La visión de una empresa semillera sobre la producción de maíz en la Argentina

Gonzalo Bravo, Gerente Comercial de KWS habló con Infobae sobre la expectativa para el 2019, la problemática del clima y el futuro de las inversiones en el país

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La producción de maíz y el negocio agrícola esperan grandes definiciones del Congreso de la Nación, en el marco de la modificación de la actual Ley de Semillas.

En ese contexto, Gonzalo Bravo, Gerente Comercial de la empresa KWS -empresa de semillas independiente-, analizó para Infobae la situación actual.

-¿Cómo estás observando la actualidad del maíz, en comparación con la expectativa que se tenía del cereal al momento de comenzar la campaña?

-En realidad, el año pasado hubo un área importante de maíz, y este año, la
expectativa era que el área superara la superficie de la campaña pasada. Al
menos la visión de los semilleros, en la actualidad, es que se va a mantener, lo cual es un buen dato. Es una superficie muy importante, que históricamente venía atrasada en el país, con una relación soja-maíz bastante inadecuada, y este año lo estamos viendo como que en términos generales se va a mantener.

-¿Cómo afecta ese porcentaje de mantenerse o no, y cómo impactó el tema de las retenciones para la decisión del productor?

-Los productores este año empezaron a hablar de maíz independientemente
del contexto macroeconómico. En particular, empezaron a hablar de maíz muy temprano. Hoy, todas las empresas modernas trabajan muy cerca de los productores, en la generación de tecnologías y recomendaciones. Se empezó a trabajar con una intención de siembra de maíz importante, creíamos que se iba a verificar ese aumento de área. Se sembró mucho maíz temprano en casi todas las regiones, hubo temas climáticos que por ahí atrasaron, pero en general se empezó bastante rápido. Luego, se reimplantaron las retenciones y vino el peor momento del desfasaje cambiario, ahí hubo detenimiento de la decisión de los productores y lo que estamos viendo en este momento es que la expectativa de siembra tardía es menor a la que nosotros esperábamos, al menos es menor a la que ocurrió hace varios años. Ahí está el efecto de retenciones que impactó más sobre maíz en términos proporcionales que sobre soja, no porque soja no tenga retenciones, lejos de eso dado que tiene más.
Sin embargo, lo que modificó, es la ecuación. Es interesante el margen bruto
que sigue siendo muy competitivo, incluso según la zona, superior al de la soja. A pesar del margen, la gente sigue apostando a la soja, porque el gasto es significativamente menor a nivel del productor para hacer maíz.

-Hay otro factor que también empieza a impactar en la campaña,
que es el clima…

-Estos efectos climáticos tan extremos vinieron para quedarse. A toda el
área productiva de Brasil le pasa lo mismo, ni hablar de Australia por hablar de hemisferios sur y hemisferio norte. Esto vino para quedarse, por ahí los
productores no lo ven, pero nos cambió nuestros planes de trabajo también, porque variables que antes no eran tan importantes hoy lo son, buscar híbridos o variedades que resistan este tipo de variaciones y ciertas tolerancias, como a la sequía por ejemplo, adquieren otro valor frente a los programas de mejoramiento. No siempre se buscan los techos de rendimiento, empezamos a mirar los pisos de rendimiento también. Si pretendemos que un producto para un híbrido tenga el máximo rendimiento, pero eso es a costa de que en malas condiciones rinda muy poco, preferimos uno que sea más estable. Ese factor fue el que determinó que en Argentina el maíz que, tradicionalmente se sembraba temprano, se empezara a sembrar cada vez más tarde, no por potencial de rendimiento, sino por estabilidad. En la siembra temprana se logran muy buenos rendimientos, pero es probable que si aprieta mucho la sequía el piso de rendimiento sea muy bajo; cuando uno siembra tarde, el potencial es menor, pero el piso es más alto.

El efecto de retenciones impactó más sobre el maíz
El efecto de retenciones impactó más sobre el maíz

-¿Por qué sucede la diferencia entre el promedio que puede ser
7,8; 8,2 toneladas por hectárea en campo y las 18 toneladas que ven
ustedes en sus ensayos?

-Las brechas de rendimiento son enormes. Nosotros en un ensayo estamos
controlando las condiciones, estamos sembrando en forma muy controlada,
una parcela que tiene 1,5 metros por 5 metros, además se cosecha a mano y
todo parejo. En cambio, hay una heterogeneidad cuando un va a nivel lote, que eso ya explica que los rendimientos bajen. En un lote de 100 hectáreas, que rinde en promedio 12 toneladas, seguramente en algunos sectores de ese lote, rindió 18 toneladas, y en otros, rindió 6 toneladas, en algún lugar donde se quedó el agua, donde hay problema de anegamiento o problema de suelo. Esa es una explicación, la heterogeneidad cuando uno cambia la escala. En general cuando vamos a países que tienen lotes más pequeños, las brechas de rendimiento son más chicas, por ejemplo en Europa. En Argentina no es difícil ver que cuando se hace una aplicación, el momento óptimo es uno para hacer una fertilización oportuna y una aplicación de agroquímicos. Un productor que tiene 100 hectáreas va a empezar un poco antes, y va a terminar quizás de forma más tardía o si llovió y se complica, o si está esperando que llegue un contratista para hacer una determinada tarea también va hacer muy variable. Cuando se producen en superficies chicas las brechas son chicas, y eso no solo se verifica en países de alto rendimiento, donde por ejemplo, Estados Unidos, tiene un potencial similar, quizás un poquito superior al nuestro, ya que estamos hablando de 22/24 toneladas por hectárea máximo y ellos tienen un promedio nacional de entre 10 y 12 toneladas por hectárea. Son lotes más pequeños, hay un mayor uso de insumos y ese es el otro factor que contribuye a las brechas. En Argentina, siempre hemos ido un poco de atrás porque somos menos competitivos, siempre hay que acordarse de que nosotros tenemos un precio que al productor le llega descontado de retenciones. Cuando salimos al mundo a comprar fertilizantes y pagamos el mismo precio o pagamos más por un fertilizante, eso hace en la ecuación que los productores
utilicemos menos fertilizantes y eso, es otra explicación de las brechas.

-¿Cómo está el estado ánimo del productor en este escenario de
cambio de reglas de juego? ¿Cómo observan a la Argentina desde KWS?

-Creo que el productor es un empresario muy especial, siempre termina
sembrando y trabajando, y haciendo lo que sabe hacer. El productor le
encuentra la vuelta. Siempre es el menos alarmista, y en ese sentido es
agradable trabajar, creo que no podríamos estar en un contexto tan cambiante justamente sino tuviéramos gente así, creo que parte de la adaptación del argentino está ahí. Con respecto a la visión externa, la crisis está en todo el mundo, nuestra empresa es alemana y está presente en 70 países. Yo hablo con mis colegas de Brasil y no tienen los problemas que tenemos nosotros, pero tienen otros. Mi par de Ucrania me contaba cómo está cambiando la relación comercial con Rusia, y hay contexto de guerra. Cuando uno piensa en Ucrania y Rusia, entre ambos países se siembra 7 millones de hectáreas de maíz, es decir se siembra más que en Argentina. El contexto es de crisis, y las empresas internacionales hacen un enorme esfuerzo para tratar de adaptarse a las características locales. Puntualmente nosotros tenemos que explicar a nuestros colegas alemanes que significa la diferencia de cambios, un contexto inflacionario. A su vez, nosotros aprendemos de ellos, es quizás su visión de largo plazo. Esto se ve claramente cuando explicamos que este año, acabamos de hacer una inversión enorme en nuestra planta de producción de una torre de calibración y de tecnología de tratamiento de semillas que es absolutamente asombrosa, que seguramente se va a inaugurar en febrero, es algo que llama la atención. Esa inversión no es casual, sino porque se mira el largo plazo. La realidad es que la empresa está invirtiendo mucho.

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