La edad media en España sigue creciendo cada año, lo que ha acabado situando al país en el puesto número 17 de la lista de países con la población más avejentada del mundo. Esta situación conlleva muchos retos a corto, medio y largo plazo, como las pensiones, la atención sanitaria o la situación de soledad no deseada en muchos mayores. Sin embargo, hay preguntas más elementales que también pueden surgir: ¿A qué edad empezamos oficialmente a ser viejos?
La Universidad de Stanford, una de las más prestigiosas en Estados Unidos, ha llevado a cabo un estudio en el que ha medido 2.925 proteínas del plasma -la parte líquida de la sangre- de 4.263 personas. El rango de edad de esta era muy variado, con individuos desde los 18 años hasta los 93.
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De este modo, descubrieron una serie de alteraciones respecto a la cantidad de dichas proteínas en nuestro interior con el paso de los años. “Las olas de cambios en el proteoma en las décadas cuarta, séptima y octava de la vida reflejaron vías biológicas distintas”, señala el estudio publicado en la revista Nature Medicine. Estos cambios, además, se han relacionado con distintas enfermedades asociadas con la edad, abriendo nuevas vías de investigación para el futuro.
Identificar el envejecimiento para frenarlo
La investigación ha comprobado que los niveles de proteínas en el cuerpo crecen en nuestro interior hasta los 34 años. A partir de este momento se entra en una etapa en la que dicha cantidad se mantiene constante hasta los 60 años. Alcanzada esa edad, empieza una leve disminución, hasta que finalmente se da un notorio descenso a partir de los 78.
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Es por ello que, según los datos del estudio, los seres humanos alcanzamos finalmente la vejez a partir de los 78 años. Uno de los autores del artículo, Tony Wyss-Coray, explicó cómo la reducción de masa muscular, las manchas cutáneas, la pérdida de sentidos como la vista o la audición, así como las arrugas o el insomnio, son algunos de los síntomas más frecuentes que podrían acompañar esta entrada en la vejez. No en vano, fueron también constantes en los participantes más mayores del estudio.
Wyss-Coray y su equipo se centran, concretamente, en la neurodegeneración relacionada con la edad y, en última instancia, con la enfermedad de Alzheimer. Así, su laboratorio forma parte del Centro Glenn para el Envejecimiento de la Universidad de Stanford, así como del Proyecto de Rejuvenecimiento Cerebral de la misma institución.
Diferentes envejecimientos
Sus investigaciones se han dirigido asimismo a investigar el deterioro de los órganos principales del cuerpo de manera separada, cuyo envejecimiento acelerado aumenta significativamente el riesgo de mortalidad. “Descubrimos que las personas con envejecimiento cardíaco acelerado tienen un riesgo 250% mayor de insuficiencia cardíaca”, señalan en un artículo publicado hace apenas unos meses.
Pero, además de esta degeneración desigual en distintas partes del cuerpo, también hay senescencias distintas en un plano más general. En las investigaciones que han arrojado estos resultados se especifica un envejecimiento biológico, que no es el mismo que el cronológico o, por supuesto, el psicológico.
Los efectos llegan, incluso, en lo social, donde la discriminación por edad supone una realidad por afrontar. Sin ir más lejos, la Organización Mundial de la Salud declaró hace poco que “una de cada dos personas en el mundo ha tenido comportamientos edadistas en la vida cotidiana, de manera consciente o inconsciente”.