La agricultura es trabajo y tiempo. Son hectáreas, toneladas y litros. Son matemáticas. Y en el caso del aguacate en España, las cuentas no salen, y mucho menos si tenemos en cuenta la sequía que está atravesando el país. Las lluvias de los últimos meses han aliviado la situación, pero no resuelven el déficit hídrico.
En una década, la ocupación de la tierra para este cultivo tropical se ha duplicado. En 2012, las plantaciones en suelo español ocupaban 10.645 hectáreas, una cifra que ascendió hasta las 19.519 hectáreas en 2022, según el Anuario de Estadísticas del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Estas cifras preocupan a Ecologistas en Acción por la cantidad de recursos hídricos que requiere este producto que tan de moda se ha puesto en los últimos años.
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Los primeros “españoles” que llegaron a América lo bautizaron con el nombre de “pera de las Indias”, por su semejanza externa con las peras españolas, pero esta “pera de las Indias” no se popularizó en España hasta varios siglos más tarde. De hecho, hasta hace solo unos años era una fruta desconocida. En menos de dos décadas, su consumo se ha disparado por su sabor y sus valores nutricionales, que lo han convertido en un producto estrella, pero solo si dejamos de lado su impacto en el medioambiente.
La Axarquía, el germen de la producción en España
Andalucía es la región con la mayor producción de aguacates de toda España, con 14.649 hectáreas ocupadas. Fue allí donde se plantaron por primera vez estos árboles frutales. Los agricultores de la comarca de La Axarquía (Málaga) veían cómo la pasa moscatel -su habitual cultivo- perdía rentabilidad, por lo que decidieron diversificar. Muchos optaron por esta fruta tropical hace 40 años. Acertaron, aunque a medias, porque producir una fruta tropical en áreas que no tienen las características climáticas de donde provienen tiene consecuencias para la tierra, pero también para el bolsillo de los agricultores.
España es el principal productor de aguacate de Europa. Se cultiva sobre todo en la comarca malagueña de la Axarquía y en la llamada Costa Tropical de Granada. En los últimos años, las plantaciones han llegado también a Cádiz, Huelva y la Comunidad Valenciana, donde se han empezado a cambiar los cítricos por esta fruta, que resulta mucho más asequible, pues aguanta más tiempo en el árbol sin necesidad de ser recogida, porque su maduración se produce una vez que ha sido arrancada, señalan los ecologistas.
El pasado verano, la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) de Málaga calculaba que la producción de aguacate se había reducido un 60% en la zona respecto al año anterior debido a la falta de riego. En un comunicado, la UPA expresaba que son “cultivos sin presente ni futuro porque los agricultores están siendo obligados a abandonar las explotaciones debido a la falta de rentabilidad de lo que, hace unos años, se veía como alternativa real al olivar y complemento económico para la renta agraria de los municipios del interior de la provincia”. Ahora, en conversaciones con Infobae España, piden que la desalinizadora prometida llegue lo antes posible para poder seguir regando.
Actualmente, lo están haciendo con agua regeneradas, que tienen un alto contenido en sal y que perjudican al cultivo. Estos agricultores aseguran que no es un producto que necesite una gran cantidad de agua, aunque desde Ecologistas en Acción difieren, y recurren a las matemáticas.
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El grupo ecologista explica que el aguacate vegeta en climas tropicales, donde llueven unos 1.200 litros por metro cuadrado al año. ¿Qué pasa si lo trasladamos aquí, al clima mediterráneo? “Como no llueve lo suficiente, tenemos que aportar agua”, explica, y expone el ejemplo de Málaga, una de las provincias con mayor producción. “En Málaga llueven 500 litros por metro cuadrado y año, y necesita 1.200. Nos queda que tenemos que regar con 700 litros por metro cuadrado”, apunta el grupo ecologista, y matiza que “conforme aumenta el cambio climático, el mismo cultivo necesita más agua”, que hay que aportar porque no llega directa de la lluvia. Esa escasez es el principal problema. Según The Water Footprint Network, cada kilo de aguacate requiere unos 2.000 litros de agua, mientras que una manzana necesita 70 litros.
En una época de lluvias abundantes, la presencia de estos cultivos tropicales pasa desapercibida, pero cuando la sequía entra en juego, empiezan a aflorar los problemas. La reserva de agua en España se sitúa al 66,3% de media, pero hay muchos embalses donde la cifra no alcanza una cuarta parte de su capacidad. Entre ellos se encuentra el de La Viñuela, que tiene una capacidad de 170 hm³ y una superficie de 565 hectáreas. Es el embalse que abastece a la comarca de la Axarquía, y actualmente se encuentra en el 19,39% de su capacidad. El dato duplica el del año anterior para estas mismas fechas (9,70%), pero es la mitad del agua que almacenaba hace una década (42,36%), lo que muestra un estado de degradación desde los últimos años.
Desde Ecologistas en Acción señalan que el embalse ha ido perdiendo cada vez más agua y que no llega a recuperarse, y apuntan como una de las causas a la sobreproducción de cultivos de aguacate. Por eso, hacen un llamamiento para concienciar a los consumidores y a las autoridades sobre una plantación que se extiende cada vez más al calor de su consumo.