Hallan un cráneo egipcio de 4.000 años de antigüedad con signos de haber recibido un tratamiento contra el cáncer

El descubrimiento muestra que los antiguos egipcios “realizaban algún tipo de intervención quirúrgica relacionada con la presencia de células cancerosas”

Guardar
El cráneo egipcio E270 (Tondini, Isidro, Camarós)
El cráneo egipcio E270 (Tondini, Isidro, Camarós)

El hallazgo de un cráneo de 4.000 años de antigüedad podría ser la prueba de que los egipcios intentaron curar el cáncer, tal y como describen los dos investigares a cargo del estudio publicado en la revista Frontiers in Medicine. El cráneo muestra indicios de que los antiguos egipcios intentaron operar el crecimiento excesivo de tejido para la investigación de las muertes por tumores.

“Vemos que, aunque los antiguos egipcios eran capaces de lidiar con fracturas craneales complejas, el cáncer seguía siendo una frontera del conocimiento médico”, afirma Tatiana Tondini, investigadora de la Universidad de Tubinga (Alemania) y primera autora del estudio. “Este hallazgo es una prueba única de cómo la Medicina egipcia antigua habría intentado abordar o explorar el cáncer hace más de 4.000 años”, añade el autor principal de la investigación, el profesor Edgard Camarós, paleopatólogo de la Universidad de Santiago de Compostela (España). “Esta es una nueva perspectiva extraordinaria en nuestra comprensión de la historia de la medicina”.

Te puede interesar: Cuando lo técnicamente posible no es éticamente aceptable: “La clonación humana crearía ciudadanos de primera y de segunda”

“Queríamos aprender sobre el papel del cáncer en el pasado, qué tan prevalente era esta enfermedad en la antigüedad y cómo las sociedades antiguas interactuaban con esta patología”, explica Tondini. Para ello, los investigadores examinaron dos cráneos conservados en la Colección Duckworth de la Universidad de Cambridge (Reino Unido). El cráneo y la mandíbula 236, que datan de entre 2687 y 2345 a. C., pertenecían a un individuo masculino de entre 30 y 35 años; mientras que el cráneo E270, que data de entre 663 y 343 a. C., pertenecía a un individuo femenino mayor de 50 años.

En el cráneo 236, la observación microscópica mostró una lesión de gran tamaño compatible con una destrucción excesiva de tejido, condición conocida como neoplasia. Además, se dan unas 30 lesiones metastásicas pequeñas y redondas repartidas por todo el cráneo. Lo que sorprendió a los investigadores fue el descubrimiento de marcas de corte alrededor de estas lesiones, que probablemente fueron hechas con un objeto punzante, como un instrumento metálico. “Cuando observamos por primera vez las marcas de corte bajo el microscopio, no podíamos creer lo que teníamos delante”, se asombra Tondini.

“Parece que los antiguos egipcios realizaban algún tipo de intervención quirúrgica relacionada con la presencia de células cancerosas, lo que demuestra que la medicina del antiguo Egipto también realizaba tratamientos experimentales o exploraciones médicas en relación con el cáncer”, explica el coautor, el profesor Albert Isidro, oncólogo quirúrgico del del Hospital Universitario Sagrat Cor de Barcelona (España) especializado en Egiptología.

Episodio: Prevención del cáncer.

El cráneo E270 también muestra una gran lesión compatible con un tumor canceroso que provocó la destrucción ósea. Esto puede indicar que, aunque el estilo de vida actual, el envejecimiento de las personas y las sustancias cancerígenas en el medio ambiente aumentan el riesgo de cáncer, esta enfermedad también era una patología común en el pasado. En el cráneo E270, también hay dos lesiones curadas por lesiones traumáticas, en el que una de ellas parece haberse originado a partir de un evento violento a corta distancia utilizando un arma punzante. Estas lesiones curadas podrían significar que el individuo potencialmente recibió algún tipo de tratamiento y, como resultado, sobrevivió.

Te puede interesar: Pasar “la flor de la vida” con un cáncer: “No puedo con las ganas que tengo de comerme el mundo”

Los investigadores señalan que el estudio de restos óseos conlleva ciertos desafíos que dificultan las afirmaciones definitivas, especialmente porque los restos a menudo están incompletos y no se conoce una historia clínica. “En arqueología trabajamos con una porción fragmentada del pasado, lo que complica un abordaje certero”, señala Isidro.

“Este estudio contribuye a un cambio de perspectiva y sienta una base alentadora para futuras investigaciones en el campo de la paleoncología, pero serán necesarios más estudios para desentrañar cómo las sociedades antiguas abordaron el cáncer”, concluye Camarós.

* Información elaborada por Europa Press

Guardar