Peter Pan, aquel niño del país de Nunca Jamás que siempre tenía diez años y que odiaba el mundo de los adultos. De este popular cuento infantil recibe el nombre un peculiar síndrome: el síndrome de Peter Pan, que aporta una explicación a por qué algunos adultos se comportan como niños. Pero, ¿en qué sentido? Los psicólogos explican que la personalidad que presentan es impropia de la edad real, ya que son incapaces de hacerse responsables de sus propios actos y de asumir los deberes que conlleva la vida adulta. El rasgo que más le define es la inmadurez y la inseguridad emocional.
Los hombres suelen ser más propensos que las mujeres a actuar conforme al síndrome de Peter Pan y existen una serie de comportamientos que son claros indicadores de que alguien lo es. El Centro ITAE de Psicología de Barcelona lo recoge así:
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- Comportamientos de niños pequeños o adolescentes cuando se tienen más de 30 años
- Idealiza la infancia y la juventud
- Egocéntricos, centrados en sus propios problemas sin preocuparse por el entorno que le rodea
- Necesidad constante de atención
- Mucha inseguridad, baja autoestima y miedo a la soledad
- Incapaz de responsabilizarse de sus propios actos
- Mienten o se esconden tras excusas
- Intolerancia a las críticas
Aparte del peculiar y ciertamente divertido nombre que recibe, este síndrome implica graves problemas emocionales y conductuales que le perjudican a la hora de relacionarse con el entorno, ya que suelen ser personas difíciles de tratar y, a menudo, muy narcisistas. Este cómputo de problemas, relacionados con la ansiedad y la tristeza, puede conducir a la persona que experimenta el síndrome de Peter Pan a la depresión o a aislarse socialmente, además de nunca sentirse realizado con su propia vida. Por ello, es importante saber identificar estos comportamientos para poder tratarlos con un profesional.
Causas del síndrome de Peter Pan
No existe una única explicación. El síndrome de Peter Pan puede darse por muchos factores, desde rasgos de la personalidad dependientes, patrones educativos carente de exigencias o según se hayan ido afrontando los retos. A pesar de ello, los psicólogos sí coinciden en donde puede estar la raíz de todo esto: la infancia.
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Esta etapa de nuestras vidas es crucial y, en buena parte, determinará quiénes y cómo somos. Un desajuste en los primeros años de vida puede ser la causa originaria del síndrome, ya sea por un extremo positivo o negativo según explican los profesionales del Centro ITAE:
- Una infancia excesivamente feliz. Si el niño nunca ha recibido una educación con límites, si nunca escuchó la palabra “no”, tenderá a idealizar esa etapa de su vida. Hecho adulta, buscará perpetuar la infancia y se negará a abandonarla.
- Una infancia desgraciada. Si el niño experimentó momentos traumáticos o nunca recibió afecto, tendrá la sensación de que su infancia fue robada. Con la libertad de ser adulto, buscará recuperar el tiempo perdido.
Ayuda profesional para tratar estas conductas
La mejor manera de acabar con el síndrome de Peter Pan es acudiendo a un profesional de la salud mental que sepa proporcionar las herramientas necesarias para modificar estas impropias conductas infantiles. El tratamiento se aborda desde tres grandes fases.
- Asumir que existe el problema. Una vez que aceptamos que padecemos este síndrome, es momento de entender que no podemos vivir sin asumir responsabilidades, ya que es un problema para la persona que lo padece y para todo el que le rodea.
- Aprender a adquirir responsabilidades. De forma gradual, el individuo ha de aprender a vivir como un adulto con deberes, que toma decisiones, resuelve problemas y es consecuente con sus actos.
- Reinterpretar la realidad. La labor del psicólogo es guiarle en el manejo de sus pensamientos para acompañarle a resolver esos problemas de conducta.