Muchos pacientes acuden a las consultas de sus médicos tras haber pasado un virus, como un resfriado, una gripe o el COVID, porque aún sufren cierto síntoma: la tos. En ocasiones, la tos puede persistir hasta ocho semanas después de haber pasado una enfermedad, incluso cuando ya no se puede detectar el virus en el cuerpo de estas personas. Esta dolencia, que se ha puesto más de manifiesto tras la pandemia del coronavirus, aún está siendo investigada y debatida por la comunidad científica.
La neumología entiende la tos es un reflejo natural del cuerpo que ayuda a limpiar las vías respiratorias al expulsar aire de los pulmones de manera repentina y vigorosa. Como explica la Clínica Mayo, puede ser causada por diversas razones, como irritantes en el aire, infecciones respiratorias, alergias, reacciones a medicamentos, o incluso condiciones médicas subyacentes. Tampoco toda tos persistentes es del mismo tipo, pues puede ser seca o productiva (con flema).
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Sin embargo, ¿qué es lo que provoca ese reflejo, ese mecanismo de defensa? El responsable son los nervios que llegan hasta las vías respiratorias, ya que están repletos de proteínas que reaccionan a factores externos. Cuando un irritante, como puede ser el frío, activa estos receptores, estos nervios envían al cerebro una señal que se traduce en las ganas de toser. Es el propio cerebro el que ordena a las vías respiratorias que tosan o no, lo que explica que exista cierto grado de control y conciencia en algunos tipos de tos.
Lo cierto es que los científicos todavía tienen muchas preguntas en torno a la tos, en parte porque todavía tampoco se sabe qué es lo que detectan los nervios de las vías respiratorias durante una enfermedad que desencadene este síntoma. Aunque no se conoce a ciencia cierta, algunos estudios como el que han realizado en colaboración la Universidad de Texas y la Universidad de Melbourne sobre el efecto de los virus.
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Las infecciones víricas provocan una inflamación que potencia la sensibilidad de los nervios de las vías respiratorias, lo que causa en ellas una reacción exagerada. Por tanto, una hipótesis sugiere que la tos persistente se debe a que, terminada una enfermedad, los nervios han quedado hipersensibilizados. No obstante, todavía es necesaria más investigación al respecto, sobre todo enfocada en torno a cuáles son las sustancias químicas específicas que inflaman estos receptores.
Hace unos años, un grupo de científicos descubrió que la infección por un virus muy parecido al de la gripe provocaba que algunos de estos nervios hicieran copias de una de sus proteínas receptoras, la TRPV1. Según publicaron en la revista científica PLOS ONE, esta proteína reacciona a la capsaicina (que se encuentra en las guindillas y los chiles picantes) y otros estímulos. Todavía es necesario profundizar en esta arista de la investigación.