Este es el fármaco que recomiendan los médicos para tratar la migraña de forma temprana

Los tratamientos específicos son una forma más eficiente de evitar la cronificación de la dolencia

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Imagen de archivo de una mujer sufriendo dolor de cabeza (NickyLloyd)
Imagen de archivo de una mujer sufriendo dolor de cabeza (NickyLloyd)

La migraña es un dolor de cabeza que, en la mayoría de las ocasiones, aparece como dolor pulsante en uno de los lados de nuestra cabeza. Puede venir acompañada de otros síntomas, como las náuseas, vómitos o una mayor sensibilidad para los sonidos fuertes o la luz intensa.

Actualmente, hay cinco millones de personas en España a los que la migraña les afecta, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), del cual un millón y medio la sufren de forma crónica, es decir, 15 o más veces al mes. Estas cifras son muy relevantes, dado que la migraña puede presentarse con gran intensidad e interferir seriamente en el día a día de quienes la padecen.

En los últimos años se han aprobado una serie de fármacos específicos para combatir la migraña, centrados la mayoría de ellos en bloquear la proteína CGRP, relacionada con el dolor de cabeza que caracteriza a la patología. Sin embargo, siguen siendo abundantes los casos en los que los medicamentos que se prescriben son inespecíficos: betabloqueantes, antiepilépticos o antidepresivos, entre otros, dado que sirven de forma colateral para reducir los síntomas.

Erenumab, los datos avalan lo específico

A pesar de estas diferencias, la ciencia parece haber demostrado que los tratamientos concretos contra la migraña son más efectivos para combatirla y, sobre todo, para evitar que esta se agrave. Así concluye un doble estudio realizado por el grupo de Cefalea y Dolor Neurológico del Vall d’Hebron Instituto de Investigación (VHIR), publicados recientemente en las revistas JAMA Neurology, Journal of Neurology y Neurosurgery and Psychiatry.

Un doble estudio que perseguía, en consecuencia, un doble objetivo: en primer lugar conocer si un tratamiento específico -en España llegó el primero en febrero de 2024- es más beneficioso que uno inespecífico, y entender qué puede hacer que un mismo tratamiento sirva para algunas personas, mientras que para otras no tenga tanto efecto.

Para responder a la primera duda, realizaron un ensayo clínico con 621 pacientes divididos en dos grupos. Uno recibió erenumab, un bloqueante de la proteína CGRP, y el otro medicaciones inespecíficas. Los resultados fueron claros, ya que se demostró que en los pacientes con erenumab era 13 veces más probable que tuvieran una mejora clínica relevante al cabo de un año. “Demuestra ser más eficaz y tolerable y también mejora significativamente la adherencia de los pacientes al tratamiento”, señala al respecto la doctora Patricia Pozo-Rosich, responsable del grupo investigador.

Equipo del grupo de Cefalea y Dolor Neurológico del VHIR que ha liderado los estudios (VHIR)
Equipo del grupo de Cefalea y Dolor Neurológico del VHIR que ha liderado los estudios (VHIR)

Un tratamiento cuanto antes

De cara a la segunda cuestión, se realizó un trabajo en el que se analizaron los casos de 6.000 personas de 7 países europeos diferentes, un estudio de vida real con pacientes que tomaban medicación específica para la migraña y antes habían tomado inespecífica. “Los resultados subrayan la importancia de iniciar el tratamiento precozmente para conseguir mejorar la evolución de la enfermedad, sin esperar a que otros fármacos inespecíficos resulten ineficaces”, destaca el doctor Edoardo Caronna, investigador principal del grupo.

También el tipo de migraña se descubrió como un factor relevante: sufrirlo solo por un lado o no sufrir depresión fueron, por ejemplo, rasgos que se asociaron con una mejor respuesta al tratamiento. El sexo, por otro lado, no demostró ser importante. “Si hacemos tratamientos tempranos, podemos disminuir la cronificación. Por lo tanto, sería recomendable prescribir tratamientos como primera línea para prevenir la migraña crónica y conseguir mejorar la calidad de los pacientes, disminuir la discapacidad y reducir los costes socioeconómicos asociados”, concluye la doctora Pozo-Rosich.

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