¿Puede paralizarte el miedo? ¿Y la ansiedad? “Cuando alguien tiene dolor, si se centra en su dolor, le duele más. Cuando alguien tiene ansiedad, si se centra en la ansiedad, la fomenta”, explica Antonio Cano Vindel, catedrático de Psicología de la Universidad Complutense. Este bucle de ansiedad puede terminar con una ataque de pánico, y una serie de ataques pueden conducir a la agorafobia, al miedo al miedo. Y puede suceder, que este te paralice y hasta te impida salir de casa.
Es normal tener ansiedad a veces. Es muy común, incluso puede ser útil para ayudarnos a esforzarnos más o a trabajar más rápido cuando tenemos una tarea entre manos. Todo depende de cómo se tome cada persona la ansiedad y cómo la gestione. “Si en un momento dado su ansiedad le asusta y deja de pensar en lo que estaba haciendo y centra su atención en su ansiedad, lo que va a hacer es que esa ansiedad va a aumentar aún más”, explica Cano. Ahí empieza la espiral.
La retroalimentación de la ansiedad, que va haciendo una escalada de los síntomas, termina en un ataque de pánico, que es un miedo intenso que traduce en mucho malestar. El miedo es normal, pero cuando descubres que has sentido terror y no sabes por qué ni a qué te empiezas a preocupar. “La gente no sabe qué hay, y lo que hay simplemente son sensaciones, en este caso, ansiedad”.
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Para ilustrar mejor su explicación, Cano, tras años siendo catedrático, nos presenta a un individuo imaginario. Pongamos que se llama Carlos y tiene 25 años. El joven aún recuerda el ataque de pánico que tuvo hace unos días, no sabe por qué lo tuvo y no se lo quita de la cabeza ―“a lo mejor se repite y eso es otra preocupación”―. “Si le dedica mucho tiempo a pensar en su posible ataque de pánico, le va a pasar lo mismo que el otro día, si centra la atención en que se repita es posible que este se repita”, asegura el psicólogo.
¿Y si tengo varios ataques de ansiedad?
“Cuando ya ha tenido varios ataques de pánico con cierta regularidad, ya tiene un trastorno de pánico. Casi todo el mundo que tiene ataques de pánico y ya tiene un trastorno de pánico, luego desarrolla agorafobia”, expone Cano. De modo que, Carlos, que ya ha tenido varios ataques de ansiedad, no es capaz de salir del bucle porque ha desarrollado un “miedo aprendido”.
“En los ataques de pánico se producen aprendizajes”, explica el experto, que añade un ejemplo: “ÇSi a alguien le da un ataque de pánico conduciendo, a lo mejor luego volver a conducir le da miedo, porque asocia volver a conducir con volver a tener un ataque de pánico”.
Carlos, que sufrió un ataque de pánico en el trabajo y también conduciendo, tiene miedo a que se vuelvan a repetir. Lo pasa mal cuando va a trabajar, y va porque es inevitable, pero ya ha dejado de ir en su coche. Ahora coge el autobús. Pero un nuevo temor le ronda en la cabeza, “¿y si me vuelve a pasar aquí?”. El miedo al miedo lo puede abarcar prácticamente todo. En última instancia, la persona que padece agorafobia puede preferir no salir de casa para no tener que enfrentarse al temor de tener un ataque de ansiedad en el exterior.
“Se van produciendo una serie de aprendizajes que son negativos porque te van limitando más y van generando más discapacidad, y tú no terminas nunca de controlar la ansiedad, ni el pánico ni la agorafobia, solo estás aprendiendo a evitarlo”, recuerda Cano.
¿Qué hacer si has aprendido a evitar?
“Hay una solución para cambiar esos aprendizajes, porque como son aprendizajes, el tratamiento también debería ser aprendizaje, en lugar de dar un antidepresivo o un ansiolítico, porque estos ayudan a relajarse, pero no generan aprendizajes”, explica el experto, que recuerda el problema del excesivo consumo de estos medicamentos en España, en detrimento de la terapia con un psicólogo por la falta de inversión pública.
“Más del 50% de las personas que tienen pánico y agorafobia toman psicofármacos y esa no es la solución”, asegura y señala que “en España tenemos un problema de consumo de fármacos, especialmente benzodiacepinas, que son las menos recomendadas, pero no paran de aumentar”.
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El nuevo aprendizaje
El aprendizaje se lleva a cabo de la mano de un experto. Lo que Carlos necesita es ayuda, ya que debe mejorar su adaptación. El experto enumera todos los pasos de erróneos que ha dado el joven. Por un lado, no tenía ningún tipo de información sobre lo que le estaba pasando, de modo que el día que se puso tan nervioso tuvo una “distorsión cognitiva” —interpretó de forma errónea la realidad—, porque en lugar de seguir trabajando, centró toda su atención en la ansiedad. Además, sobredimensionó la ansiedad y la vio como una amenaza muy intensa. Con ello, solo consiguió que aumentara. Esto sucede porque se trata de estrategias de regulación emocional que no funcionan y producen el efecto contrario del deseado. Las estrategias de regulación emocional pretenden manejar mejor la ansiedad y Carlos no lo consiguió.
Carlos ha estado “rumiando”, es decir, le ha dado vueltas a lo que ha pasado y no ha parado de pensar en ello, trata de buscar una solución y de anticiparse, pero “lo que en realidad está haciendo es distorsionando la atención aún más porque solo hay ansiedad y pánico”. También está intentando no tratar el tema. “La evitación también se utiliza para no tener esa ansiedad, entonces, esa sensación se vuelve más amenazante todavía porque no la puedes afrontar, y como mañana tengas que afrontarla otra vez, te va a resultar más difícil”, asegura.
Las anteriores estrategias no sirven, pero hay otras que sí, y para romper el bucle es necesario aprenderlas. La primera de ellas es la aceptación, que consiste, simplemente, en asumir lo que está pasando y normalizarlo. Carlos tiene ansiedad, es una sensación común que puede tener cualquiera y un ataque de pánico significa que has estado muy nervioso y no tienes por qué estigmatizarlo. El siguiente paso es reinterpretar lo que ha pasado. Durante semanas has prendido que te dan miedo los ataques de pánico, pero puedes aprender que son normales y que no entablan más riesgo que el del malestar momentáneo. De igual modo se debe hacer con la ansiedad.
La tercera estrategia que se debe seguir es la toma de decisiones, diseñar un plan y seguirlo. Y para ello, Carlos puede contar con la ayuda de un psicólogo que le ayude a dar todos esos pasos, y sobre todo, a aprender. El aprendizaje ayudará a manejar mucho mejor las situaciones de ansiedad y a no volver a entrar en el bucle. Durante todo el proceso, Cano recomienda la búsqueda del apoyo social, hablar con el entorno del tema puede ser muy beneficioso.
El psicólogo termina explicado que “estas personas tienden a evitar tener ansiedad, y eso no es adaptativo, porque en la vida van a tener muchos momentos de estrés y, por lo tanto, de ansiedad”. Tienen que aprender a tolerar la ansiedad y no dejarse vencer por ella.