Hasta qué edad se pueden inyectar hormonas de crecimiento

Las inyecciones de estas hormonas dependerán de la respuesta del niño al tratamiento, la velocidad del crecimiento y la evaluación de la maduración esquelética

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Alumnos entrando a clase. (Álex Zea / Europa Press)
Alumnos entrando a clase. (Álex Zea / Europa Press)

Las hormonas de crecimiento, específicamente la hormona de crecimiento humano (HGH), son proteínas producidas por la glándula pituitaria que juegan un papel crucial en el desarrollo y crecimiento corporal, pues estimulan el crecimiento de huesos y tejidos. La HGH también influye en el metabolismo, ayudando a regular la composición corporal, la grasa, los músculos y los niveles de azúcar en la sangre.

En medicina, la HGH sintética se utiliza para tratar a niños con deficiencia de esta hormona o con ciertas condiciones médicas, como síndromes genéticos, que afectan el crecimiento, promoviendo una estatura y desarrollo adecuados. Sin embargo, la administración de HGH tiene directrices claras sobre cuándo debe iniciarse y hasta qué edad debe continuarse.

La Asociación Española de Pediatría (AEP) explica que el tratamiento con HGH se inicia cuando se determina que el crecimiento del niño está comprometido debido a una deficiencia de hormona de crecimiento o a otras condiciones médicas. La efectividad del tratamiento se monitorea rigurosamente a través de la velocidad de crecimiento del niño, que es evaluada periódicamente por su pediatra.

Según las recomendaciones médicas actuales, si durante el primer año de tratamiento la velocidad de crecimiento es menor a +1 cm/año, se considera que el tratamiento con HGH no está siendo efectivo y debería interrumpirse. Esto sugiere que el niño no está respondiendo adecuadamente al tratamiento y es poco probable que se beneficie significativamente de continuar con las inyecciones de estas hormonas.

Un ritmo de crecimiento insuficiente

Además, se establece que el tratamiento con HGH debe ser interrumpido si la velocidad de crecimiento del niño cae por debajo de 2 cm/año. Esta cifra indica un ritmo de crecimiento insuficiente, lo cual podría indicar el cierre gradual de las placas de crecimiento óseo, conocidas como epífisis. El cierre de las epífisis es un proceso natural que ocurre conforme el niño alcanza la madurez esquelética.

Para confirmar si las epífisis han cerrado y así determinar si el tratamiento con HGH debe finalizar, se realiza una evaluación adicional mediante radiografías para determinar la edad ósea del niño. La edad ósea es una medida de la maduración esquelética de una persona, que se utiliza para evaluar el desarrollo de los huesos en relación con su edad cronológica. A diferencia de la edad cronológica, que se basa en el tiempo transcurrido desde el nacimiento, la edad ósea se determina a través de radiografías, comúnmente de la mano y la muñeca izquierdas.

Según las directrices, si la edad ósea es mayor de 14 años en niñas o 16 años en niños, se considera que las epífisis han cerrado o están a punto de cerrarse. En este punto, el tratamiento con HGH ya no sería efectivo para incrementar la estatura, ya que las epífisis cerradas no permiten un aumento adicional en la longitud de los huesos largos.

Episodio: Los huesos y el calcio.

Por lo tanto, la decisión de hasta qué edad pueden administrarse las inyecciones de HGH depende de varios factores críticos, incluyendo la respuesta del niño al tratamiento, la velocidad de crecimiento observada y la evaluación de la maduración esquelética a través de radiografías de edad ósea. Estas directrices son fundamentales para asegurar que el tratamiento sea seguro y efectivo, maximizando los beneficios potenciales para los niños que lo necesitan, mientras se evitan riesgos innecesarios asociados con el uso prolongado de HGH una vez que las epífisis han cerrado.

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