La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios ha lanzado un listado de recomendaciones sobre la protección ante garrapatas este verano. Una medida que ha sucedido a otra anterior del Ministerio de Sanidad, la cual consistió en incluir en junio a estos animales en su Plan nacional de Vigilancia y Control de Enfermedades transmitidas por Vectores.
Esta mayor atención a este particular artrópodo hematófago -que se alimenta de sangre- se debe al aumento de personas afectadas por enfermedades que su picadura transmite, en su mayoría de gravedad. “Las garrapatas pueden ser, por sí mismas, reservorios de diferentes agentes infecciosos (bacterias, virus, protozoos, etc.) o pueden adquirir el agente infeccioso al alimentarse sobre un animal infectado”, explican desde el Servicio de Pediatría del Hospital Universitario de Getafe en un artículo publicado en un artículo para la Sociedad Española de Infectología Pediátrica.
Además, el metabolismo de las garrapatas hace que estos parásitos se vuelvan mucho más activos en verano. El aumento de casos también viene motivado porque, con el mayor tiempo libre y el clima más cálido, los españoles hemos aumentado nuestras escapadas a entornos naturales en las que estos animales habitan. Eso, claro, por no hablar de cómo el cambio climático está haciendo que su periodo de reproducción sea cada vez más prolongado, aumentando también el número de ejemplares presentes en nuestro territorio.
Las enfermedades que pueden transmitir
La preocupación de las principales instituciones sanitarias ante este parásito viene motivada, principalmente, por una notable subida de casos de fiebre hemorrágica de Crimea-Congo (FHCC). Esta dolencia, sin un tratamiento específico, es contagiada habitualmente por la picadura de las garrapatas del género Hyalomma, abundantes sobre todo en el centro y suroeste peninsular. El agente causante de la enfermedad es el Orthonairovirus haemorrhagiae, comúnmente denominado virus de la FHCC.
Así, a pesar de que la infección resulta ser asintomática hasta en un 90% de los casos, la enfermedad ha conservado una tasa de letalidad de entre el 5% y el 45,5%. “En los casos con mala evolución, la muerte sobreviene generalmente durante la segunda semana de enfermedad a consecuencia de las hemorragias, fallo multiorgánico y shock”, explican desde el Ministerio.
Otra enfermedad grave que pueden transmitir las garrapatas, concretamente las de pata negra -más presentes en el norte de la Península-, es la borreliosis de Lyme o enfermedad de Lyme, que los parásitos adquieren cuando, aún inmaduros, beben sangre de roedores contaminados con la bacteria. Los casos de esta afección también han ascendido en España, aunque más moderadamente, de manera de constante. Aún así, cabe decir que entre 2005 y 2019, los casos de hospitalizaciones aumentaron un 191%.
El peligro de esta enfermedad es lo difícil que resulta diagnosticarla, dado que es conocida como “la gran imitadora”. “Sus síntomas se asimilan a los de otras enfermedades, desde la artritis hasta la depresión”, cuentan desde la asociación SOSLyme. “El retraso en el diagnóstico es fatal para quienes sufren esta patología. Si no se trata con antibióticos en su primera fase – Lyme precoz – la infección avanza por el organismo derivando en un Síndrome de Infección Multisistémica, como se llama ya al Lyme crónico”.
Lo cierto es que el abanico de enfermedades que puede transmitir la picadura de este insecto es muy amplio: rickettsiosis, anaplasmosis humana, neoehrlichiosis, babebiosis, TIBOLA/DEBONEL, etc. Por ello, se recomienda que, durante las actividades al aire libre se utilice ropa que cubra la piel y se utilicen repelentes, además de revisar el cuerpo una vez finalizada la actividad. En caso de detectar una picadura, es importante retirar la garrapata con pinzas de borde recto y buscar atención médica si se advierten síntomas anormales.