La fruta es una de las grandes protagonistas del verano, aún más en verano, ya que, su alto contenido en agua y su valor nutricional son un gran aliado para combatir el calor. Por ello, cuando acudimos al supermercado o a la frutería, compramos en grandes cantidades. Muchas veces comernos todo lo que hemos adquirido antes de que se ponga malo se convierte en prueba de una gymkana. Las altas temperaturas provocan que maduren todavía más rápido.
Aunque nuestras abuelas nos dijeran que no pasaba nada y que esa parte tenía mucho más sabor, da rabia ver cómo en cuestión de unos días, a los plátanos les ha salido esa parte negruna nada apetecible de comer.
Y es una pena porque los beneficios que le aportan a nuestro organismo son numerosos. Son un alimento ideal para comer antes de practicar deporte, estudiar o ir al trabajo, ya que, aporta energía y otros nutrientes imprescindibles para nuestro cuerpo. Asimismo, son una fuente de potasio, fibra y magnesio y contienen muy poca grasa y nada de colesterol. Sin embargo, eso se ha acabado ya, porque hay una forma sencilla de almacenar esta fruta para que esté fresca y amarilla durante más tiempo.
Una cuestión de almacenaje
Los plátanos tienden a estropearse rápidamente por dos razones: tienen una piel fina que se magulla con facilidad y su alto contenido en azúcar atrae a las bacterias, lo que acelera el proceso de maduración. No obstante, la principal causa por la que no se mantienen frescos es que, a menudo, no se conservan adecuadamente y sí, el frutero es uno de sus peores enemigos, es el lugar menos recomendable donde guardarlos en la cocina.
Producen una gran cantidad de gas etileno, una hormona vegetal natural que regula el crecimiento de este alimento y hace que se vuelva más dulce a medida que va madurando. Cuando frutas como los plátanos, las manzanas, los aguacates o las peras se almacenan juntas, en cierta manera, se retroalimentan y producen más cantidad de gas etileno. Eso provoca que todos los frutos de su alrededor maduren con mayor rapidez.
Un truco fácil y sencillo
Lo primero que se debe hacer es guardar los plátanos lejos del frutero. Una vez completado este paso, habrá que pasar al segundo que consiste en envolver los tallos con film transparente o papel de aluminio. Un truco que funciona mejor si se envuelve cada tallo por separado. De esta manera, la maduración se ralentizará.
Al tapar los tallos se dificulta la producción de gas etileno que es lo que acelera el proceso de maduración. Los plátanos producen este gas a partir de los rabillos, por lo que envolverlos no sólo hace que tarden en estropearse, sino que también evita la pérdida de humedad, lo que hará que duren mucho más tiempo frescos.
Otro punto importante a tener en cuenta para que no aparezcan los puntos y manchas negras, es comprar los plátanos en racimo y no sueltos. Tampoco habrá que separarlos una vez los metamos en la nevera.