Cristina Paradelo, dermatóloga: “Todo bronceado implica que ya se ha producido un daño en nuestra piel”

La doctora desmonta para ‘Infobae España’ los mitos más extendidos en torno a las protecciones solares que cuidan nuestra piel

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La exposición frecuente y prolongada a los rayos ultravioleta es perjudicial para la piel. (Europa Press)
La exposición frecuente y prolongada a los rayos ultravioleta es perjudicial para la piel. (Europa Press)

Con la llegada del verano, la preocupación por nuestra piel recobra fuerza, a pesar de que esta debería mantenerse durante todo el año. Las altas temperaturas y los rayos de sol pueden dañar el ADN de nuestra piel si no la protegemos como es debido. Hacerlo es fácil: prevenir la exposición solar en las horas centrales del día (momentos en el que la radiación ultravioleta es más agresiva) y protegernos con las cremas solares adecuadas.

Lo cierto es que el enorme mercado existente en torno a las protecciones solares a veces puede confundirnos. Ello, sumado a los mitos que giran en torno a la piel y el sol, puede alejarnos del verdadero cuidado de nuestra salud. La doctora Cristina Paradelo García es especialista en Dermatología Médico-quirúrgica y en Tricología en el Instituto Dermatológico Integral de Barcelona y miembro de Top Doctors. En una entrevista con Infobae España, la dermatóloga resuelve todas las dudas sobre las cremas solares y su verdadera función.

Pregunta: ¿En qué debemos fijarnos para saber si una crema solar es adecuada?

Respuesta: Para elegir una crema solar nos debemos fijar, sobre todo, en que tenga un factor de protección solar adecuado, que debería ser de 30 o superior. Además, debería ser de amplio espectro de protección, es decir, no solo de los ultravioletas B, sino también de la radiación UVA y a ser posible de la luz azul. En función del uso que le vayamos a dar, o de las características de la piel de la zona en la que la tengamos que aplicar, nos deberíamos fijar en la textura del producto, ya que no es lo mismo aplicarlos sobre una piel atópica en el tronco, sobre una zona pilosa en el brazo o en la piel facial de alguien con acné. En aquellos casos en los que vamos a hacer deporte al aire libre, en un contexto de mucho calor o en pacientes con mucha sudoración, es interesante que la crema sea resistente a la sudoración o al agua.

P: ¿Qué significan los factores de protección? ¿Es cierto que un nivel de protección 50 nos protege del sol 50 minutos?

R: Es un mito. El factor de protección de los envases indica la protección que ese producto ofrece frente ultravioletas B. Es decir, indica el número de veces que el producto aumenta en la capacidad para estar expuesta la piel al sol del mediodía antes de aparecer el enrojecimiento y se mide utilizando un sistema llamado “método Colipa”. Además, no indica protección frente a otros tipos de radiación, como puede ser UVA, luz azul... Hay que entender que para calcular ese índice en el laboratorio se aplican unas cantidades de crema (2 gramos de producto/ cm2) muy superiores a las que se aplican de forma habitual.

P: ¿Deben los niños utilizar cremas de protección especiales, diferentes a los adultos?

R: No. Lo ideal es que utilicemos medidas físicas en los bebés, como camisetas o gorros, y exclusivamente filtros minerales en menores de dos años. A partir de esa edad se pueden utilizar cremas infantiles en las que ya se incorporan algún tipo de filtros no minerales.

Una madre aplica protección solar a su hijo (Shutterstock)
Una madre aplica protección solar a su hijo (Shutterstock)

P: ¿Es cierto que si nos ponemos crema y nos metemos en la playa o en la piscina esta se diluye?

R: No solo se diluye, sino que muchas veces desaparece. La mayoría de las cremas no son resistentes al agua, ni a la fricción, ni a la sudoración. Por ello, al estar en la playa o en la piscina, debemos reaplicarlos a menudo o combinarlos con la utilización de camisetas con filtro solar. Aunque algunas cremas vienen marcadas con las referencias “waterproof/water resistant”, la mayoría tan solo han demostrado ser resistentes a salpicaduras. Por tanto, no debemos confiar en que perduren en la piel en condiciones normales en las que nos secamos, nos estiramos en la toalla, sudamos, nos bañamos... Es recomendable aplicar la crema antes de llegar a la piscina o la playa y reaplicarla tras cada baño.

P: ¿Cuáles son los mitos más extendidos sobre las cremas solares?

R: Los mitos más frecuentes están relacionados con la creencia de que si me aplico filtro solar voy a estar blanco como un vampiro y no me voy a broncear. No existe ningún filtro que bloquee la totalidad de la luz y, por tanto, lo que vamos a evitar o minimizar al usarlos es la quemadura y el daño.

P: ¿Cómo funcionan los aceites solares para broncearnos?

R: La mayoría tiene un efecto humectante, lo cual facilita la penetración de la radiación en la piel, por lo que también facilitan el daño. Hay que entender que el bronceado es la respuesta de las células de nuestra piel cuando han recibido un daño. Tras el daño, producen melanina para que esta proteja un poco el ADN de nuestras células, actuando como un parasol. Pero todo bronceado implica que ya se ha producido cierto daño. Los dermatólogos desaconsejamos el uso de este tipo de aceite solares porque además dan una sensación de falsa seguridad al paciente.

P: ¿Cómo podemos saber si un aceite es seguro para nuestra piel? ¿Qué riesgos pueden implicar para la salud?

R: En general, los productos cosméticos fabricados y comercializados en la Unión Europea son seguros, ya que tenemos una de las normativas más estrictas al respecto. Aunque no sean tóxicos de por sí, pueden inducir a pensar que nos protegen del sol, cuando no es así, excepto en aquellos formatos en los que estemos comprando un filtro solar en formato aceite, lo cual debe estar específicamente indicado en el envase. Es importante transmitir que el filtro solar no se debe utilizar para aumentar el tiempo en que nos exponemos al sol, porque a mayor exposición o mayor bronceado, mayor daño.

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