Uno de cada cinco niños en Europa es víctima de abuso sexual. Este es el escalofriante dato que maneja la Comisión Europea y que alerta de una de las lacras sociales más devastadoras. A pesar de todos los programas de prevención existentes contra el abuso infantil, parece que los esfuerzos invertidos para concienciar tanto a niños como a adultos no son suficientes. Quizás porque la mayor parte de los abusos sexuales a menores se producen dentro del círculo cercano del niño (padres, abuelos, tíos...), por lo que resulta muy complicado detectar las señales de alerta de las agresiones.
Esta dura realidad es la que ha llevado a un equipo de investigadores europeos a hacerse la siguiente pregunta: ¿y si no estuviéramos abordando bien el problema? ¿Y si colocáramos el foco de la prevención en el potencial agresor en lugar de en el menor? Así, con un abordaje desde la raíz, ha nacido BRIDGE, un proyecto internacional con el objetivo de prevenir los abusos sexuales en menores a través de la terapia en personas con tendencias a la pedofilia y que pueden convertirse en potenciales agresores.
El estudio lo lidera el Dr. Christoffer Rahm, jefe del Centro de Investigación en Psiquiatría del Instituto Karolinska de Suecia, aunque también participan República Checa, Eslovaquia, Finlandia, Alemania y España. Sus investigadores tienen una misión crucial: captar a aquellas personas que descargan de la deep web material pornográfico infantil y hacerles ver que tienen un problema, para convencerles de que busquen tratamiento. Una tarea con un enfoque pionero que presenta numerosos desafíos, pero que puede ser clave para evitar cientos de abusos a niños. El proyecto BRIDGE está financiado por la Comisión Europea en el marco del Fondo de Seguridad Interior, en respuesta a la Convocatoria de propuestas sobre prevención del abuso sexual infantil, asistencia a las víctimas de abuso sexual infantil y herramientas para detectar el abuso sexual infantil online.
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Rafael Ballester es psicólogo clínico, catedrático de Psicología en la Universitat Jaume I de Castellón, director de Salusex y coordinador del equipo español del proyecto. “Lo que hacemos es ir a la deep web, al Internet oscuro, donde potenciales pederastas o personas pedófilas buscan material pornográfico infantil de todos los grados de violencia. Ahí insertamos links para que se les abran ventanas que les animan a contactar con nosotros en caso de que se sientan atraídos por menores”, explica en una entrevista para Infobae España.
Si la persona que está consumiendo el contenido pornográfico infantil contacta con este equipo de psicólogos, se abren dos vías de intervención, ambas gratuitas: el plan Redirection o la entrevista motivacional. En cuanto al primero, se trata de un programa autoaplicado de terapia cognitivo-conductual para ayudar a esas personas a disminuir o dejar de usar pornografía infantil. En caso de ser necesario, se ofrece el apoyo por chat de un profesional. “Estas personas realizan la terapia por su cuenta, a través de una serie de fases con sesiones que ellos mismos van autoadministrándose. Redirection rastrea el tipo de conductas que la persona ha tenido, tanto online como offline, y les hace ser conscientes de la gravedad del problema. Intenta que desarrollen empatía hacia las víctimas y les ofrece estrategias para controlar sus impulsos sexuales”, aclara el psicólogo.
La segunda vía es, quizás, la más novedosa en cuanto a la terapia psicológica de la pedofilia: la entrevista motivacional, un programa aplicado completamente online y anónimo que consta de cinco sesiones de entrevistas por chat que exploran y obtienen las propias razones de los participantes para el cambio, con el objetivo de facilitar la búsqueda de ayuda. Entre otras cosas, evalúa con mayor profundidad a qué nivel se da esa atracción sexual hacia los menores: si son fantasías o si se han materializado en comportamientos (o si hay intención de ello).
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Tras esto, se interviene a través de un chat en el que el doctor Ballester y sus compañeros pretenden, en definitiva, motivar para el cambio: “Nosotros estudiamos sus motivaciones y les hacemos ver el potencial de sufrimiento que pueden causar a la víctima. A partir de ahí, lo que queremos es movilizar su conciencia y su motivación, que ellos sean conscientes de que les sucede algo grave y que les puede predisponer a cometer delitos”.
Lo que los profesionales del Proyecto BRIDGE pretenden con la entrevista motivacional es “intentar que ellos tomen conciencia de que tienen un problema y después convencerles para que busquen tratamiento”. Antes del ofrecimiento de una serie de recursos a los que podrían acudir, este sería el primer paso para motivarles a que busquen ayuda, lo que supone una estrategia novedosa. “Es un proyecto complicado y valiente en el sentido de que no esperamos a que se produzca el abuso, sino que vamos a por los potenciales agresores e intentamos que no se llegue a producir esa primera agresión, evitando así el sufrimiento y el efecto devastador que produce un abuso sexual”, expone el doctor Ballester.
Por lo delicado de este asunto, el equipo de investigadores colabora con las autoridades policiales de cada país, para que sean partícipes del proyecto. Buena parte del éxito de esta terapia es la garantía de anonimato que proporciona, pues solo en España ya se ha logrado tratar a diez personas y más de 85 participantes se han registrado en el total de países que intervienen. “Puede parecer una cifra pequeña, pero tratar a 60 personas puede salvar a cientos de niños de sufrir abusos”. El reclutamiento para el proyecto BRIDGE está abierto a aquellos que estén preocupados por sus impulsos sexuales con respecto a menores, y sean mayores de 18 años. La participación es gratuita y confidencial.
“Hay personas sexualmente atraídas por niños que se sienten monstruos”
El mayor desafío de este programa de terapia de la pedofilia está precisamente en la dificultad de las personas que tienen esta parafilia de acudir a un profesional de la psicología. Es por ello que los psicólogos apuestan por el total anonimato: “Nosotros ni siquiera tenemos identificado el dispositivo desde el que ellos contactan con nosotros. No sabemos desde qué país nos escriben, ni podemos ni pretendemos rastrearlos tampoco”.
Lo más complicado es dar ese primer paso de buscar ayuda psicológica, pues se trata de un asunto “aparte de ilegal cuando ya se ha cometido el delito, muy estigmatizado”. Es importante distinguir a una persona pedófila de un pederasta, que es aquel que ya ha cometido el abuso. Lo cierto es que no existe un perfil específico de este tipo de persona -aunque suelen ser más hombres que mujeres-, pues los psicólogos se encuentran en ocasiones dos extremos: el que es consciente de su parafilia y “se siente un monstruo” y el que tiene niveles altos de psicopatía y no siente ningún remordimiento. Puesto que hay muchos más pedófilos que pederastas, “hay que entender que existen distintos perfiles”, y que “conocemos mejor el perfil de los que son agresores, pero no tanto de los que no han llegado a abusar”.
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“Hay personas que están sufriendo mucho y que se sienten unos monstruos. Sé que es difícil trasladar esta idea, pero nosotros hemos tenido casos de pedófilos que han venido voluntariamente a consulta porque tienen ese impulso con los niños que les hace sentirse fatal. Hay muchas personas que están pasándolo verdaderamente mal porque no quieren sentir eso, que luchan contra esos impulsos yendo a terapia y que merecen esa oportunidad”, cuenta el experto.
Por el contrario, existe otro perfil de pedófilo que no muestra empatía ni se plantea que lo que siente o hace suponga un problema. Rafael Ballester así lo explica: “Hay personas que quitan hierro al asunto, que lo racionalizan. Algunos dicen que no pasa nada mientras no se les haga daño a los niños, mientras no se resistan, o se excusan diciendo que ellos también disfrutan”. En estos casos, estaríamos hablando de personas con altos niveles de psicopatía, entendida esta como una frialdad emocional e insensibilidad al sufrimiento ajeno.
Una parafilia todavía muy desconocida para la psicología
En 2006, un tribunal de Países Bajos autorizó la creación de un partido defensor de la pederastia, el Partido del Amor Fraternal, la Libertad y la Diversidad (PNVD). Este polémico partido político pretendía rebajar la edad del consentimiento sexual a los 12 años, legalizar la pornografía infantil, así como la zoofilia. Pese a estar dentro del marco de la Constitución holandesa, la ciudadanía no brindó su apoyo al PNVD y el popularmente conocido como “partido de los pedófilos” no logró ingresar en el Parlamento. En 2010 anunció su disolución ante la falta de respaldo del pueblo neerlandés.
Lo que este partido pretendía era legitimar la pedofilia a través de su “naturalización”, pero lo cierto es que los psicólogos todavía saben muy poco respecto a sus causas. Ni siquiera tienen claro si es una parafilia que se desarrolla o con la que se nace. “Hay algunas teorías que hablan de factores como problemas orgánicos, cerebrales; otras argumentan que tiene que ver con el desarrollo psicosexual en la infancia, con una sexualización temprana, con haber sufrido traumas sexuales o haber sido expuestos a modelos de conductas indeseadas. A veces también se habla de personas que han tenido problemas de relación con los padres cuando eran muy pequeños o personas adultas que tienen dificultad para entablar relaciones sexuales adultas con otros adultos”.
Uno de los hándicaps de no conocer qué provoca que una persona se sienta atraída sexualmente por un niño es que se complica el abordaje para tratarlo. Antiguamente, se llevaban a cabo métodos como la castración psicológica con técnicas aversivas para que la persona no pudiera excitarse, pero no resultaba demasiado efectivo. El psicólogo clínico aclara que “como mucho, el pedófilo no tenía una erección hacia el estímulo, pero eso no significaba que no se sintiera atraído por los niños”. Actualmente, estas técnicas han cambiado y lo que se busca es cambiar el objetivo de atracción hacia unos estímulos más saludables y lícitos, es decir, personas adultas. Además, se ofrecen herramientas para desarrollar las habilidades necesarias para controlar los impulsos sexuales.
“El objetivo es que esa persona no concrete en un comportamiento ese impulso sexual, que sea consciente del problema de esa parafilia para que no llegue a hacer daño a ningún niño. Somos muy eficaces en controlar ese comportamiento, pero no en eliminar la atracción sexual”, manifiesta. “Hemos llegado a hablar con un pedófilo que era padre y le avisamos del trauma que le podría generar a su hija si alguna vez llegara a abusar de ella. Nos dijo: «Hay muchos traumas en la vida y hacerse mayor siempre es duro. Igual que uno supera otros traumas, mi hija superaría ese»”, relata el doctor Ballester. En palabras del psicólogo, “en realidad son personas que, tengan el grado de empatía que tengan, tenemos que intentar cambiarlas porque pueden llegar a ser un peligro para los niños de su entorno y causar mucho sufrimiento”.