Hace unos días que Sergio Peris-Mencheta (Madrid, 1975) anunció a través de sus redes sociales que padecía un cáncer. “Me siento más vulnerable, aterrorizado y pequeñito que nunca”, confesaba, poco después de anunciar que debía someterse a un trasplante de médula. Los fans del actor español llenaron su perfil de mensajes de apoyo y cariño, a los que él agradeció y animó a la donación de médula.
Pero, ¿qué es exactamente un trasplante de médula? La medicina ha avanzado muy rápido en los últimos años respecto a este proceso médico, por lo que ahora es mucho menos invasivo que antes. Un trasplante de médula ósea es una intervención médica que se realiza para reemplazar la médula ósea enferma o dañada de una persona por células madre sanas, con el objetivo de regenerar la médula ósea del paciente y restaurar la función normal de producción de células sanguíneas.
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La médula ósea es un tejido esponjoso ubicado en el interior de los huesos, encargado de la producción de células sanguíneas, incluyendo los glóbulos rojos responsables del transporte de oxígeno, los glóbulos blancos que forman parte del sistema inmunitario, y las plaquetas que ayudan en la coagulación de la sangre. En condiciones patológicas donde la médula ósea no puede cumplir adecuadamente con esta función, un trasplante puede ser la única opción terapéutica con potencial curativo.
El proceso del trasplante de médula ósea comienza con la selección del tipo de trasplante, que puede ser autólogo o alogénico. En el trasplante autólogo, las células madre son extraídas del propio paciente antes de recibir un tratamiento intensivo como la quimioterapia o la radioterapia, cuyo objetivo es erradicar las células enfermas. Una vez concluido el tratamiento, las células madre se reinfunden al paciente. Por otro lado, en el trasplante alogénico, las células madre provienen de un donante compatible, lo cual introduce un mayor nivel de complejidad debido al riesgo de rechazo o enfermedad injerto contra hospedador.
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Antes de realizar el trasplante, el paciente debe someterse a un condicionamiento que incluye quimioterapia y/o radioterapia para eliminar las células enfermas y suprimir el sistema inmunitario. Este proceso prepara al organismo para recibir las nuevas células madre.
Tras el proceso de condicionamiento, se procede a la infusión de las células madre, similar a una transfusión sanguínea. Estas células migran hasta la médula ósea, donde se asientan y comienzan a generar nuevas células sanguíneas saludables, proceso conocido como injerto. La recuperación del trasplante implica un seguimiento médico exhaustivo para prevenir y tratar posibles complicaciones, como infecciones o el rechazo de las células trasplantadas.
El éxito del trasplante de médula ósea
El éxito del trasplante de médula ósea depende de múltiples factores, incluyendo la edad y condición física del paciente, el tipo y estadio de la enfermedad, así como la compatibilidad entre el donante y el receptor en caso de ser alogénico. Pese a los riesgos asociados, este procedimiento representa una esperanza de vida para muchos pacientes con enfermedades que antes se consideraban incurables.
La búsqueda de un donante compatible es crucial en los trasplantes alogénicos y puede ser un desafío, especialmente para pacientes con características genéticas menos comunes. Los registros nacionales e internacionales de donantes de médula ósea desempeñan un papel vital en la identificación de donantes potenciales.
Aunque el trasplante de médula ósea es un procedimiento con un alto riesgo de complicaciones, los avances en el campo de la hematología han mejorado significativamente las tasas de éxito y la calidad de vida de los pacientes trasplantados. La investigación continua y el desarrollo de nuevas técnicas de trasplante prometen seguir mejorando los resultados y expandir la aplicabilidad de este tratamiento vital para más enfermedades en el futuro.