Las muertes por infecciones de hongos representan el 6,8% de todas las muertes mundiales. Un problema de salud pública que cada vez preocupa más, pues ha pasado de causar 2 millones de muertes hace diez años en todo el mundo a doblar esta cifra en la actualidad: 3,8 millones. Si lo ponemos en perspectiva, las muertes fúngicas no son cosa menor, pues los accidentes cerebrovasculares suponen el 16% del total de muertes mundiales, seguidas por los accidentes cerebrovasculares con un 11%.
Según datos publicados en la revista Lancet Infectious Diseases, la neumonía es responsable de unos 2.600.000 fallecimientos anuales a nivel mundial, incluyendo casos originados por hongos, mientras que la tuberculosis causa aproximadamente 1.208.000 muertes, de las cuales alrededor de 340.000 se deben a enfermedades fúngicas no identificadas. Estas cifras se estiman teniendo en cuenta tanto los casos diagnosticados y tratados como aquellos no detectados. A pesar de los avances en el diagnóstico de infecciones fúngicas durante la última década, persisten limitaciones en la accesibilidad y uso de dichas pruebas, especialmente en países de ingresos bajos.
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Como ejemplo, Sudáfrica dispone de recursos para diagnosticar la meningitis fúngica y la infección por hongos Candida en el torrente sanguíneo, pero carece de herramientas para identificar las causadas por Aspergillus, un hongo muy prevalente. El diagnóstico tardío o la ausencia de detección de infecciones serias por Aspergillus, que debería ocurrir idealmente dentro de las 48 horas, se traduce en un número elevado de muertes evitables cada año.
Las cepas Aspergillus fumigatus y Aspergillus flavus son particularmente letales, causando infecciones pulmonares en personas con asma, tuberculosis, cáncer de pulmón, leucemia, destinatarios de trasplantes y pacientes en cuidados intensivos. El bajo reconocimiento y diagnóstico de estas patologías fúngicas o su tardía identificación son causas de mortalidad, sumado a la carencia de pruebas diagnósticas rápidas y la escasez de antifúngicos eficientes. Los métodos tradicionales a base de cultivos sólo detectan un tercio de las infecciones.
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Las pruebas disponibles para detectar las infecciones por hongos
La resistencia a los antifúngicos está aumentando, agravada por la aplicación de fungicidas en cultivos. Candida, otro agente patógeno fúngico, es responsable de sepsis y se encuentran habitualmente en el torrente sanguíneo relacionado con diabetes, insuficiencia renal o postoperatorios. Aunque forma parte del microbioma intestinal, puede causar infecciones graves si ingresa al torrente sanguíneo. Cada año, se registran 1,5 millones de casos de infección seria por Candida globalmente, y las pruebas actuales solo identifican el 40% de las infecciones mortales.
Las infecciones fúngicas contribuyen a la mortalidad derivada del SIDA, causando aproximadamente 300.000 fallecimientos. Se están llevando a cabo iniciativas globales para erradicar la meningitis criptocócica como causa de muerte, donde destaca el trabajo de entidades como los CDC de EE. UU. y la OMS. En áreas como África y el Sudeste Asiático, es crucial un mayor esfuerzo para diagnosticar adecuadamente la histoplasmosis, a menudo confundida o coexistente con la tuberculosis, para tratar efectivamente esta infección por Histoplasma tan fatal.