El hospital público madrileño Virgen de la Poveda, ubicado en el municipio de Villa del Prado, vive en estos momentos un delicado proceso de transición. El gerente, Fernando Jou, acaba de mandar una carta a los trabajadores anunciando que se retira. “Me toca dedicarme a otras tareas, entre las cuales la más importante va a ser dedicar a la familia el tiempo que no les he dado, descansar y valorar a los que tengo cerca”, reza la misiva que ha escrito. Los tres directores que dependían de él tampoco están. El director médico (el máximo responsable a nivel facultativo), José Luis Morillo, lleva varios meses de baja. El director de gestión, Enrique Martín, se marchó en el mes de abril; y la directora de enfermería, Ángeles Navasquillo, pidió el traslado a otro centro a principios de mayo. “Hoy en día no hay nadie al mando”, destacan los dos sindicatos mayoritarios del centro, SATSE y CSIT
El Virgen de la Poveda es un centro público de media estancia, que según destaca su memoria de 2022 (la última publicada) está orientado “a prestar una atención sanitaria de calidad, basada en los ejes de la innovación, el conocimiento y la humanización, e involucrando en un plan de mejora continua de la asistencia sanitaria a los profesionales y a los pacientes”. Destaca por tener dos unidades de gran prestigio, una de rehabilitación funcional, donde se recuperan enfermos que necesitan un largo proceso de hospitalización porque a lo mejor han sufrido un ictus o una amputación; y una unidad de cuidados paliativos, es decir, donde los pacientes gravemente enfermos pasan sus últimos días de vida. De hecho, la estancia media en este centro es de 54 días.
El problema es que “la asistencia sanitaria de calidad”, denuncian SATSE y CSIT, es difícil de cumplir si no hay dirección y la plantilla de enfermería (el núcleo asistencial del centro) merma cada día. Los datos son tozudos. El equipo de dirección está formado por cuatro personas. Hoy no hay nadie en su puesto. “En breve habrá una nueva gerencia que se encargará de contratar al resto de directores”, explican desde la consejería de Sanidad. El Área Médica, que debería contar con 24 facultativos, solo tiene 15 profesionales. Pero el problema están en el Área de Enfermería. Debería haber 76 en plantilla. Pero realmente solo hay 56. En abril se fueron ocho que pidieron el traslado a hospitales de Castilla y León y en septiembre se van otros 21 a centros de Castilla-La Mancha. “Nos quedamos en cuadro”, señala Tania Casasola, portavoz del sindicato de enfermería SATSE. El problema es que Virgen de la Poveda es un hospital de difícil cobertura.
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“Nadie quiere ir”
De difícil cobertura es que nadie quiere ir. “Está a 65 kilómetros de la capital, así que o vives aquí o en algún municipio cercano o no es rentable. Además, no existe el turno rotatorio, el que trabaja de tarde trabaja siempre de tarde y el que trabaja de noche siempre de noche. Así es difícil conciliar. No hay plus de nocturnidad. No es un destino atractivo y se gana menos que en cualquier otro hospital de la red pública. Es decir, no hay incentivos laborales ni económicos. Así es difícil cubrir los puestos de enfermería”, señalan desde SATSE. “Los profesionales están intentando hacer lo imposible para que todo funcione y los pacientes del centro no noten el caos organizativo, pero siguen esperando que desde la Consejería cubran, primero, los puestos de responsabilidad, y después acometan medidas que atraigan realmente a los profesionales a trabajar en este centro. Medidas como implantar turnos rotatorios remunerados o un complemento de ruralidad que motive a los profesionales a solicitar trabajar en este hospital”, explica Susana García, de CSIT.
Desde Sanidad también explican que van a intentar solucionar lo antes posible el problema de las vacantes en el área de enfermería “para que cuente con los suficientes profesionales”. Desde los sindicatos son escépticos con las promesas. De momento, la falta de dirección y el déficit de personal médico y de enfermería han provocado que el hospital cierre la mitad de sus unidades y, con ello, deje solamente 106 camas operativas, de las 271 que tiene el centro hospitalario. En 2022 funcionaban 200 camas, ahora están en el centenar. “Este verano es el año que más camas se cierran, a pesar de que este tipo de camas de media y larga estancia son las más necesitadas en la Comunidad de Madrid”, se lamentan desde CSIT. Y es que los trabajadores no entienden que un hospital tan importante no pueda estar a pleno rendimiento y, mientras tanto, el Gobierno regional de Isabel Díaz Ayuso prometa otro hospital de media estancia en la sierra norte de Madrid, en el municipio de Lozoyuela.