Al conjunto de microorganismos que viven en el intestino desde que nacemos se le llama microbiota y son clave en nuestra inmunidad y salud en general. Pero en realidad estos microorganismos están presentes en otras muchas partes del cuerpo, sobre todo en las mucosas, como puede ser la cavidad oral o el tracto vaginal, pero también en la piel. Si bien la mayor parte son bacterias, la microbiota también está forma por virus y hongos, aunque su papel es menos conocido.
“Lo que hemos aprendido en los últimos años es que esos ecosistemas microbianos condicionan nuestra salud y nuestra enfermedad, pero no tenemos un consenso de lo que es una microbiota saludable, ni sabemos cómo modularla para conseguir que sea más saludable”, explica a Infobae España Rosa del Campo, investigadora de Microbiología en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid, que aclara que aunque se puede llevar a cabo un análisis en cuanto a su composición, “esa composición no dice todo”, por lo que la ciencia cada vez está más interesada en su funcionalidad, es decir, en los metabolitos que producen los microorganismos.
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Aún se desconoce, por ejemplo, cuál es la parte de la microbiota que influye en la obesidad, por lo que no solo se investigan los metabolitos, esas moléculas intermedias o resultantes que participan en las reacciones químicas del metabolismo y que proporcionan información sobre las causas de los cambios en salud, sino que también se trata de averiguar qué están haciendo esos microorganismos, añade la experta.
Y aunque nadie tiene la fórmula mágica de cómo mantener una microbiota saludable, continúa Del Campo, “al final los microorganismos comen lo que nosotros comemos”, por eso hay que tratar de mantener una dieta saludable y lo más variada posible, porque cuantos más tipos de alimentos ingerimos, “más variable serán esos microorganismos y sus recursos metabólicos”. También es fundamental no ingerir antibióticos si no están prescritos por un médico, porque aunque sirven para curar una infección y son necesarios, también “destruyen los microorganismos intestinales, por lo que hay que tratar de no abusar de ellos”.
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La eficacia de los trasplantes de heces
Tomar demasiados antibióticos puede dañar la microbiota, hasta el punto de que la persona afectada pueda necesitar un transplante fecal para poder curarse, una técnica médica que aunque aún no es muy conocida puede llegar a salvar vidas y en España es ya una realidad. En este caso, explica Del Campo, se pasa una microbiota de un sujeto sano a un sujeto enfermo para ayudar a reemplazar las bacterias y para ello previamente se seleccionan las heces de un donante, cuya elección debe pasar un proceso estricto y controlado.
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Los donantes de heces, indica la experta, “son muy difíciles de conseguir” porque no pueden tener ninguna alteración, “ni siquiera el colesterol alto”, por lo que los seleccionados “deben estar lo más sanos posibles”. Entre los procedimientos que se realizan a todos aquellos candidatos a ser donantes destacan los coprocultivos muy exhaustivos, los test serológicos, un cribado de enfermedades inflamatorias intestinales, como el síndrome de intestino irritable, así como analíticas ocasionales durante el proceso de donación.
Cápsulas liofilizadas
Después existen diferentes vías de administración entre las cuales destacan la vía endoscópica (colonoscopia) y la vía oral, a través de la ingesta de cápsulas liofilizadas, y este último procedimiento el que utilizan en el Hospital Ramón y Cajal. “En esas cápsulas logramos concentrar todos esos microorganismos en poco volumen”, explica la investigadora. “Las heces se disuelven con un crioprotector, que es lo que realmente nos interesa para que a la hora de procesarlas no se mueran las bacterias, y después se congelan. Luego se liofilizan, se extrae todo el agua de las heces y al final queda una especie de polvillo muy fino, que son los que encapsulamos en unas cápsulas gastro resistentes que se toman vía oral”, precisa.
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Tras introducir las bacterias buenas a través del transplante fecal, “la respuesta es inmediata y el paciente se cura por completo”. Y es que aunque resulte extraño, cada vez son más las empresas biofarmacéuticas que están desarrollando fármacos a base de materia fecal, aprovechando los millones de microorganismos que habitan en el intestino humano.
Además del Ramón y Cajal, otros hospitales españoles realizan trasplantes de microbiota fecal, como el de Bellvitge de L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona), el Hospital Clínic de Barcelona y el Gregorio Marañón en Madrid.