Aunque el origen del que -seguramente- sea el bollo más famoso del mundo no está del todo claro, la versión más difundida sobre su creación es la que cuenta que este dulce nació durante las guerras turco-otomanas que tuvieron lugar en Europa durante el siglo XVII. Allá en1683, las tropas del visir Kara Mustafá Pachá sitiaron durante dos meses la ciudad de Viena, por entonces fuertemente amurallada, con el objetivo de matar de hambre a su población y, especialmente, a los soldados que la defendían.
Sin embargo, ante la resistencia demostrada por los hombres de Leopoldo I, los otomanos comenzaron, durante la noche para no despertar sospechas, a cavar unos túneles a través de los cuales atacar la ciudad. Fueron los panaderos, acostumbrados a trabajar de madrugada en sus obradores, quienes escucharon los ruidos del enemigo alertaron al Ejército del plan del invasor. Tras la victoria de la ciudad, los panaderos recibieron el reconocimiento del emperador, quien decidió otorgarles el privilegio de poder portar una espada en sus cinturones. A cambio, ellos elaboraron dos panes de conmemoración, uno de ellos se llamó kipferl o hörnchen, que significa media luna en alemán y fue la semilla del famoso cruasán.
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Con el correr de los siglos, esta preparación, que como ya hemos indicado no es francesa sino austríaca, se extendió por toda Europa primeros y luego por todo el Mundo. España no fue la excepción y, actualmente, cada panadería y pastelería del país tiene su propia receta, algunas sumamente secretas, para hornear uno de estos bollos. De acuerdo al XVI Concurso al Mejor Croissant Artesano de Mantequilla, este año la mejor receta es la de la pastelería Prat Can Carriel, de la localidad Roda de Ter (Barcelona), establecimiento que ya había sido galardonada con este mismo premio hace seis años atrás, en 2017.
60 pasteleros
Para volver a alzarse con el premio, el pastelero Gil Prat i Parcet ha tenido que superar las elaboraciones de otros 60 concursantes, que decidieron presentarse también al certamen que tuvo lugar este martes en la Escuela de Pastelería del Gremio de la Ciudad Condal. El jurado del evento, que comenzó a degustar los bollos de todos los aspirantes al título a partir de las ocho de la mañana, ha destacado del cruasán de Prat Can Carriel su sabor y el alveolado de su interior.
Gil Prat i Parcet proviene de una larga dinastía de pasteleros y él encarna a la cuarta generación de Prat Can Carriel, casa fundada por su bisabuelo en 1900 en la mencionada localidad de la comarca de Osona. Actualmente, elaboran pastelería clásica y moderna, repostería, pastas, turrones, confituras pero, tal como han vuelto a demostrar este año, sus cruasanes son la estrella absoluta del establecimiento. Además del cruasán tradicional, también ofrecen con chocolate -negro, blanco y con leche-, de nata, crema y praliné de avellanas. Incluso, para las festividades de la región, preparan el cruasán de coca de Sant Joan o el de panellets, típico para el día de Todos los Santos.