Congestión nasal, dolor de garganta, tos, estornudos, malestar general... Estos son los síntomas del resfriado común que todos hemos pasado varias veces en nuestra vida. La mayoría de los resfriados no suelen requerir atención médica, a menos que los síntomas persistan durante más de 10 días, nos provoque fiebre alta (más de 38,5º en adultos o de 38º en niños) u otras afecciones más graves.
Caer resfriado en otoño e invierno es relativamente fácil porque podemos contraer el virus de varias maneras, ya sea por contacto directo con otra persona resfriada, compartir objetos que porten el virus (platos, toallas, lápices...), tocarse los ojos, nariz o boca después de haber estado en contacto con el virus...
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Aunque, como decimos, los síntomas del resfriado no son graves, sí son incómodos y nos generan un malestar general que, en algunos casos, puede despuntar en una leve fiebre. Por ello, podemos tomar unas medidas preventivas que reduzcan el riesgo de caer enfermos con el frío.
- Abrigarse bien. El frío no es el que contagia el resfriado, sino el virus. No obstante, si tenemos frío, seremos más vulnerables a que el virus entre en nuestro cuerpo. Es importante llevar ropa que corte el viento, chubasqueros y zapatos que no calen el agua en caso de lluvia, puesto que los pies son otra zona de nuestro cuerpo que no debemos dejar que se enfríen en esta época.
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- Mantener una buena higiene. Especialmente en esta época en la que los virus se encuentran cómodos en las temperaturas frías, es aconsejable evitar tocar demasiadas cosas por la calle, en el transporte público... Como muchas veces es inevitable, lo mejor es lavarnos las manos con frecuencia con agua y jabón. Si ya estamos enfermos, debemos desechar los pañuelos que vayamos utilizando porque aglutinan muchos gérmenes; además, debemos cubrirnos al toser y al estornudar, por educación y para no propagar el virus.
- No pasarse con la calefacción. El frío de la calle invita a las personas a compartir más tiempo bajo el mismo tiempo al calor de la calefacción. Esta última reseca el aire y nuestras propias mucosas, lo que favorece la entrada de virus y bacterias en nuestro organismo. Por ello, debemos mantener el hogar húmedo y ventilado, quizás con la ayuda de un humidificador.
- Hacer ejercicio. Realizar actividad física (evitando las horas extremas de frío) puede reforzar nuestro sistema inmunológico y expulsar los virus de nuestro cuerpo gracias a la transpiración. Por ello, puede merecer la pena dar un paseo por el parque o por el barrio aun teniendo un pequeño resfriado.
- Dormir lo suficiente. Dormir de siete a nueve horas protege nuestro sistema inmunológico ante los virus y bacterias. Si ya estamos enfermos, es posible que la congestión nasal o la tos nos dificulten descansar como es debido. Elevar la cabeza y evitar estar en una posición totalmente horizontal en la cama facilita la tos.
- Vacunarse de la gripe. Las personas mayores tienden a ser más vulnerables a los resfriado y las gripes, por lo que acudir a las campañas de vacunación que se realizan de cara al otoño es la mejor idea para prevenir afecciones graves.