La epilepsia es un trastorno neurológico crónico caracterizado por convulsiones reiteradas y no provocadas. Estas convulsiones son episodios breves de movimiento involuntario que pueden involucrar una parte del cuerpo (convulsiones focales) o su totalidad (convulsiones generalizadas) y que, a veces, van acompañadas de pérdida de conciencia y control de la función corporal.
Cada 24 de mayo se conmemora en España el Día Nacional de la Epilepsia, una enfermedad que afecta a medio millón de personas en nuestro país. Según los datos que ofrece la Sociedad Española de Neurología (SEN), cada año se diagnostican 200.000 nuevos casos, principalmente en niños y mayores de 65 años. Siguiendo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), son 50 millones las personas que sufren de epilepsia en todo el mundo.
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Los síntomas de la epilepsia varían ampliamente dependiendo del tipo de convulsión y de la persona afectada y se pueden clasificar en dos categorías principales de acuerdo con la Clínica Mayo: focales y generalizadas. Las convulsiones focales simples no causan pérdida de conciencia, pero pueden alterar las emociones o cambiar la manera en que las cosas se ven, huelen, sienten, saben o suenan. También pueden resultar en sacudidas involuntarias de una parte del cuerpo. A su vez, las convulsiones focales complejas implican un cambio o pérdida de la conciencia. Las personas pueden mirar fijamente al espacio y no responder normalmente a su entorno, realizar movimientos repetitivos como parpadear, frotarse las manos, masticar, tragar o caminar en círculos.
Por su parte, las convulsiones generalizadas pueden ser de ausencia (causan un parpadeo repetitivo o movimientos menores), tónico-clónicas (el tipo más dramático de convulsión epiléptica y que causa una pérdida brusca de conciencia), atónicas (convulsiones de caída que provocan una pérdida del control muscular) y mioclónicas (sacudidas breves y repentinas).
En aproximadamente la mitad de las personas con epilepsia, no se puede identificar una causa específica. Sin embargo, en otros casos, la epilepsia puede estar relacionada con varios factores:
- Genética. Algunos tipos de epilepsia, que se clasifican según el tipo de convulsión que tienen o la parte del cerebro afectada, son hereditarios. Los investigadores han vinculado algunas formas de epilepsia a genes específicos, pero para la mayoría de las personas, los genes son solo una parte de la causa de la epilepsia.
- Traumatismo craneoencefálico. Los traumatismos graves en la cabeza pueden causar epilepsia.
- Enfermedades del cerebro. Las enfermedades cerebrales que causan daño cerebral, como los tumores cerebrales o los accidentes cerebrovasculares, pueden causar epilepsia.
- Enfermedades infecciosas. Las enfermedades infecciosas como la meningitis, el SIDA y la encefalitis viral pueden causar epilepsia.
- Lesiones prenatales. Antes del nacimiento, los bebés son sensibles a daños cerebrales que pueden ser causados por varios factores, como una infección en la madre, una mala nutrición o una falta de oxígeno. Este daño cerebral puede resultar en epilepsia o parálisis cerebral.
- Trastornos del desarrollo. La epilepsia puede estar asociada con trastornos del desarrollo, como el autismo y la neurofibromatosis.
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Cómo se trata la epilepsia
El tratamiento adecuado para la epilepsia suele ser individualizado, dependiendo del tipo de convulsiones, la frecuencia, la edad del paciente y otros factores de salud. Las opciones de tratamiento incluyen el uso de medicamentos anticonvulsivos, que son la primera línea de tratamiento. Aproximadamente el 70% de las personas con epilepsia pueden controlar sus convulsiones con medicamentos y llevar una vida de calidad.
Sin embargo, cuando los medicamentos no son efectivos, la cirugía puede ser una opción, que consiste en la extirpación de la parte del cerebro que causa las convulsiones. La estimulación del nervio vago a través del implante de un dispositivo bajo la piel es otro de los tratamientos a seguir, acompañado de una dieta cetogénica rica en grasas y baja en carbohidratos.