La artista islandesa, Laufey, encontró en el jazz un espacio para desafiar las estructuras rígidas que definieron su formación clásica.
Según The Independent, desde muy chica su vida estuvo impregnada por la música clásica: su madre, violinista de la Orquesta Sinfónica de Islandia, y sus abuelos maternos, profesores de violín y piano en Beijing, marcaron su camino como intérprete disciplinada.
Laufey comenzó tocando el violín a los dos años, y a lo largo de su niñez sumó el piano y el violonchelo a su repertorio.
Sin embargo, fue durante su paso por el Berklee College of Music, en Boston, donde experimentó una revelación. “En Berklee, el premio era completamente diferente, se trataba de tocar música, en lugar de lo que estaba en la página”, cuenta la cantante.
El jazz le permitió explorar territorios musicales que antes parecían inalcanzables. “El jazz tiene que ver con doblar las cosas, separarse de lo que está en la página e improvisar”, agregó.
Este giro hacia el jazz definió la identidad musical que cautivó a una nueva generación. Con influencias de la década de 1940, Laufey logró crear un estilo único.
Un encuentro casual con Bill Murray y después...
A los 17 años, la joven artista recibió del actor unas palabras de afirmación que marcaron su camino. “Eres una mujer poderosa”, le dijo Murray en un encuentro casual, destaca The Independent.
En ese momento, Laufey era una adolescente dedicada al violonchelo clásico y no había lanzado aún su carrera musical. “También recuerdo estar confundida”, admitió años después.
Esa afirmación fue significativa, especialmente en una etapa donde las inseguridades pueden ser un obstáculo para las jóvenes artistas.
Años más tarde, Laufey volvió a recurrir a Murray para un proyecto especial: el videoclip de su versión de Santa Baby, el clásico de Eartha Kitt. Buscando un narrador con espíritu navideño, Laufey pensó en Murray, quien aceptó participar.
Un largo camino, muchacha
De ser una joven estudiante con inclinaciones clásicas, Laufey se convirtió en una estrella del jazz-pop que desafía las convenciones de la industria.
Su ascenso comenzó en 2020, cuando sus canciones de jazz clásico con tintes de los años cuarenta se volvieron virales en TikTok.
Esto la posicionó como un puente entre el jazz tradicional y la Generación Z. En 2021 lanzó su álbum debut Everything I Know About Love, consolidando su posición en la música contemporánea.
El éxito continuó con su segundo disco, Bewitched, que le valió un Grammy al Mejor Álbum Vocal Pop Tradicional en 2024, un logro notable considerando que Laufey trabaja de forma independiente, sin el respaldo de un sello importante.
Además, logró superar a íconos islandeses como Björk y Sigur Rós al convertirse en la artista más escuchada de Islandia.
Su base de fans, predominantemente de la Generación Z, fue clave para su éxito. “Ya no creo que la necesidad de ajustarse al pop sea tan importante”, afirmó la artista, destacando cómo su generación aprecia lo diferente y lo innovador.
El viejo truco de la música navideña
Laufey encontró en la música navideña una oportunidad para expandir su estilo jazzístico y su inclinación por la estética nostálgica.
Con el EP A Very Laufey Holiday y canciones como Christmas Magic, la artista revitalizó el género con un enfoque sofisticado, alejándose de los éxitos comerciales que saturan la temporada.
Este giro hacia lo navideño refleja cómo Laufey adapta incluso los temas más familiares a su identidad musical única, logrando captar la atención de un público diverso durante las fiestas.
Target: Generación Z
Laufey encontró en la Generación Z una audiencia que aprecia tanto su estética nostálgica como su frescura contemporánea. Este grupo, más abierto a la diversidad estilística que generaciones previas, impulsó su éxito a través de plataformas digitales, donde su música resonó por primera vez.
Para Laufey, la flexibilidad de las audiencias actuales le permitió explorar su identidad sin la presión de encajar en moldes establecidos.
“No estamos tratando de hacer música para la radio necesariamente”, explicó, subrayando que los tiempos en los que “un hombre decidía lo que pasaba” quedaron atrás.