Una doctora explica los parásitos que pueden aparecer en los ojos si nos bañamos con lentillas

La anestesióloga Elena Casado alerta del riesgo de ceguera que provoca la queratitis por Acanthamoeba, un protozoo que vive en el agua

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Una mujer colocándose una lentilla (Shutterstock)
Una mujer colocándose una lentilla (Shutterstock)

Llevar las gafas puestas en la piscina o en la playa puede resultar bastante incómodo, por lo que son muchas las personas que optan por bañarse con las lentillas puestas. Sin embargo, aunque resolutiva, esta práctica puede conllevar algunos riesgos para nuestros ojos similares a quitarnos y ponernos las lentes de contacto sin lavarnos las manos o a no cambiar el líquido con frecuencia.

Elena Casado, @medicilio en sus redes sociales, es doctora especialista en Anestesiología y Terapia del Dolor y, a través de un vídeo en su cuenta de TikTok, alerta del peligro de meterse en el agua con las lentillas puestas: “Puedes contraer un parásito ocular y quedarte ciego”. La doctora Casado hace referencia a la queratitis por Acanthamoeba. La Acanthamoeba es un protozoo que se encuentra frecuentemente en el suelo, en la tierra y en el agua, tanto en la del mar, la del grifo como en la de la piscina. “Si encima se encuentra en su forma quística, puede aguantar ambientes extremos”, explica.

Según la anestesióloga y otras fuentes expertas como el Centro de Oftalmología Barraquer, “los síntomas iniciales son ojo rojo, disminución de la visión, intolerancia a la luz, lagrimeo y, sobre todo, dolor”. Si no se trata a tiempo, el parásito profundiza cada vez más en el interior del ojo lesionando la córnea, hasta tal punto que “podemos llegar a tener neuritis o inflamación de los nervios corneales, y esto provoca un intenso dolor ocular”.

Los síntomas de la queratitis por Acanthamoeba son muy similares a los de la queratitis por el virus herpes simple, pero es muy importante que no se confundan porque el tratamiento es completamente distinto.

Factores de riesgo de parásitos en los ojos

La doctora Casado explica que las lentillas blandas son un factor de riesgo para este parásito, pues “el 90% de los pacientes con este tipo de enfermedad es por lentes de contacto”. Además, los mayores factores de riesgo para contraer la Acatanthamoeba son los siguientes:

  • No lavarse bien las manos antes de usar las lentillas.
  • Bañarse en el agua con ellas.
  • Dejar varios días las lentes del contacto en el estuche sin cambiar el líquido.

Tratamiento de la queratitis por Acanthamoeba

Como ocurre con todas la enfermedades, iniciar el tratamiento lo antes posible mejora el pronóstico. Sin embargo, el tratamiento tópico para la queratitis por Acanthamoeba, que incluye varios tipos de colirios y pomadas, puede tener efectos adversos en el ojo, según el Centro de Oftalmología Barraquer. Por ello, es fundamental descartar otras causas y confirmar el diagnóstico con la mayor precisión antes de comenzar el tratamiento.

Por desgracia, identificar la Acanthamoeba en la córnea de forma rápida sigue siendo complicado. Se pueden realizar cultivos especiales o utilizar una técnica de biología molecular llamada reacción en cadena de la polimerasa (PCR) para detectarla, pero estas pruebas están disponibles solo en centros especializados y son costosas.

Otra opción es identificar los quistes del protozoo mediante tomografía corneal, aunque la ausencia de imágenes de quistes no garantiza que no estén presentes y, en ocasiones, estas imágenes pueden confundirse con células inflamatorias. En muchos casos, el diagnóstico debe basarse en la clínica, ya que no siempre es posible confirmar o descartar objetivamente la enfermedad.

En España, uno de los colirios antiacantamoébicos no está disponible y debe importarse con autorización del Ministerio de Sanidad, mientras que el otro no se comercializa y debe ser preparado específicamente en centros con los recursos necesarios. Además, se recomienda utilizar colirios adyuvantes que alivien el dolor ocular. Dado que el protozoo en su estado quístico es altamente resistente, el tratamiento debe extenderse por un período de al menos 4 a 6 meses.

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