Mujer y autista, un doble riesgo en violencia sexual: “Fuimos abusadas en la adolescencia, pero lo entendimos mucho después”

Las dificultades de comunicación y procesamiento de la información son la base de esta problemática

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Mujer y autista, un doble
Mujer y autista, un doble riesgo en violencia sexual: “Fuimos abusadas en la adolescencia, pero lo entendimos mucho después” (Foto: pixabay)

Las agresiones sexuales tienen rostro femenino. Casi el 90% de las víctimas de delitos de este tipo son mujeres, así lo revelan las últimas estadísticas del Ministerio del Interior (2023). En este contexto, cuando además de ser mujer, se tiene una condición añadida, esta situación se vuelve aún más hostil. Anna Almécija, jurista y criminóloga, explica como la suma de factores como el género, la etnia o la diversidad neurológica aumenta el riesgo de sufrir violencia y discriminación. Así, las mujeres y niñas autistas son doblemente vulnerables a ser víctimas de abusos sexuales.

Carmen Molina, presidenta del Comité para la Promoción y Apoyo de la Mujer Autista (CEPAMA), da prueba de esta realidad. “Nosotras trabajamos con grupos de más de 100 mujeres y prácticamente todas han sufrido algún tipo de abuso a lo largo de su vida, algunas de forma reiterada”, asegura a Infobae España. Los últimos estudios e investigaciones concluyen en que esta situación se debe a varios factores.

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“Distinguir contextos e intencionalidades es algo muy difícil”

La psicóloga María Merino, directora técnica en Fundación Miradas, señala que las mujeres autistas manifiestan una dificultad para atribuir pensamientos, emociones y sentimientos a los otros de una manera afinada. “Muchas veces tardan más tiempo en entender que una persona está siendo abusiva o en interpretar cuál puede ser su intención”, comenta. “Distinguir contextos e intencionalidades de las personas es algo muy difícil para las personas autistas”, añade.

Además, tanto ella como Carmen Molina, destacan la comprensión literal de los mensajes como un factor de riesgo añadido. “Si tú me dices que trabajas para mí, para ayudarme y para mi bien, yo me lo voy a creer. Y mientras no me digas lo contrario, me lo voy a seguir creyendo. Por tanto, en una sociedad donde lo que prima son las representaciones sociales, la mentira, los dobles sentidos y el cambio de opinión, ya somos personas vulnerables”, analiza la presidenta de CEPAMA.

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Del mismo modo, las mujeres autistas también tienen el deseo de agradar al resto y de integrarse en los grupos. Por ello, desde una edad muy temprana aprenden que si actúan de una forma similar a los demás, será más fácil encajar. “Tienen conductas de camuflaje, que son, por ejemplo, prepararse las conversaciones o copiar e imitar a otras chicas”, ejemplifica la psicóloga.

Las relaciones sexo-afectivas muchas veces forman parte de estos actos de imitación, es algo que se lleva a cabo con la intención de ser igual al resto, pero sin llegar a comprenderlo. “En la adolescencia descubren que puede ser más fácil relacionarse con chicos que con chicas. Pero les cuesta diferenciar si un chico les está diciendo algo de verdad o solamente porque quiere conseguir algo de ellas. Entonces de repente se ven en una situación en la que a lo mejor no quieren estar”, subraya María Merino.

“La mayoría de las jóvenes que fuimos abusadas en la adolescencia o en primera juventud no hemos tomado conciencia de eso hasta edades adultas muy avanzadas, y muchas lo hemos hecho en terapias de grupo”, confiesa Carmen Molina. Las mujeres autistas necesitan más tiempo para reaccionar y para entender lo que han vivido, ya que su cerebro procesa la información a un ritmo distinto. Pero no sólo eso, sino que en muchas ocasiones también son personas que viven aisladas, por lo que no tienen una red de apoyo que las proteja y las ayude a comprender lo ocurrido.

Chaclacayo, Lima y Pucusana son
Chaclacayo, Lima y Pucusana son los distritos con más casos de violencia sexual contra menores. - Crédito: Andina

Los problemas de comunicación complican el proceso de denuncia

En este sentido, el autismo condiciona su capacidad para comunicar y exponer la situación vivida. “Tienen dificultad para pedir ayuda, para poner nombre a lo que ha pasado e incluso para identificar y expresar sus emociones”, asegura la psicóloga. Al mismo tiempo, esto afecta a la hora de iniciar un proceso judicial. “Puede haber problemas de comunicación asociados con el tema ambiental. Las comisarías son lugares con mucho ruido, ante este caos, es posible que las víctimas quieran irse de ahí lo antes posible”, explica la jurista y criminóloga Anna Almécija, quien también señala algunas de las dificultades que se encuentran las mujeres autistas durante el proceso penal.

“Hay determinadas preguntas que las personas pueden recibir con hostilidad, esto, junto a los problemas de comunicación, hace que la víctima pueda percibir que se está poniendo en duda lo que está diciendo”, advierte. “Además, también hay sentencias en las que se fijan mucho en el estado anímico de la persona. En ocasiones, la forma que tienen las mujeres autistas de comunicar los hechos denota frialdad y se absuelve a los acusados por falta de pruebas”, agrega. Por tanto, Almécija, que reconoce el trabajo de sensibilización que se ha llevado a cabo tanto por parte de la justicia como de la policía, pide derribar los prejuicios y las falsas creencias para velar por el respeto a los derechos de las víctimas.

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