El calor del verano provoca inevitablemente que sudemos más que en cualquier otra época del año, pues es el mecanismo natural de nuestro cuerpo para regular la temperatura. Aunque se trata de un proceso muy común, existe una condición médica llamada hiperhidrosis que se caracteriza por una sudoración excesiva y anormal y que no está relacionada con realizar ejercicio físico o con las altas temperaturas.
Este trastorno puede afectar tanto a hombres como a mujeres y puede presentarse en cualquier etapa de la vida, aunque suele comenzar en la infancia o adolescencia, ya que es en la pubertad cuando las glándulas sudoríparas comienzan a estar activas. La Clínica Universidad de Navarra distingue entre dos tipos principales de hiperhidrosis: primaria y secundaria.
La hiperhidrosis primaria no tiene una causa médica subyacente evidente y se cree que está relacionada con una hiperactividad del sistema nervioso simpático. Además, puede ser hereditaria. Suele afectar áreas específicas como las palmas de las manos, las plantas de los pies, las axilas y la cara. Por su parte, la hiperhidrosis secundaria está asociada al uso de ciertos medicamentos o a ciertas condiciones médicas, como algunos trastornos endocrinos (como el hipertiroidismo), infecciones y enfermedades metabólicas. Puede afectar a todo el cuerpo y suele comenzar en la edad adulta.
El diagnóstico de esta sudoración excesiva se realiza principalmente a través de una historia clínica detallada y un examen físico. Se pueden utilizar pruebas adicionales para determinar la severidad de la sudoración y descartar otras condiciones subyacentes, como la prueba de almidón-yodo, en la que se aplica una solución de yodo en el área afectada, seguida de almidón. La combinación reacciona con el sudor, produciendo un color oscuro que indica la presencia de sudor.
Cómo se trata la hiperhidrosis
La Clínica Universidad de Navarra ofrece una variedad de tratamientos para la hiperhidrosis, que van desde opciones no invasivas hasta intervenciones quirúrgicas. El tratamiento adecuado depende de la severidad de la condición y de la respuesta del paciente a los tratamientos iniciales. Algunos tratamientos tópicos incluyen antitranspirantes, que contienen cloruro de aluminio que bloquean temporalmente las glándulas sudoríparas, y cremas y lociones que reducen la sudoración.
Los profesionales de la salud también pueden recetar algunos tratamientos orales, como los anticolinérgicos. Estos medicamentos ayudan a reducir la sudoración al bloquear la estimulación de las glándulas sudoríparas. Sin embargo, pueden tener efectos secundarios como sequedad bucal, visión borrosa y estreñimiento.
Otros tratamientos más novedosos incluyen la inyección de toxina botulínica (bótox), pues actúa bloqueando las señales nerviosas que activan las glándulas sudoríparas. La sudoración es controlada por el sistema nervioso autónomo, la parte del sistema nervioso que no está bajo su control. Los efectos de esta inyección suelen durar entre seis y doce meses.
Algunos consejos para reducir la sudoración
Además de los tratamientos médicos, existen algunas medidas que podemos llevar a cabo para combatir el exceso de sudor en verano. Algunas de ellas incluyen cambios en nuestro estilo de vida.
- Usar ropa adecuada: llevar ropa de algodón y otros materiales que permiten la transpiración puede ayudar a reducir la acumulación de sudor.
- Mantener una correcta higiene: una buena higiene personal es esencial para controlar el olor corporal asociado a la sudoración excesiva.
- Dietas y hábitos: evitar alimentos y bebidas que pueden aumentar la sudoración, como el alcohol, el azúcar y las comidas picantes.