Antonio Banderas, actor legendario reconocido por interpretar icónicos personajes como El Zorro y el Gato con botas, encontró en el teatro de Málaga su auténtico propósito de vida. A sus 64 años, su trayectoria lo define como una estrella de Hollywood, siendo un hombre profundamente comprometido con sus raíces y con la búsqueda de la esencia del arte. Su retorno esa ciudad y la creación del Teatro del Soho CaixaBank simbolizan un renacimiento personal tras un episodio que marcó su vida para siempre.
Una epifanía que redefine prioridades
En 2017, mientras hacía ejercicio, Banderas sufrió un infarto que requirió la implantación de tres stents en sus arterias coronarias. Este evento le provocó lo que describe como una epifanía: la necesidad de desprenderse de lo trivial para centrarse en lo realmente importante. “Cuando tuve mi ataque al corazón, las cosas que no eran importantes prácticamente desaparecieron”, reflexiona en una entrevista con The Rake (UK). Esto lo llevó a regresar a Málaga y adquirir un teatro, como una contribución cultural a su ciudad natal, y como un acto profundamente personal. “Estoy haciendo esto para mí”, enfatiza.
El teatro: un llamado espiritual
Aunque Banderas disfrutó de una exitosa carrera en el cine, siempre sintió que su verdadera vocación está en el teatro, especialmente en el teatro musical. Se considera un melómano cuya vida cotidiana está impregnada de música, desde jazz hasta Mozart. Y ese amor se tradujo en la producción de musicales emblemáticos como A Chorus Line, Company, Godspell y Gypsy. En todas sus obras busca una conexión auténtica con el público, rechazando el uso de grabaciones pregrabadas y optando por presentaciones completamente en vivo.
En Gypsy, por ejemplo, integró pinturas digitales del artista español José Luis Puche, una innovación que añade un nivel de abstracción a la experiencia teatral. “No quiero hacer franquicias. Quiero hacer teatro de la manera más pura posible”, afirma, destacando su rechazo a los atajos tecnológicos.
“Es un ritual mágico de comunicación que no cambia. Es un grupo de personas en un escenario contando una historia a otro grupo que está frente a ellos”, agrega sobre el teatro.
De Málaga al mundo: un legado cultural
La relación de Banderas con Málaga va más allá de la nostalgia; es una conexión espiritual que guía su labor creativa. Este compromiso se refleja en proyectos como su colaboración con Andrew Lloyd Webber para traducir al español algunos de los musicales más emblemáticos del compositor, buscando llevar el teatro de alta calidad a mercados de habla hispana.
Sin embargo, este regreso a sus raíces también es una respuesta a un contexto sociopolítico que moldeó su visión del mundo. Creció en una España marcada por la dictadura de Franco y la transición a la democracia, una época que describe como un estado de “anestesia” social. Fue en este contexto cuando una producción de Hair en 1976 transformó su percepción del teatro como un espacio de libertad y resistencia artística.
Una carrera multifacética
A pesar de que el teatro ocupa un lugar central en su vida actual, Banderas no ignora su legado cinematográfico. Desde su irrupción en Hollywood con Philadelphia y Entrevista con el vampiro, hasta éxitos comerciales como El Zorro y Shrek, su versatilidad como actor lo llevó a explorar desde el drama más introspectivo hasta la comedia animada.
El actor español no rehúye reflexionar sobre cómo los cambios sociales impactaron la percepción de algunas de sus películas. Reconoce que producciones como Átame, realizadas junto a Pedro Almodóvar, probablemente serían recibidas con controversia en el contexto actual. Aun así, defiende la importancia de contextualizar el arte en su tiempo y lugar de creación.
El hombre detrás de la leyenda
Más allá de los escenarios y las cámaras, Antonio Banderas es un hombre de familia. Tiene una relación cercana con sus hijas, Stella y Dakota, y logró mantener un equilibrio entre su vida personal y profesional. Describe su vida como una serie de decisiones guiadas por instinto, un enfoque que lo llevó a superar tanto obstáculos como éxitos.
A sus 64 años, Banderas no muestra signos de desaceleración. Si bien dejó atrás la imagen del “Latin lover”, su carrera sigue evolucionando. Desde nuevos proyectos teatrales hasta su incursión en la producción musical, continúa demostrando que su mejor creación es, quizás, su propia vida. Como él mismo dice: “Probablemente mi mejor producción ha sido mi vida”.