Estas son las 5 enfermedades hereditarias más comunes

Son afecciones que pueden influir significativamente en la calidad de vida de las personas y que, por lo general, no tienen cura

Estructura del ADN humano (Shutterstock)

Las enfermedades hereditarias representan un conjunto diverso de trastornos genéticos que se transmiten de generación en generación a través de los genes de los padres. Estas condiciones pueden tener un impacto significativo en la calidad de vida de quienes las padecen y a menudo requieren atención médica especializada y cuidados a largo plazo. Entre las enfermedades hereditarias más comunes se encuentran la fibrosis quística, la hemofilia, la hipercolesterolemia familiar, la enfermedad de Huntington y la distrofia muscular, cada una con sus propias características y desafíos únicos.

La fibrosis quística es una enfermedad genética hereditaria que afecta principalmente a los pulmones y al sistema digestivo. Se caracteriza por la producción de un moco espeso y pegajoso que obstruye las vías respiratorias y los conductos pancreáticos, lo que puede provocar problemas respiratorios crónicos, infecciones recurrentes y dificultades para digerir los alimentos. Además, la fibrosis quística puede causar complicaciones graves, como insuficiencia respiratoria y problemas nutricionales. Aunque no existe cura para la fibrosis quística, los avances en el tratamiento han mejorado significativamente la calidad de vida y la esperanza de vida de los pacientes.

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La hemofilia es otro trastorno genético hereditario que afecta la capacidad del cuerpo para formar coágulos sanguíneos. Las personas con hemofilia tienen deficiencia o ausencia de ciertos factores de coagulación en la sangre, lo que aumenta el riesgo de hemorragias prolongadas e internas, así como de hematomas espontáneos. La hemofilia se clasifica en dos tipos principales: hemofilia A, causada por la deficiencia de factor VIII, y hemofilia B, causada por la deficiencia de factor IX. Aunque no hay cura para la hemofilia, el tratamiento con infusiones de factores de coagulación puede ayudar a controlar los síntomas y prevenir complicaciones graves.

Tubos con pruebas de sangre en el contenedor de un laboratorio (Picture Alliance / DPA)

La hipercolesterolemia familiar es una enfermedad hereditaria que se caracteriza por niveles elevados de colesterol en la sangre desde una edad temprana. Esta condición aumenta significativamente el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, como ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares, a una edad más temprana que la población general. La hipercolesterolemia familiar es causada por mutaciones en los genes que regulan el metabolismo del colesterol, lo que resulta en una acumulación excesiva de colesterol LDL (“colesterol malo”) en el torrente sanguíneo. El tratamiento suele implicar cambios en el estilo de vida, como una dieta saludable y ejercicio regular, junto con medicamentos para reducir el colesterol.

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La enfermedad de Huntington es un trastorno neurológico hereditario que afecta el control del movimiento, el estado de ánimo y las funciones cognitivas. Esta enfermedad es causada por una mutación en el gen HTT, que produce una proteína anormal llamada huntingtina. A medida que la enfermedad progresa, los síntomas empeoran y pueden incluir movimientos involuntarios, problemas de coordinación, cambios de personalidad y pérdida de la función cognitiva. No existe cura para la enfermedad de Huntington, y el tratamiento se centra en controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida del paciente.

La distrofia muscular es un grupo de trastornos genéticos hereditarios que afectan los músculos y causan debilidad muscular progresiva. Estos trastornos están causados por mutaciones en los genes que son responsables de la estructura y función de los músculos. Los síntomas de la distrofia muscular pueden variar según el tipo y la gravedad del trastorno, pero suelen incluir debilidad muscular, dificultad para moverse y problemas respiratorios. Aunque no hay cura para la distrofia muscular, el tratamiento puede ayudar a controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida del paciente.

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