Los pensamientos negativos suelen ser causa o efecto de la ansiedad, la depresión, algunos trastornos del sueño, hostilidad... Incluso puede afectarnos a nuestra salud física, porque elevan la presión arterial y favorecen la aparición de enfermedades cardíacas. A veces puede resultar muy difícil deshacernos de estos pensamientos ansiosos por nosotros mismos, por lo que lo mejor es buscar ayuda profesional.
La ansiedad es una respuesta emocional que implica una sensación de incomodidad, preocupación o miedo frente a situaciones percibidas como potencialmente peligrosas o amenazantes. Este estado puede ser normal y funcional cuando se presenta en situaciones reales de peligro, o se puede manifestar de manera desproporcionada en relación con el estímulo que la provoca.
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Las causas de la ansiedad pueden ser variadas, incluyendo factores genéticos, químicos cerebrales, experiencias de vida estresantes y problemas de salud. El tratamiento puede incluir terapia psicológica, como la terapia cognitivo-conductual, y en algunos casos, medicación.
El mecanismo de predicción de nuestro cerebro
Denise Winn es terapeuta y editora del Human Givens Journal, siendo la ansiedad uno de los aspectos más estudiados de su carrera. Winn pone el foco en la importancia de las expectativas positivas, una herramienta de la terapia que consiste en esperar que cada día sea mejor. Según explica, los pensamientos ansiosos se forman en bucle y se retroalimentan, puesto que la persona que los experimenta tiende a reflexionar aún más en esos pensamientos y a ahondar en ellos.
De hecho, para encontrar esos pensamientos negativos (que no deja de ser un tipo de dolor) tenemos que imaginar, llevar a cabo un esfuerzo mental para visualizarlos y, por ende, encontrarlos. Una vez que se encuentran, se hacen realidad. Esto no es algo banal, puesto que su impacto en nuestra salud física y emocional es notable. Nuestro cerebro realiza un sobreesfuerzo intentando predecir todas las posibles respuestas a un acontecimiento, que tienden a ser predicciones negativas o desagradables.
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La terapeuta apunta que no son nuestros sentidos los que gobiernan lo que experimentamos. “Las señales de nuestros sentidos simplemente confirman o refutan nuestras predicciones. En este último caso, debemos actualizar nuestras expectativas y predicciones en consecuencia. Por ejemplo, si esperamos que algo que estamos levantando sea liviano y luego descubrimos que es pesado, tenemos que ajustar nuestro agarre y registrar esa experiencia para la próxima vez”, argumenta Denise Winn.
Los beneficios del pensamiento positivo
Por tanto, una de las maneras para comenzar a erradicar los pensamientos ansiosos es no “imaginarlos” para no activar el mecanismo de predicción del cuerpo a esos síntomas propios de la ansiedad o la depresión. Por ello, es importante reconocer qué tipo de pensamientos tendemos a generar y equilibrarlos hasta convertirlo en un hábito. Dado que suelen aparecer de forma automática, es probable que necesitemos la ayuda de un profesional de la salud mental.
Del mismo modo, los pensamientos optimistas benefician nuestro estado de ánimo, sin caer en ideas demasiado optimistas o poco realistas. La Clínica Mayo recoge una serie de efectos positivos en nuestro organismo, como una tasa más baja de depresión, mayor resistencia a las enfermedades y una mejor capacidad de afrontar una situación difícil.