Al ver competiciones deportivas, en directo o en la televisión, es muy frecuente que aparezcan las siguientes preguntas: ¿cómo puede una persona reaccionar tan rápido? ¿Cómo puede ver con tanta claridad el juego?¿Cómo ha podido darse cuenta de lo que ocurría a su alrededor? Al fin y al cabo, si bien estamos acostumbrados a presuponer un gran estado de forma en los profesionales del deporte, a veces infravaloramos otra capacidad imprescindible en todos estos individuos: la velocidad mental.
Este es el motivo por el que ha llamado tanto la atención un nuevo estudio, que ha pretendido explicar hasta qué punto es real esta diferencia de capacidades. Su conclusión es que, en efecto, hay personas que son capaces de procesar más imágenes que otras o, si no, con una mayor claridad que el resto. Hasta ahora, las investigaciones habían llegado a un relativo consenso en el que se calculaba que los seres humanos somos capaces de ver entre 30 y 60 fotogramas por segundo (FPS). Una vez recibidas estas fotografías, es nuestro cerebro el encargado de darles continuidad, de manera que todo nos parezca más fluido.
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De este modo, la novedosa aportación de un equipo de investigadores del Trinity College de Dublín, Irlanda, es que, en realidad, la velocidad a la que percibimos estas fotografías, y, por lo tanto, el número de estas que nuestros ojos pueden acumular en un segundo, varía muchísimo entre unos y otros. Esto lo han demostrado mediante un experimento en el que expusieron, a distintas horas y con días de descanso, a 88 personas de entre 18 y 35 años a una luz parpadeante. Luego, aumentaron y redujeron la velocidad del parpadeo para calcular en qué punto dejaban de apreciar estas interrupciones y empezaban a percibir que la luz estuviera siempre encendida, o todo lo contrario, que comenzaran a detectar cómo esta se activaba y se apagaba.
Esta puede ser la capacidad del ojo humano
Los resultados del experimento, publicados esta semana en la revista Plos One, mostraron cómo algunos de los sujetos llegaban a superar ese supuesto máximo de los 60 fotogramas por segundo. Sin embargo, la variación entre unos y otros era más sustancial de lo que esperaban. Respecto a esto último, Clinton Haarlem, uno de los investigadores, aseguró al medio británico The Guardian que “las personas que ven imágenes a tasas más altas básicamente tienen acceso a un poco más de información visual por período de tiempo que las personas en el extremo inferior del espectro”. Estas diferencias, continuó el científico, pueden apreciarse en situaciones de alta velocidad: “En los deportes o en situaciones en las que las escenas visuales cambian rápidamente, como en los juegos competitivos”.
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Con todo, la ciencia también ha señalado en numerosas ocasiones que es posible entrenar esta capacidad apreciativa en nuestros ojos. Eso sí, lo que Harleem y su equipo ha demostrado es que también existe un talento visual que puede acabar marcando las diferencias. “El rasgo parece ser bastante estable a lo largo del tiempo dentro de los individuos”, explicó el experto, que además señaló cómo en análisis posteriores vieron que se daban diferencias más grandes entre las mujeres -53 de las 88 personas que participaron- que en los hombres. A pesar de esto último, hay que recalcar que, entre ambos sexos, no fue detectada distinción de ningún tipo, por lo que no podría considerarse como un indicativo de capacidad, sino solo de variación.