Una analítica de sangre podría diagnosticar el Alzheimer con una precisión del 90%

El avance podría disminuir hasta en un 80% la cantidad de análisis necesarios para confirmar un diagnóstico de Alzheimer

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Resonancia magnética del cerebro (Shutterstock)
Resonancia magnética del cerebro (Shutterstock)

Una novedosa prueba de sangre que podría diagnosticar la enfermedad de Alzheimer con una precisión de entre el 90 y el 95% ha sido desarrollada por investigadores de distintos centros, incluyendo la participación del Hospital de Sant Pau de Barcelona. El avance, recientemente publicado en ‘Jama Neurology’, podría transformar el enfoque diagnóstico del Alzheimer, ofreciendo una alternativa a los métodos convencionales que incluyen la exploración posmortem del cerebro.

Este hallazgo revolucionario también señala una importante reducción en la necesidad de pruebas confirmatorias. Con este método, se podría disminuir hasta en un 80% la cantidad de análisis necesarios para confirmar un diagnóstico de Alzheimer, optimizando tanto el proceso de detección como el abordaje terapéutico de esta enfermedad.

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Daniel Alcolea, responsable de la plataforma de biomarcadores de la Unidad de Memoria del Hospital de Sant Pau, subraya la eficacia de este biomarcador, que ha mostrado ser eficiente en la detección de cambios longitudinales en el Alzheimer, incluso en sus etapas preclínicas.

El uso de p-tau217 ha demostrado ser comparable en precisión a los biomarcadores del líquido cefalorraquídeo y destacó notablemente al diferenciar a participantes con o sin anomalías visibles en pruebas de imagen como resonancia magnética y tomografía por emisión de positrones.

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Cómo se hizo el estudio

En un detallado estudio que involucró a 786 participantes, con una edad promedio de 66,3 años, se analizaron muestras en Suecia empleando el biomarcador p-tau217. Esta investigación fue llevada a cabo con la colaboración de la Translational Biomarkers in Aging and Dementia (Triad) de Canadá, la Wisconsin Registry for Alzheimer’s Prevention (Wrap) de Estados Unidos y la Sant Pau Initiative on Neurodegeneration (Spin) de Barcelona.

Un gen implicado en el alzhéimer asociado a la aterosclerosis

Un nuevo estudio liderado por el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) ha revelado la relación entre el gen APOE4, vinculado al Alzheimer, y un incremento en el riesgo de desarrollar aterosclerosis subclínica durante la mediana edad. Esta variante genética, considerada hasta ahora como un factor de riesgo para la enfermedad neurodegenerativa de inicio tardío, muestra su implicación en enfermedades del corazón, y paralelamente, los poseedores de la variante APOE2 tienen un escudo protector contra ambas enfermedades.

La variante APOE4 en individuos de entre 40 y 54 años, estudiados en el marco del proyecto PESA-CNIC-Santander, está asociada a niveles más altos de LDL colesterol —comúnmente conocido como “colesterol malo”— y a una mayor probabilidad de aterosclerosis subclínica. En cambio, el alelo APOE2 estaría asociado con perfiles lipídicos más saludables y un menor desarrollo de placas arterioscleróticas.

Un equipo de investigadores ha descubierto que una variante genética que está considerada como el factor de riesgo más potente para desarrollar la enfermedad del alzhéimer de inicio tardío está también asociada con un mayor riesgo de desarrollar aterosclerosis subclínica (asintomática). En la imagen, el equipo del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares que ha participado en el trabajo. Imagen cedida por el CNIC.
Un equipo de investigadores ha descubierto que una variante genética que está considerada como el factor de riesgo más potente para desarrollar la enfermedad del alzhéimer de inicio tardío está también asociada con un mayor riesgo de desarrollar aterosclerosis subclínica (asintomática). En la imagen, el equipo del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares que ha participado en el trabajo. Imagen cedida por el CNIC.

Los investigadores destacan que el vínculo entre APOE y la salud cardiovascular abre un nuevo campo en el tratamiento y prevención de las enfermedades del corazón, especialmente en aquellas personas proclives genéticamente a su padecimiento. Estos resultados son un paso adelante en la comprensión de la interacción entre la genética y las enfermedades y su posible aplicación en enfoques terapéuticos individualizados.

(Información elaborada por Europa Press)

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