Que consumir cocaína perjudica gravemente la salud general no es ningún secreto. Pero ¿cómo afecta al cerebro? Un estudio de investigación colaborativa de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) ha revelado los efectos perjudiciales del consumo crónico de cocaína en las redes funcionales del cerebro. Los resultados indican que el consumo continuo de cocaína afecta la forma en que las redes neuronales críticas se comunican entre sí en el cerebro, incluyendo la red de modo predeterminado (DMN), la red de prominencia (SN) y la red cortical lateral (LCN).
A efectos prácticos, “la interrupción de la comunicación entre DMN y SN puede dificultar la concentración, el control de los impulsos o la motivación sin la droga”, explicó Li-Ming Hsu, PhD, profesor asistente de radiología y autor principal del estudio. “Estos cambios pueden afectar la forma en que respondemos a las situaciones cotidianas, lo que hace que la recuperación y la resistencia a los antojos sean más desafiantes”.
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El cerebro funciona como una perfecta maquinaria en la que cada engranaje tiene un papel crucial y específico. El DMN está activo durante los sueños y las reflexiones, el SN es crucial para la atención y el LCN desempeña un papel crucial en nuestra toma de decisiones y resolución de problemas.
La investigación fue motivada por observaciones de estudios de imágenes cerebrales funcionales humanas que sugieren que el consumo constante de cocaína altera la conectividad dentro y entre las principales redes cerebrales. Los investigadores necesitaban un modelo animal longitudinal para comprender la relación entre la conectividad cerebral y el desarrollo de la dependencia de la cocaína, así como los cambios durante la abstinencia.
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Utilizando un modelo de rata para imitar los patrones de adicción humanos, los investigadores permitieron que los modelos se autoadministraran cocaína con un toque en la nariz. Junto con técnicas avanzadas de neuroimagen, este enfoque conductual permitió una comprensión más profunda de la adaptación del cerebro al uso prolongado de drogas y resaltó cómo las sustancias adictivas pueden alterar el funcionamiento de las redes cerebrales críticas.
El equipo de investigación de Hsu utilizó resonancias magnéticas funcionales para explorar los cambios en la dinámica de la red cerebral en modelos que se autoadministraban cocaína. Durante un período de 10 días seguido de abstinencia, los investigadores observaron alteraciones significativas en la comunicación de la red, particularmente entre DMN y SN.
Estos cambios fueron más pronunciados con una mayor ingesta de cocaína durante los 10 días de autoadministración, lo que sugiere un objetivo potencial para reducir los antojos de cocaína y ayudar a quienes se están recuperando. Los cambios en la comunicación de estas redes también podrían servir como biomarcadores de imágenes útiles para la adicción a la cocaína.
El estudio también proporcionó nuevos conocimientos sobre la corteza insular anterior (AI) y la corteza retroesplenial (RSC). El primero es responsable del procesamiento emocional y social; mientras que este último controla la memoria episódica, la navegación y la imaginación de eventos futuros. Los investigadores observaron diferencias en la coactividad entre estas dos regiones antes y después de la ingesta de cocaína, lo que sugiere un circuito potencial para modular los cambios de comportamiento asociados con los trastornos por consumo de cocaína.