se desató una nube de desinformación y malinterpretaciones de la clasificación. Los estudios de la IARC se basaban en evidencia limitada que habían obtenido a través de estudios observación en seres humanos, lo que se conoce como estudios epidemiológicos.
Esta nueva revisión se ha basado en un conjunto de datos más amplios y completos (hasta 5.000 estudios) que pueden descartar que no existe relación entre la exposición a las ondas de radio de los teléfonos móviles y el riesgo de cáncer cerebral o de cuello. La frecuencia del uso, ya sea por las llamadas o del tiempo que se pasaba dentro de las apps, tampoco influyó.
Mayor riesgo de tener problemas del corazón
La revisión de la OMS descarta que los teléfonos móviles estén asociados al cáncer, pero otras investigaciones recientes sí que han apuntado que el uso de estos dispositivos incrementa el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, especialmente en personas fumadoras y con diabetes. Así lo demuestra un reciente estudio de la Universidad Médica del Sur (China) publicado en la Canadian Journal of Cardiology.
Este fenómeno se explica, en parte, por la relación del uso constante de los teléfonos y la falta de sueño, el malestar psicológico y el neuroticismo o inestabilidad emocional. “El uso de teléfonos móviles es una exposición omnipresente en la sociedad moderna, por lo que explorar su impacto en la salud tiene un valor significativo para la salud pública. Los campos electromagnéticos de radiofrecuencia (RF-EMF) emitidos por los teléfonos móviles provocan una desregulación del eje hipotálamo-hipofisario-suprarrenal, respuestas inflamatorias y estrés oxidativo, y por lo tanto se espera que afecten a una variedad de órganos como el corazón y los vasos sanguíneos”, ha expresado el doctor Yanjun Zhang, de la División de Nefrología del Hospital Nanfang de la Southern Medical University de Guangzhou (China).
Sin embargo, los expertos apostillan que “sigue sin estar claro si el uso de teléfonos móviles está asociado con el riesgo de enfermedades cardiovasculares”. Por ello, son necesarias más investigaciones a largo plazo que estudien los verdaderos efectos de estos dispositivos en nuestra salud. “Se necesitan pruebas más concluyentes con mediciones válidas del uso del teléfono móvil antes de que esta asociación se convierta en una preocupación para el público en general”, concluye el doctor y coautor del estudio Nicholas Grubic, de la Universidad de Toronto (Canadá).