Alergia a los ácaros: síntomas en la piel y otras zonas del cuerpo, causas y tratamiento

El diagnóstico se lleva a cabo mediante un sencillo test cutáneo que no ocupa más de 20 minutos

Una mujer con alergia al polen (Shutterstock)

La alergia es un tipo especial de respuesta inmunológica o defensiva frente a sustancias que normalmente no inducen reacciones en la mayoría de las personas. El origen de una reacción alérgica no está en el agente que la produce, sino en el propio individuo. Cada persona puede ser alérgica a cosas diferentes, pero una de las más comunes es la alergia a los ácaros, pequeños que viven en el polvo doméstico y se alimentan fundamentalmente de escamas humanas.

Esta variedad de arácnido vive dentro de las casas y se acumulan fundamentalmente en alfombras, tapicerías, edredones, almohadas, colchones y, en general, en todos los materiales textiles, incluyendo juguetes de peluche y la ropa. Conforme explica la doctora Teresa Toscano de las Heras, especialista del Departamento de Alergología e Inmunología de Universidad de Navarra, en un artículo la propagación depende fundamentalmente de la humedad relativa y de la temperatura. Las condiciones óptimas se dan a temperaturas entre 20 y 30 grados y humedades relativas del 65 al 80% (por debajo de 50% de humedad, prácticamente no pueden vivir). Este tipo de clima es el habitual en nuestro entorno durante gran parte del año, salvo en los meses invernales.

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Síntomas de la alergia a los ácaros

Los síntomas de la alergia a los ácaros se presentan en distintos grados de frecuencia y gravedad. En primer lugar, es común que provoquen rinitis o rinoconjuntivitis, caracterizada por picor de nariz y ojos, secreción nasal acuosa, estornudos y congestión nasal.

En segundo lugar, puede desencadenar asma bronquial. Cabe destacar que un 80 % de los asmáticos lo son por causa alérgica. El asma puede iniciar con una tos seca, especialmente desencadenada por ejercicio, risa o humo de tabaco. Posteriormente, se manifiesta como dificultad para respirar, ruidos torácicos (pitidos o silbidos), y sensación de opresión en el pecho. En algunos casos, estos síntomas se presentan al realizar esfuerzos físicos como subir escaleras, obligando a detenerse debido a la falta de aire.

Los síntomas más habituales incluyen secreción nasal, estornudos, tos seca, dificultad para respirar, ruidos torácicos y opresión en el pecho.

Causas de la alergia

Las alergias se producen cuando el sistema inmunitario reacciona ante sustancias extrañas como el polen, la caspa de mascotas o los ácaros del polvo. El sistema inmunitario genera anticuerpos para proteger el cuerpo de posibles amenazas como enfermedades o infecciones. En el caso de las alergias, el sistema inmunitario reconoce de manera errónea un alérgeno específico como dañino. Al entrar en contacto con este alérgeno, se desencadena una respuesta inflamatoria en las fosas nasales o pulmones. La exposición prolongada o frecuente al alérgeno puede llevar a una inflamación crónica, asociada con el asma.

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Existen varios factores que aumentan el riesgo de desarrollar alergia a los ácaros del polvo, como son los antecedentes familiares, la alta exposición en la vida cotidiana y la edad, esta alergia es más común durante la infancia o en los primeros años de la adultez.

Cómo se trata la alergia a los ácaros

El diagnóstico de alergia se lleva a cabo mediante un sencillo test cutáneo. Se aplican gotas con una cantidad conocida del posible alérgeno sobre la piel del brazo y se atraviesan con una lanceta para perforar la piel. La reacción se evalúa tras 15 o 20 minutos. También es posible realizar análisis de sangre para cuantificar de manera más precisa la presencia de anticuerpos específicos contra el alérgeno.

La doctora Toscano, en un artículo publicado en la web de la universidad, explica que el tratamiento con medicación es muy eficaz para aliviar los síntomas. Los antihistamínicos están disponibles tanto en forma de colirios como de gotas nasales. Los corticoides tópicos, que se inhalan por boca o nariz, tienen mínimos efectos sistémicos en comparación con los corticoides orales. Además, existen otros fármacos disponibles.

Es fundamental saber que estos tratamientos solo mejoran y controlan los síntomas, pero no curan la alergia. El único tratamiento que puede inducir tolerancia al alérgeno es la inmunoterapia a través de las vacunas.

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