En algunos países, como Finlandia, Japón o algunos de Oriente Medio, llevan a cabo una costumbre que sería muy recomendable que nosotros imitáramos: quitarnos los zapatos al llegar a casa. Y aunque cada vez más en nuestro país y en nuestros vecinos Portugal e Italia se está extendiendo la costumbre, no forma parte de nuestra cultura. Descalzarnos nada más llegar a nuestra casa o a la de un amigo no responde solo a la comodidad, sino también a la salud.
Un estudio desarrollado por el microbiólogo y profesor de la Universidad de Arizona (EEUU), Charles Gerba, ha proporcionado muestras contundentes sobre la contaminación bacteriana presente en el calzado. Durante su investigación, el Dr. Gerba suministró pares de zapatos nuevos a un grupo de voluntarios para que los utilizaran de manera cotidiana. Al cabo de dos semanas, procedió con la recolección y análisis de los mismos.
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Más bacterias que en un váter
Los resultados obtenidos fueron concluyentes. En promedio, en las suelas de cada par de zapatos había 421.000 bacterias adheridas. Esta cantidad es incluso superior a la que generalmente se encuentra en un asiento de inodoro, un detalle que pone de manifiesto la capacidad del zapato para acumular y transportar microorganismos.
El impacto de dichas bacterias trasciende la superficie de las suelas; estas se transfieren a los suelos de las casas y otros lugares públicos. Durante una fase posterior del estudio, se observó que en un 90% de las ocasiones, un número significativo de bacterias permanecía en las baldosas.
Si bien podría parecer poco probable tocar la suela de un zapato y posteriormente la cara, el peligro de infección aumenta cuando se entra en contacto con el suelo de la vivienda, por ejemplo, apoyando las manos en él o consumiendo algún alimento que se haya caído.
Precaución en los hogares con niños
Este riesgo es más crítico en los hogares con niños y personas con sistemas inmunitarios debilitados. Los niños tienden a gatear y jugar en el suelo, llevando ocasionalmente sus juguetes y las manos a la boca. Por ello, la higiene del hogar debe intensificarse, evitando caminar con calzado de calle por las áreas donde ellos interactúan, para evitar posibles riesgos a su salud.
La limpieza de las suelas de los zapatos con agua y detergente podría eliminar prácticamente todas estas bacterias, según varios estudios que documentan una efectividad de hasta el 99%. Sin embargo, no es una costumbre arraigada ni práctica para realizar diariamente en la rutina doméstica. Es más viable incrementar la frecuencia del lavado de manos y cambiarnos de zapatos al llegar a casa.
Entre los patógenos más prevalentes identificados por este investigador se encuentran la E. coli, klebsiella pneumoniae y serratia, junto con c-difficile y s-aureus. Estos microbios suelen ser causantes de problemas de salud, como infecciones intestinales, infecciones del tracto urinario, conjuntivitis y neumonías, que pueden ser especialmente severas en personas con defensas comprometidas.