La deshidratación es un estado en el que el cuerpo pierde más líquidos de los que ingiere, lo que provoca un desequilibrio en el nivel de agua y electrolitos necesarios para el funcionamiento adecuado de nuestros sistemas corporales. El agua es esencial para casi todas las funciones del cuerpo humano, ya que ayuda a regular la temperatura, lubricar las articulaciones, transportar nutrientes y eliminar desechos. Cuando no se consume la suficiente o se pierde en exceso debido a ciertas condiciones, se produce la deshidratación, que puede tener consecuencias graves si no se trata adecuadamente.
Existen varias causas que pueden llevar a la deshidratación, y es fundamental conocerlas para poder prevenir este estado. Algunas de las principales causas incluyen una ingesta insuficiente de líquidos, pues no beber suficiente agua durante el día, ya sea por descuido, falta de acceso o debido a alguna enfermedad que disminuya la sensación de sed, puede llevar a la deshidratación.
La sudoración excesiva es otra causa principal. Durante el ejercicio intenso, en climas cálidos o húmedos, o en condiciones de fiebre (cuanto mayor sea esta, más pérdida de líquidos habrá), el cuerpo pierde una cantidad significativa de agua a través del sudor. Si estos líquidos no se reponen, puede ocurrir deshidratación.
Algunas enfermedades gastrointestinales que causan vómitos y diarrea pueden provocar una rápida pérdida de líquidos y electrolitos, aumentando el riesgo de deshidratación. Otras condiciones como la diabetes no controlada, el uso de ciertos medicamentos diuréticos o la ingesta excesiva de alcohol pueden aumentar la producción de orina, lo que conduce a una pérdida significativa de líquidos.
Además, las quemaduras especialmente las graves pueden causar la pérdida de fluidos a través de la piel dañada, lo que contribuye a la deshidratación.
Señales de que nuestro cuerpo está deshidratado
Reconocer los signos de deshidratación es crucial para poder actuar a tiempo y evitar complicaciones. Los síntomas de deshidratación pueden variar en función de la gravedad, pero el Servicio Nacional de Salud de Reino Unido recoge algunos de los más comunes en adultos y niños:
- Sed intensa: la sensación de sed es el primer indicio de que el cuerpo necesita más agua.
- Orina de color amarillo oscuro y con olor fuerte: esto indica que el cuerpo está reteniendo líquidos para conservar agua.
- Orinar con menos frecuencia de lo habitual: una disminución en la cantidad de orina es un signo claro de deshidratación.
- Mareos o aturdimiento: sentirse mareado o con vértigo puede ocurrir cuando el volumen de sangre disminuye debido a la falta de líquidos.
- Fatiga: la deshidratación provoca cansancio, ya que el cuerpo no tiene suficiente agua para mantener sus funciones básicas.
- Boca, labios y lengua secos: la falta de agua afecta la producción de saliva, causando sequedad en la boca y labios.
- Ojos hundidos: este es un signo físico de deshidratación severa.
En los bebés, los signos de deshidratación pueden incluir un punto blando hundido en la cabeza (fontanela), ojos hundidos, ausencia de lágrimas al llorar, menos pañales mojados y somnolencia o irritabilidad.
Cómo evitar la deshidratación
Prevenir la deshidratación es posible si se toman medidas adecuadas para mantener un equilibrio saludable de líquidos en el cuerpo. La forma más sencilla de prevenir la deshidratación es asegurarse de beber suficiente agua a lo largo del día. La cantidad exacta puede variar según la edad, el peso, el nivel de actividad y el clima, pero en general, se recomienda beber al menos 8 vasos de agua al día.
Durante el ejercicio, en climas cálidos o si se tiene fiebre, es importante aumentar la cantidad de líquidos que se consumen para compensar la pérdida a través del sudor. Las frutas y verduras como la sandía, los pepinos y las naranjas tienen un alto contenido de agua y pueden ayudar a mantener el cuerpo hidratado.
También es aconsejable evitar bebidas que deshidratan, como el alcohol, las bebidas con cafeína y las bebidas azucaradas, que pueden aumentar la producción de orina y, por lo tanto, la pérdida de líquidos. Es mejor limitarlas, especialmente en situaciones en las que el riesgo de deshidratación es alto.