Las náuseas matutinas son un síntoma que muchas mujeres experimentan durante el embarazo y que desaparecen tras el parto sin mayor complicación. Sin embargo, si esas náuseas se intensifican y se convierten en vómitos constantes, puede que lo que subyace sea la enfermedad de la hiperémesis gravídica (HG). Pero, ¿qué es lo que desencadena que algunas mujeres experimenten HG y otras no?
Un reciente estudio del Centro de Epidemiología Genética de la Universidad del Sur de California (Estados Unidos) y la Universidad de Cambridge (Reino Unido) publicado en la revista científica Nature se ha centrado en estudiar cómo la hormona GDF15 influye en el riesgo de que una mujer desarrolle hiperémesis gravídica. Esta hormona, producida por el feto en su mayoría, actúa sobre el tronco encefálico y es la responsable de las náuseas y los vómitos, así como de su forma más extrema: la hiperémesis gravídica.
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Como explica la investigación, debido a que la hormona GDF15 procede del bebé, la madre puede experimentar las náuseas de forma diferente, con más o menos frecuencia, intensidad... en cada embarazo. Los científicos observaron que aquellas mujeres que producían cantidades por debajo de la media de GDF15 antes del embarazo, tendían a desarrollar HG porque se mostraban hipersensibles al aumento de esta hormona una vez que se quedaban embarazadas.
La hiperémesis gravídica (HG) puede llevar a la deshidratación, pérdida de peso y desequilibrios electrolíticos. A diferencia de las náuseas matutinas comunes durante el embarazo, la HG es más intensa y persistente, pudiendo interferir significativamente con la calidad de vida de la mujer embarazada. Entre otros síntomas de la HG, las mujeres embarazadas pueden experimentar debilidad, fatiga extrema, mareos e incluso desmayos. Estos síntomas suelen ser más intensos durante el primer trimestre del embarazo y pueden persistir hasta el segundo trimestre o incluso durante toda la gestación.
Diagnóstico y tratamiento de la hiperémesis gravídica
El diagnóstico de la hiperémesis gravídica se basa en los síntomas presentados por la paciente, así como en pruebas para evaluar la deshidratación y los desequilibrios electrolíticos. Estas pruebas pueden incluir análisis de sangre para medir los niveles de electrolitos como el sodio y el potasio, así como pruebas de función renal para detectar posibles complicaciones derivadas de la deshidratación.
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El tratamiento de la hiperémesis gravídica se centra en aliviar los síntomas y prevenir complicaciones. Esto puede incluir medidas como la administración de líquidos intravenosos para corregir la deshidratación, medicamentos antieméticos para controlar las náuseas y los vómitos, así como suplementos nutricionales para garantizar un adecuado aporte de nutrientes durante el embarazo.
Si no se trata adecuadamente, la hiperémesis gravídica puede llevar a complicaciones graves como desnutrición, desequilibrios electrolíticos peligrosos, daño hepático e incluso parto prematuro. Por lo tanto, es fundamental que las mujeres embarazadas que experimenten síntomas severos busquen atención médica especializada para recibir un tratamiento adecuado y prevenir complicaciones graves.