El vértigo es uno de los trastornos del equilibro más comunes. Según la Sociedad Española de la Medicina Interna, es algo que afecta al 80% de la población española en algún momento de sus vidas. Durante estos episodios, explica el Ministerio de Sanidad, la persona siente la falsa ilusión de que se mueve él o el medio a su alrededor. Puede ir acompañado de grados variables de nauseas, vómitos, sudoración, palidez y diarrea, pero nunca se llega a perder la consciencia.
La forma más frecuente entre los adultos es el vértigo posicional, que aparece en respuesta a los cambios de posición de la cabeza que estimulan el canal semicircular posterior del oído interno. Las causas de estas afecciones son variadas, pero hay una que coincide en los pacientes sin importar que sean niños, adultos o ancianos: las migrañas. Sin embargo, también puede responder a problemas en el oído, como la enfermedad de Ménière.
Los tratamientos con fármacos para el vértigo
Dependiendo del paciente y de las causas detrás de su vértigo, existen varios tratamientos que se pueden ofrecer a aquellos que sufren esta afección en España. Desde Sanidad, vienen agrupados en vasorreguladores, neurotróficos, psicotropos, diuréticos, sedantes vestibulares y corticoides e inmnuodepresores. Estos son algunos de los más comunes:
- Betahistina: destacado entre los vasorreguladores, este análogo sintético de la histamina actúa principalmente en el oído interno. Se sabe que produce vasodilatación en las arteriolas, capilares y vénulas del estría vascular y ligamento espiral, lo que mejora el flujo sanguíneo en el vestíbulo. Adicionalmente, en el núcleo vestibular, reduce la excitabilidad neuronal en una forma dosis-dependiente, lo que contribuye a su efecto antivertiginoso y a disminuir la duración del nistagmo. Sin embargo, los expertos desaconsejan su uso en conjunto con antihistamínicos debido a su farmacodinámica, según estudios clínicos.
- Trimetazidina: se utiliza principalmente como vasodilatador periférico con propiedades antiisquémicas, demostradas en pacientes con cardiopatía isquémica. Este medicamento contribuye a mejorar síntomas vestibulares y tiene un efecto citoprotector debido a su intervención en la producción de sustratos energéticos. En estudios clínicos, se ha observado que la trimetazidina reduce la frecuencia y duración del vértigo, además de aliviar los síntomas de la enfermedad de Ménière. No obstante, la Agencia Europea de Medicamentos (EMEA) y la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) han impuesto restricciones de uso debido a sus efectos adversos.
- Sulpirida: este fármaco parece tener un papel en la regulación de funciones periféricas durante las fases agudas del vértigo, aunque su mecanismo de acción no está completamente claro. El uso prolongado de sulpirida puede causar efectos secundarios neurológicos y endocrinológicos significativos, lo que limita su aplicación a tratamientos preventivos o de mantenimiento. En determinadas escuelas se considera la inutilidad de cualquier tipo de tratamiento para la crisis aguda de vértigo de origen endolaberíntico, por lo que se recurre a la sedación del paciente mediante diazepam o haloperidol hasta que cede la crisis.
- Tietilperazina: se trata de un sedante vestibular que actúa sobre el receptor periférico y los centros reguladores de de la integración vestibular a nivel central. Está indicado en fases agudas y su empleo mantenido en el tiempo puede provocar extrapiramidales y un cierto grado de ataxia pasajera si se suspende la medicación. Además, se ha notificado un retraso en la compensación vestibular en casos de patologías destructivas del laberinto, como fracturas, contusiones y neuronitis.