Al hablar del cuidado de la piel, podemos pensar que se trata solo de algo estético: cremas, tratamientos, rutinas para mejorar el brillo o prevenir el envejecimiento. Sin embargo, en ocasiones nos olvidamos de que la piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo y una barrera fundamental -y primera- para defendernos de las amenazas exógenas, como las bacterias, la contaminación, los virus o elementos alérgenos de cualquier índole.
Además, la piel evita que nos deshidratemos e incluso sintetiza algunas hormonas, puesto que tiene una función endocrina. Eso, por no hablar de que está vinculada a otros sistemas, como el nervioso y el inmunitario, por lo que todo lo que nos ocurra allí repercutirá en el resto de lugares, y viceversa.
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Cuidar nuestra piel en la ducha
Un hábito diario en el que cuidamos nuestra piel es el momento de ducharnos o bañarnos. No obstante, en esta rutina podemos, sin darnos cuenta, perjudicar también esta parte fundamental de nuestro cuerpo. En una entrevista para el pódcast B3tter (@b3tterpodcast) la dermatóloga Ana Molina (@dr.anamolina) ha destacado varios aspectos cruciales sobre el cuidado de la piel, enfocándose, por ejemplo, en cómo debemos ducharnos para evitar daños en nuestra dermis.
La experta ha comenzado señalando la importancia de la temperatura del agua en la ducha, la cual debe ser templada, alineándose con la temperatura natural de la piel, que ronda los 33 grados. Explicó que el uso de agua excesivamente caliente puede eliminar los lípidos naturales de la piel, comparando esta acción con el lavado de platos, donde sí es adecuado utilizar agua caliente.
Molina también ha abordado el tema de los geles de ducha, enfatizando la necesidad de que estos sean suaves y no alteren la barrera lipídica de la piel. Ha recomendado el uso de productos con un pH cercano a 5, el cual es similar al pH natural de la dermis. Además, ha sugerido limitar el enjabonado a áreas propensas a desarrollar olores, como la cara, axilas, genitales y pies, permitiendo que la espuma fluya naturalmente por el resto del cuerpo, en vez de aplicar jabón directamente en todas las áreas.
Las esponjas de ducha
Una vez concluido este tema, la especialista ha querido alertar sobre el uso de esponjas durante la ducha, argumentando que su efecto abrasivo puede eliminar los aceites naturales de la piel, lo que obligaría luego a compensar con productos hidratantes artificiales. Además, ha advertido sobre la capacidad de las esponjas para acumular bacterias y ha desmitificando la creencia popular de que una mayor cantidad de espuma equivale a una limpieza más eficaz. A propósito de esto último, Molina ha explicado que la espuma, compuesta principalmente por aire, no incide en la capacidad de limpieza del jabón, siendo este igualmente efectivo, produzca o no espuma.
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Con estas recomendaciones, Ana Molina busca fomentar prácticas de cuidado de la piel más informadas y saludables, alejándose de mitos y hábitos que puedan comprometer la integridad de nuestra barrera cutánea. Es por eso que en la entrevista también ha abordado otros temas como las cremas solares, las antiarrugas, los efectos de ponerse moreno o lo mucho que nos puede llegar a envejecer el consumo de azúcar.