Isabel del Barrio es la voz de la experiencia. A punto de cumplir 61 años, lleva 34 ejerciendo como médica en pequeños pueblos de la comunidad de Madrid. “Esto es un sacerdocio”, explica. El grupo parlamentario socialista ha llevado esta semana a la Asamblea el debate sobre la situación actual de la sanidad rural, tras detectar carencias en muchas localidades desde la reorganización en octubre de 2022 por parte de la Comunidad de Madrid de las urgencias extrahospitalarias, esas que operan por las noches y los fines de semana, cuando los centros de salud ya están cerrados.
Una reorganización que, obviamente, ha afectado mucho más a los municipios con menos habitantes y, por tanto, con menos recursos. De los 179 núcleos urbanos que hay en la región, 78 tienen menos de 2.500 vecinos. “Todo tienen garantizada la atención sanitaria básica por un equipo de atención primaria”, explican desde el Ejecutivo autonómico que preside Isabel Díaz Ayuso. Pero con los datos en la mano, a día de hoy hay 29 consultorios locales (que antes se conocían como Servicios de Urgencias de Atención Primaria (SUAP) en las ciudades y Servicios de Atención Rural (SAR) en los pueblos) que no cuentan con médicos, solo con enfermeros.
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“Han deshumanizado la sanidad, han convertido la salud en un negocio. Sobre todo en los pueblos pequeños, donde el médico de familia es una figura primordial, que crea comunidad. Pero eso se ha perdido porque no hay recursos. Ni tiempo para tratar a los pacientes. Es consulta de batalla”, señala Isabel, que empezó su carrera en Rascafría, en plena sierra norte de Madrid. “Vivía con mis padres en Madrid y tenía que ir todos los días en coche. Allí era la única facultativa para Rascafría, Alameda del Valle, Oteruelo y Pinilla. Cuando las recetas se escribían a mano”. Eran finales de los años 80 y principios de los 90. “Yo veía a los pacientes en estos cuatro pueblos, llevaba su receta al farmacéutico y luego este repartía en su coche las medicinas. Qué tiempos, si había una urgencia tenía que parar la consulta”, rememora Isabel.
Anécdotas no le faltan. “Un día estaba cenando y me avisan de que un vecino mayor está muy mal. Tenía un aneurisma de aorta abdominal, muy grave. El hospital, Ramón y Cajal, está a 90 kilómetros. Hay que esperar a la ambulancia. Llegó con vida, pero falleció en quirófano”. La medicina rural es muy dura. Antes de estar destinada en Rascafría, hizo las prácticas en Pezuela de las Torres, otro pueblecito de Madrid. “Atendimos a un accidentado de tráfico. El hospital más cerca era el de Guadalajara. Tuvimos que llevarle en una ambulancia hasta la frontera con Castilla-La Mancha, y allí cambiarle a otra ambulancia dependiente de la otra Comunidad Autónoma. Así funcionaban entonces las cosas”.
Tras su periplo de tres años en Rascafría, Isabel llegó en 1991 a otro pueblo de Madrid, Cenicientos (hoy 2.097 vecinos). Allí haría gran parte de su carrera: 16 años, entre 1991 y 2017. “Al menos ya éramos cuatro médicos para tres pueblos, Cenicientos, Cadalso y Rozas de Puerto Real”. En 2007 trasladaron a Isabel a Villa del Prado (7.200 habitantes). “Mejoramos allí el ratio, cuatro médicos y un pediatra para todo el municipio”. Si creía que ya lo había vivido todo, en 2011 empezó a trabajar en Navas del Rey (3.200 habitantes), en un servicio de urgencias de atención rural, que abre cuando cierra el centro de salud.
Aquí entró en otra dimensión. Su jornada empieza a las 15 horas y acaba a las 8 de la mañana del día siguiente. Unas 17 horas por las que cobra un plus de 17 euros más otro de 300 por complemento de ruralidad. “He llegado a hacer 58 horas semanales”. Aquí al menos hay cinco médicos, cinco enfermeros y cinco celadores para cubrir ese horario de tarde y noche de lunes y a viernes y las 24 horas del fin de semana y atender a los vecinos de Navas, Chapinería, Colmenar de Arroyo, San Martín de Valdeiglesias, Pelayos de la Presa, Navalagamella y Aldea del Fresno”.
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Un ecógrafo y un desfibrilador
En cuanto a los medios materiales con los que cuenta, teniendo en cuenta que es un centro de urgencias, se resumen en un ecógrafo y un desfibrilador. “Nada de analíticas, ni radiografías y medicamentos muy restringidos. Los vecinos con una urgencia grave están vendidos. Y eso que al menos en mi centro hay médicos, pero hay 29 en toda la región que solo cuentan con personal de enfermería. El sistema tiene que ser capaz de dar respuestas, independientemente del color político, y ahora no se están dando”. Isabel recuerda que ha llegado a tener tres urgencias graves al mismo momento, “pidiendo un helicóptero para el traslado de un menor, atendiendo al mismo tiempo un accidente y otra persona con una hemorragia interna en otra sala”. Isabel asegura que se jubilará a los 65 y no se reenganchará. Es trabajar al límite. En Madrid, 12 médicos de los servicios de urgencia extrahospitalaria acaban de pedir el traslado.
Desde el PSOE critican que la calidad del servicio asistencial tenga que depender del código postal y de donde vivas. “Con la excusa de la pandemia, la Comunidad de Madrid ha desmantelado la atención primaria y los servicios de urgencia extrahospitalarios, sobre todo en los pueblos más pequeños”, señala el diputado socialista Daniel Rubio. “Reivindicamos equipos médicos completos en todos los centro. En Cadalso de los Vidrios hay un facultativo para 2.300 pacientes. Es solo un ejemplo”. Lo recomendable es un médico por cada 1.200 cartillas. Rubio señala que las urgencias hospitalarias han crecido un 42% porque los pacientes se ven obligados a acudir a un hospital porque “los medios en la atención primaria están desmantelados”.
Sanidad asegura que comprende la preocupación de la falta de recursos humanos en la sanidad rural, y que así se lo ha trasladado al ministerio, al que acusa de “falta de acción” en la cobertura de estas plazas. La Consejería de Sanidad señala que están intentando que los profesionales que trabajan en los pueblos pequeños no se vayan convenciéndoles con un complemento retributivo especial. El salario medio de un médico rural está en los 2.400 euros, que puede ser mayor en función de la antigüedad.