Las personas preferimos elegir el mayor beneficio aunque conlleve más riesgo: ¿cómo tomamos decisiones?

Científicos investigan cómo son los mecanismos del cerebro que nos empujan a tomar las decisiones

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Una mujer agobiada por tomar
Una mujer agobiada por tomar un decisión (Shutterstock)

Cada día tomamos decenas de miles de decisiones, desde que nos levantamos hasta que volvemos a la cama, y solo somos conscientes del 1% de ellas. Aunque el porcentaje puede parecer demasiado bajo, con frecuencia nos enfrentamos a situaciones complicadas que no puede resolver nuestro cerebro automáticamente. Es entonces cuando nos vemos en la tesitura de tomar una decisión.

Todas las decisiones, en mayor o menos medida, tienen cierto grado de incertidumbre. Por ello, equilibramos los riesgos y los posibles beneficios de decantarnos por una u otra opción. Sin embargo, existen casos extremos en el que esta toma de decisiones se manifiesta como un estado conductual patológico de toma de decisiones de alto riesgo-alto beneficio y bajo riesgo-bajo beneficio, asociado con frecuencia a la ludopatía.

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Aunque estos procesos cognitivos superiores se producen sin interrupción en la corteza cerebral, los circuitos neuronales subyacentes han permanecido esquivos por las dificultades técnicas de dirigir y manipularlos. Ahora, en un nuevo estudio publicado en la revista Science, un equipo de investigadores ha identificado y manipulado selectivamente mediante optogenética (un método que permite modular con luz la actividad de neuronas específicas) los distintos circuitos neuronales responsables de equilibrar la toma de decisiones en primates, evaluando el riesgo y recompensa.

El equipo, dirigido por el doctor Tadashi Isa del Instituto para el Estudio Avanzado de la Biología Humana (WPI-ASHBi) y de la Facultad de Medicina de la Universidad de Kioto (Japón), ha demostrado que los cambios conductuales resultantes de la estimulación de estos circuitos se acumulan con el tiempo y tienen consecuencias a largo plazo. Esto permitiría comprender los posibles mecanismos subyacentes a conductas patológicas de riesgo, como los trastornos del juego.

Una mujer jugando en un
Una mujer jugando en un casino (Shutterstock)

Una preferencia de los primates por las opciones alto riesgo-alto beneficio

De esta manera, se han desarrollado varios paradigmas experimentales para evaluar la conducta de toma de decisiones, aunque estas tareas neuropsicológicas suelen estar limitadas por su diseño, ya que no pueden desacoplar suficientemente los procesos cognitivos de orden superior. Para determinar el sesgo de elección entre las decisiones de alto riesgo-alto beneficio y bajo riesgo-bajo beneficio, los científicos diseñaron primero su propio paradigma de decisión para desacoplar el comportamiento de elección dependiente del riesgo de otros procesos cognitivos de orden superior.

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Utilizando el movimiento ocular para indicar su elección, se entrenó a un grupo de monos macacos para realizar una tarea de elección de pista/objetivo con agua como recompensa, que consistía en cinco elecciones diferentes de alto riesgo-alto beneficio y bajo riesgo-bajo beneficio en cinco conjuntos diferentes de “valor esperado” equivalente (volumen de recompensa concedido multiplicado por la probabilidad), es decir, un total de 25 opciones potenciales.

El experimento se ha realizado
El experimento se ha realizado con un grupo de monos macacos (Shutterstock)

Se descubrió que los primates tenían una predisposición inherente a favor de las opciones alto riesgo-alto beneficio frente a las bajo riesgo-bajo beneficio. Aun así, la investigación continúa, ya que aún no está claro cómo contribuyen exactamente estos circuitos neuronales a equilibrar la toma de decisiones cotidiana, pero los autores creen que es probable que otras regiones cerebrales también contribuyan a este proceso.

“Teniendo en cuenta las similitudes (en estructura y función) entre los cerebros de primates humanos y no humanos, nuestros descubrimientos pueden tener posibles implicaciones terapéuticas, e incluso aplicaciones en el futuro, para el tratamiento de formas patológicas de asunción de riesgos, como los trastornos del juego”, ha concluido el doctor Isa.

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