Las neurocirugías en pacientes despiertos para tratar algunos tumores cerebrales o crisis epilépticas no son ninguna novedad, pero a la que se sometió recientemente Ani en el Hospital del Mar de Barcelona fue insólita. Esta paciente de 36 años que habla cinco idiomas padecía un cavernoma, una malformación vascular ubicada en una zona compleja del cerebro que le producía hemorragias, y para salvar sus habilidades lingüísticas el equipo médico tuvo que hacer una monitorización de esos cinco idiomas a través de un test emocional. Todo mientras ella permanecía despierta y les guiaba.
“La novedad en este caso es que hemos mapeado las regiones cerebrales alrededor de la lesión para conservar los cinco idiomas y hemos utilizado un test emocional basado en Inteligencia Artificial -creado por el doctor Javier Martín de ese mismo centro hospitalario- para comprobar que no hay daño y preservar esas habilidades”, pues Ani las necesita por su profesión, explica a Infobae España la neurocirujana Gloria Villalba, que estuvo al frente de la operación. Hasta ahora, además, no se había llevado a cabo esa intervención en el hemisferio izquierdo del cerebro, señala la experta, pues es en el derecho donde predominan las emociones: “Pudimos comprobar que había zonas críticas y también las hemos preservado”, añade.
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Para extirpar el cavernoma se le practicó a la paciente una craneotomía y no fue sencillo llegar hasta él: si los médicos dañaban la zona, la movilidad y el lenguaje de Ani corrían peligro. Sin embargo, la intervención “salió muy bien” y la paciente se recupera con normalidad.
Estímulos eléctricos
Entre otras pruebas, el equipo médico realizó preguntas a Ani en los cinco idiomas y le hicieron mover los brazos. Una neuropsicóloga fue la encargada de ir evaluando, a través de diversos test, tanto el lenguaje como las funciones ejecutivas (atención, razonamiento) y la función social (emociones). Si alguna de las tareas fallaba al aplicar un estímulo eléctrico, explica Villalba, no podían tocar esa zona y para indicarlo colocaban unas pequeñas banderas de colores.
Los test de reconocimiento emocional basados en Inteligencia Artificial se probaron por primera vez en el Hospital del Mar el pasado mes de febrero en una paciente que tenía un tumor en el hemisferio derecho del cerebro, una intervención que también resultó exitosa, recuerda Villalba, que confía en que las nuevas tecnologías sigan aportando avances en este ámbito. “No solo van mejorando las técnicas, sino que cada vez hay más profesionales formados para ello”, añade.
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Dos horas de colaboración
La compleja operación de Ani, cuyo caso fue publicado por el diario El País, se prolongó durante seis horas y, a diferencia de otras intervenciones a cráneo abierto en pacientes despiertos, en esta la paciente colaboró “al 100% durante unas dos horas, algo también insólito”, asegura la doctora.
Este tipo operaciones en neurocirugía, que requieren un equipo muy entrenado, se llevan a cabo por dos motivos: o bien para evaluar el grado de movimiento en personas que padecen Parkinson, en cuyos casos la participación del paciente es poca, o para evaluar funciones cognitivas como el lenguaje. En estos casos la colaboración del paciente es mayor.
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