Descubren cómo cambia el cerebro de una mujer cuando se queda embarazada

Un estudio realizado en el Hospital Gregorio Marañón encuentra cambios anatómico en el cerebro desde el mismo momento de concepción

Madre con su hijo recién nacido (Shutterstock)

Un grupo de investigadoras del Hospital Gregorio Marañón de Madrid ha descubierto que el cerebro de la madre experimenta cambios anatómicos desde el momento mismo del embarazo, y vuelve a tenerlos tras dar a luz, lo que podría ayudar a prevenir y tratar patologías como la depresión por parto, que afecta a 1 de cada 5 mujeres.

Así lo refleja un estudio, recogido en la revista Nature Neuroscience, fruto de la comparación del cerebro de 110 mujeres en el tercer trimestre de su primer embarazo con el de mujeres que nunca habían estado embarazadas, constatando que el cerebro de las primeras ya era anatómicamente muy diferente al de una mujer no embarazada antes de que naciera el bebé.

Precedente

El estudio da continuidad a uno previo llevado a cabo en el mismo hospital, mediante el cual las mismas investigadoras del Marañón demostraron que la anatomía del cerebro de las madres tres meses después del parto era diferente a la que tenían antes de quedarse embarazadas por primera vez.

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En concreto constataron cambios en una red cerebral implicada en la percepción del ‘yo’ y de la ‘cognición social’, un proceso conocido en neurociencia como la ‘red neuronal por defecto’, un sistema de regiones cerebrales que se activa cuando la mente está en reposo y se desactiva al ejecutar tareas que requieren atención.

La investigación determinó también que cuanto más cambiaba el cerebro anatómicamente, mejor era el vínculo entre la madre y el hijo.

Recién nacido (Shutterstock)

Cambios cerebrales persistentes

Una línea de trabajo que ha profundizado este último estudio sobre cerebro de la madre, demostrando que los cambios persisten, al menos, hasta los seis años después del parto, y son anatómicamente similares a los que ocurren durante la adolescencia.

Las científicas Susana Carmona, María Paternina-Die y Magdalena Martínez, del área de investigación Neuromaternal del Hospital Gregorio Marañón volvieron a evaluar a las 110 participantes un mes después del parto y observaron que, a medida que avanza el posparto, algunos de los cambios cerebrales producidos por la gestación se revierten mientras que otros no.

Por ejemplo, los cambios que afectan a las redes cerebrales encargadas de la atención tienden a volver al estado previo al embarazo tras el parto, pero los que afectan a la ‘red neuronal por defecto’ no, esos parecen persistir.

Por tanto, es posible que el primer embarazo modifique de por vida las regiones cerebrales implicadas en la percepción del ‘yo’.

Variaciones según el parto

Este trabajo también ha analizado variantes como el tipo de parto. En este estudio, un 79 % de las mujeres embarazadas dieron a luz por parto vaginal, un 11 % mediante cesárea de emergencia y un 10 mediante cesárea programada. En el estudio se observó que los cambios que suceden entre el tercer trimestre de embarazo y el primer mes de posparto son diferentes en función del tipo de parto.

Las mujeres que tuvieron una cesárea programada mostraban unos cambios cerebrales diferentes a los observados en mujeres que tuvieron un parto vaginal o una cesárea de emergencia tras el trabajo de parto.

Esto sugiere que el trabajo de parto, independientemente de si este acaba en cesárea o parto vaginal, influye en la neuroplasticidad materna, aunque está por determinar el alcance de estos cambios.

Mujer embarazada (Shutterstock)

La influencia del estrés

En el aspecto neuropsicológico también ha constatado que cuanta más ansiedad tiene la madre durante el embarazo, peor es la experiencia de parto; que una peor experiencia de parto se asocia con mayor estrés durante el posparto, y que este, a su vez, está relacionado con más síntomas de depresión y peor vínculo con el bebé.

El estudio concluye que aunque los procesos de embarazo, parto y posparto suelen ocurrir de forma conjunta, conllevan cambios hormonales, inmunológicos y ambientales muy diferentes.

Además, implican mecanismos de neuroplasticidad diferentes y será necesario seguir investigando cómo cada uno de ellos esculpe de forma diferencial el cerebro materno.

(Con información de EFE)

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