Harry Warner: el magnate de Hollywood que desafió al fascismo y triunfó en los negocios

El cofundador de Warner Bros. -uno de los grandes estudios en “La Meca” del cine- no solo construyó un imperio, además enfrentó a Hitler, financió operaciones contra grupos fascistas y defendió la responsabilidad social en la industria, informa Time

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Harry Warner, fundador de Warner
Harry Warner, fundador de Warner Bros., demuestra que el éxito no excluye la responsabilidad moral

En la actualidad, la intersección entre negocios y política sigue siendo un tema candente, con figuras como Elon Musk usando su influencia para apoyar candidatos y establecer conexiones que puedan favorecer sus intereses empresariales.

Sin embargo, la historia de Hollywood ofrece un ejemplo distinto de cómo una empresa puede prosperar mientras mantiene un compromiso social inquebrantable.

Según Time, la trayectoria de Harry Warner, uno de los fundadores de Warner Bros., es una prueba de que el éxito empresarial no está reñido con la responsabilidad moral.

El compromiso social de Warner Bros. en la Gran Depresión

Desde sus inicios, Warner Bros. se destacó en la industria cinematográfica por su cercanía con los problemas del ciudadano común. Durante la Gran Depresión, el estudio se alineó con el New Deal de Franklin D. Roosevelt, creando películas que reflejaban la dura realidad de la época y conectaban con el público desde un punto de vista humano y político.

Filmes como El enemigo público (1931) y I Am a Fugitive from a Chain Gang (1932) no solo fueron un éxito comercial, sino que también denunciaban la ineficiencia del gobierno en la lucha contra la crisis económica y cómo esto llevaba a muchos a la criminalidad y la desesperación.

La compañía no solo se dedicó a producir entretenimiento, sino que utilizó el cine como una herramienta para generar conciencia y provocar cambios sociales.

Durante la Gran Depresión, el
Durante la Gran Depresión, el estudio se alineó con el New Deal de Roosevelt

Identidad judía y lucha contra el fascismo

Nacido en una familia judía en Polonia, Harry Warner experimentó de cerca el antisemitismo, lo que marcó su visión del mundo. A diferencia de otros ejecutivos de Hollywood que temían hablar abiertamente sobre su identidad y las amenazas del nazismo, Warner hizo de la denuncia una de sus misiones.

En los años 30, cuando el fascismo crecía en Europa y Estados Unidos, Warner no dudó en financiar operaciones de espionaje contra grupos nazis en Los Ángeles, como los Silver Shirts y el German-American Bund.

Su activismo lo llevó a tomar una decisión sin precedentes en Hollywood: retirar los productos de Warner Bros. de Alemania en 1933, convirtiendo a su estudio en el primero en desafiar abiertamente al régimen de Adolf Hitler.

Cine como herramienta de resistencia

Warner Bros. fue pionero en usar el cine como medio de denuncia política. En 1939, la compañía lanzó Confesiones de un espía nazi, la primera película estadounidense en atacar directamente a Hitler y exponer la amenaza del nazismo.

A pesar de las críticas de sectores aislacionistas en Estados Unidos, la producción abrió el camino para que Hollywood dejara de lado la neutralidad ante el conflicto mundial.

Warner Bros. utilizó el cine
Warner Bros. utilizó el cine como herramienta de denuncia política antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial (REUTERS/Eric Gaillard)

Sin embargo, esta postura no estuvo exenta de represalias. En 1941, el Senado de EE.UU., liderado por el senador Gerald Nye, inició una investigación acusando a los estudios de cine de ser instrumentos de propaganda bélica.

Warner fue llamado a testificar y defendió con firmeza su trabajo, incluso revelando que el mismo senador había elogiado Confesiones de un espía nazi antes de la investigación.

El humanitarismo de Warner después de la guerra

Tras la Segunda Guerra Mundial, Warner no cesó su lucha por los derechos humanos. Su preocupación por los refugiados judíos lo llevó a mantener reuniones privadas con el presidente Harry Truman en 1946.

Warner propuso un ambicioso plan para permitir la inmigración de judíos a Alaska, argumentando que la región tenía espacio suficiente para albergar a millones de personas desplazadas. Incluso ofreció financiar los estudios de infraestructura necesarios para su reasentamiento.

A pesar de la buena relación entre ambos, Truman tuvo que rechazar la propuesta debido a la resistencia del Congreso y las limitaciones políticas del momento.

Sin embargo, el compromiso de Warner con las causas humanitarias quedó registrado en documentos históricos y en la memoria de la comunidad judía.

Warner continuó su lucha por
Warner continuó su lucha por los derechos humanos tras la Segunda Guerra Mundial

Éxito financiero sin comprometer los valores

A diferencia de otros empresarios que temían las consecuencias de adoptar posturas políticas firmes, Harry Warner demostró que es posible combinar compromiso moral y éxito empresarial.

Durante años, donó parte de las ganancias del estudio a causas humanitarias y produjo películas que no eran necesariamente lucrativas, pero que aportaban un mensaje relevante para la sociedad.

Lejos de perjudicar a Warner Bros., esta estrategia consolidó su prestigio. En 1947, The Hollywood Reporter informó que, a pesar de las donaciones y boicots a mercados clave, las acciones del estudio seguían en alza y sus películas continuaban generando ingresos récord.

Un modelo para la industria actual

En una época donde la influencia política de las grandes empresas es más visible que nunca, la historia de Harry Warner resuena como un llamado a la responsabilidad social corporativa.

Su legado demuestra que los negocios y la ética no tienen por qué estar en conflicto y que la industria del entretenimiento puede desempeñar un papel crucial en la defensa de valores fundamentales.

Mientras Hollywood enfrenta nuevos desafíos y tensiones políticas, la figura de Warner emerge como un referente de cómo una compañía puede ser rentable sin renunciar a sus principios.

Tal vez, en un mundo donde los empresarios buscan influencia política para proteger sus intereses, la industria del cine deba recordar la lección que dejó Warner: el verdadero poder de Hollywood no radica en el dinero, sino en su capacidad para contar historias que inspiren, eduquen y resistan la injusticia.