“Il dolce far niente” es una expresión que se utiliza en Italia para referirse al placer de no hacer nada, a la importancia de la vida contemplativa, y las vacaciones de verano son sin duda uno de los mejores momentos para ponerlo en práctica. Hay personas, sin embargo, que temen esos momentos de relax y tiempo libre y, lejos de disfrutar, sienten angustia al ver su agenda vacía. Se trata de un problema cada vez más común en nuestra sociedad que ya tiene nombre: ociofobia, un término que acuñó hace unos años el psicólogo español Rafael Santandreu.
Que se caiga un plan de fin de semana puede fastidiar a cualquiera e incluso llegar a agobiar si no existe opción b, pero en el caso de la ociofobia ese miedo a no tener nada que hacer va un poco más allá, hasta el punto de que “limita la libertad de la persona y su capacidad para ser feliz”, su descanso y su salud, en definitiva. “Es un trastorno psicológico que hace sufrir a la persona ante la idea de las vacaciones, especialmente las de verano, y prefiere estar siempre ocupada antes de esa ‘amenaza’ del tiempo libre”, explica a Infobae España Santandreu, autor de El arte de no amargarse la vida o el más reciente El Método para vivir sin miedo.
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Como ejemplo de ociofobia, el psicólogo menciona el caso de una paciente que siempre llevaba consigo una libreta repleta de “listas de cosas por hacer que iba tachando de forma frenética” y que no podía soportar la idea de tener tiempo libre. Por eso no es de extrañar que en una sociedad de “exigencias, celeridad e hiperproductividad” como la actual estos casos vayan en aumento, aunque la buena noticia es que la ociofobia “tiene cura”, aclara. Lo primero es darse cuenta del problema “desde un punto de vista racional” para después dar el paso decisivo: perderle el miedo a no hacer nada.
“No hacer nada es buenísimo, propicia el descanso y es armonizante. La hiperactividad descabezada no sirve de nada y, en cambio, el descanso y la pausa pueden significar mucho”, asegura Santandreu, que recuerda que uno de los precipitadores de la enfermedad psicológica es “el estrés y la vida acelerada”.
A diferencia de lo que se pueda pensar, sostiene, el aburrimiento no solo es necesario, sino que puede resultar “increíblemente agradable y revitalizador”, además de propiciar la creatividad, pues “de ahí surgen grandes ideas”. Y como cada vez es más habitual que niños y niñas estén cada vez más saturados de actividades extraescolares, el experto invita a que los padres “entrenen a sus hijos en las bondades del aburrimiento, del no hacer nada” para que su imaginación pueda volar.
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Hacer todo más despacio
Independientemente de si se sufre ociofobia o no, de cara a las vacaciones de verano el experto recomienda “hacer las cosas más despacio y con más amor”. Propone, en concreto, “hacer todo a un tercio de la velocidad habitual”, bien sea comer, caminar o hablar, porque ayuda a bajar las revoluciones y “así se pueden apreciar mejor los periodos de descanso”. Asimismo, Santandreu invita a combatir la multitarea, ya que considera “un error” hacer varias cosas a la vez.
Consciente de que el ritmo es especialmente frenético en las ciudades, los lugares que concentran mayor población, el psicólogo recomienda echar un vistazo y aprender del estilo de vida de los pueblos, pues “esa es la velocidad correcta para mantener la salud mental”.
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