Lily-Rose Depp no tiene más remedio que estar bajo la lupa mediática. A sus 25 años, no le queda otra... Es lo que pasaría con cualquier actriz en carrera ascendente, es cierto. Pero si además pasa que esa actriz es hija de Johnny Depp y la modelo-cantante-y-actriz Vanessa Paradis, entonces el foco de la fama resulta inevitable.
Lo que viene para Lily Rose es un estreno que los cinéfilos amantes del terror esperan con ansiedad. El 25 de enero se estrenará en Estados Unidos Nosferatu, la remake del clásico de Murnau... ¡de 1922!, dirigida por Robert Eggers. Una buena excusa para una charla más profunda con su colega, la actriz Natalie Portman, el habitual modus operandi de la revista Interview (celebrity meet celebrity), icónico título creado por Andy Warhol en 1969.
Mientras Depp disfruta de su rol como protagonista en The Idol, la exitosa serie de HBO que explora los altibajos de la fama y el deseo, el inminente estreno cinematográfico está ahí, siempre presente... El filme, que promete desafiar las convenciones del cine de terror, presenta a la actriz frente a nuevos desafíos interpretativos, en un género que le es menos familiar.
Su presencia, aclamada ya por su versatilidad, pone de relieve su capacidad para moverse entre proyectos de gran calibre, aun cuando las sombras de su linaje en Hollywood se ciernen sobre su carrera. Ella maneja este delicado equilibrio entre heredar la fama de sus padres y demostrar, con cada rol, que posee una identidad propia como actriz.
La influencia del cine de terror clásico
Para Lily-Rose la preparación para su papel en Nosferatu fue un proceso meticuloso y enriquecedor, pero también lleno de incertidumbre. El director, conocido por su enfoque detallista y su profunda admiración por el cine clásico, le proporcionó una selección de películas que sirvieron de inspiración para la construcción de su personaje.
Entre otras, Gritos y Susurros (1972), de Ingmar Bergman, destacó como una de las principales referencias, ya que su estética visual y su intensidad emocional fueron claves para transmitir la atmósfera inquietante que caracteriza a la historia.
Depp también exploró diferentes versiones de la película Nosferatu, la icónica obra original de Murnau para comprender la evolución del personaje de la mujer en la trama, que en su versión tomará una dimensión diferente a la de sus predecesoras.
Según cuenta la actriz, este trabajo previo, aunque enriquecedor, no fue suficiente para dar forma definitiva a su personaje; la verdadera comprensión de su rol llegó cuando finalmente se adentró en el set de rodaje en Praga, un lugar lleno de historia y misticismo, que aportó una energía única al proyecto.
“Soy fan del horror con alma. No diría que necesariamente soy una persona de sustos repentinos. Este en particular fue grande para mí, porque mi hermano y yo estábamos súper obsesionados con Drácula cuando éramos niños”, cuenta Depp.
De esta forma, da a entender que mantuvo desde pequeña una fascinación por el género, especialmente por aquellas historias que tienen un componente más profundo y emocional. Este interés por las historias de terror clásico fue, en gran parte, lo que la motivó a aceptar el desafío de trabajar en una película como Nosferatu, donde el gótico y el horror psicológico se encuentran en su máxima expresión.
La construcción de un personaje complejo
Una de las principales claves para dar vida a su personaje fue el trabajo corporal y la coreografía. La actriz destaca que, a pesar de la preparación previa, el diseño de su personaje se vio profundamente influenciado por el uso de un corsé, lo que requirió un aprendizaje específico sobre cómo moverse y expresar emociones a través de gestos limitados.
La coreografía de los movimientos fue crucial para darle profundidad a su rol, ya que cada gesto debía reflejar la tensión y el misterio que define a la historia. “La coreografía no era solo física, sino emocional”, explica Depp.
La actriz reflexiona sobre la incomodidad física que experimentó al usar el corsé para su papel, un elemento que, aunque limitante, le permitió comprender la opresión que sufrían las mujeres de la época en la que se desarrolla la historia.
En su conversación con Portman, profundiza en la metáfora presente en la película sobre las relaciones tóxicas, un tema que atraviesa la narrativa de la misma. Depp explica que la relación entre su personaje y el vampiro refleja la atracción hacia lo que, en realidad, les daña, algo que ella considera un paralelismo claro con las dinámicas de las relaciones dañinas en la vida real.
La actriz describe este vínculo como una conexión destructiva, donde, al igual que en muchas relaciones abusivas, la persona se siente atraída por lo que la lastima, a pesar de reconocer su naturaleza perjudicial. Según Depp, esta exploración de la dependencia emocional y la autodestrucción es una de las claves del guion, utilizando al vampiro como un símbolo de lo que puede resultar más tóxico, pero al mismo tiempo más seductor, para los personajes involucrados.
A su vez, Lily-Rose reconoce que uno de los retos más grandes para ella en la preparación de su papel fue el trabajo con el acento inglés. Aunque tiene una pronunciación natural bastante neutral, el acento inglés de su personaje le representó una dificultad considerable, pues no se sentía completamente cómoda con las diferencias en las inflexiones y los matices de la pronunciación.
Para superar esta barrera, trabajó estrechamente con el coach de lenguaje William Conacher, quien desempeñó un papel crucial en ayudarla a perfeccionar su acento y lograr la autenticidad necesaria para el personaje. Según la actriz, Conacher fue esencial para su preparación, guiándola de manera meticulosa en los detalles de la pronunciación, hasta alcanzar un nivel de fluidez que le permitió sentirse más segura y natural al hablar en inglés con ese acento específico.
El enfoque personal de Depp
La vida nómada que exige la carrera de actuación presenta desafíos únicos que Depp y Portman abordan con perspectivas complementarias, marcadas por sus experiencias y etapas de vida. La joven actriz reflexiona sobre lo difícil que puede ser adaptarse a nuevos lugares durante los rodajes, especialmente en la búsqueda de esos “pequeños espacios” donde sentirse cómoda y crear una rutina, como una cafetería o un restaurante favoritos.
Según menciona, para ella este proceso no solo es una cuestión de logística, sino también de construir una sensación de pertenencia en ciudades que, aunque temporales, deben convertirse en su hogar durante los meses que dura el trabajo. Este desafío es algo que sus amigos notaron como uno de los aspectos más difíciles de su profesión, no tanto el rodaje en sí, sino la constante reubicación y adaptación a entornos desconocidos.
Crecer entre Francia y Estados Unidos
Depp reflexiona sobre su identidad cultural dual, un aspecto fundamental de su vida que ha influido en su forma de ver el mundo y en su carrera. La actriz se siente igualmente cómoda en Francia, país de origen de su madre, y en Estados Unidos, donde se crió y pasó gran parte de su vida, particularmente en el Valle de California.
Al hablar de sus raíces, destaca cómo la influencia francesa de su familia marcó su manera de entender las relaciones humanas y la vida cotidiana, mientras que la cultura estadounidense, especialmente el ambiente californiano, le dio una perspectiva más libre y expansiva. Para ella, estos dos mundos no son opuestos, sino que se complementan, permitiéndole navegar entre ellos con fluidez.
Su conexión con ambas culturas no solo ha enriquecido su vida personal, sino también su carrera, ya que le permitió moverse con facilidad tanto en la industria del cine francesa como en la de Hollywood, adaptándose a los diferentes matices que ambas ofrecen.
Por otra parte, Depp comparte con cariño algunas anécdotas de su infancia, en las que destaca la relación cercana y de admiración que siempre tuvo con su hermano, Jhonny Cristopher. Desde pequeña, confiesa que su principal motivación era impresionar a su hermano, un sentimiento que se mantuvo vigente incluso en su más reciente trabajo.
A medida que crecía, siempre lo veía como una figura que admiraba profundamente, y en su mente, todo lo que hacía era una forma de ganarse su respeto. Hoy, según relata, la situación dio un giro, y su hermano la considera “genial”, un reconocimiento que la actriz valora enormemente, pues refleja el ciclo de admiración mutua que marcó su relación a lo largo de los años.
Esta dinámica familiar, en la que las fronteras entre admiración y apoyo se desdibujan, resalta la importancia de los lazos personales en la vida de Depp, quienes le ofrecen un sentido de estabilidad y cariño que va más allá de las luces del cine.
En su conversación, ambas actrices coinciden en una reflexión crucial sobre los peligros de perderse en la industria del entretenimiento. Ambas reconocen que, en medio del constante escrutinio mediático y la presión que conlleva ser figuras públicas, es fundamental contar con un círculo cercano que ofrezca apoyo emocional y seguridad.
Para Depp, la clave para mantener la salud mental radica en proteger lo que realmente importa: su vida personal, sus relaciones familiares y su bienestar. A pesar del glamour y las expectativas de la industria cinematográfica, ambas coinciden en que lo esencial es encontrar equilibrio, alejándose de la locura de la fama y el consumo público constante. Este tipo de reflexión madura resalta la importancia de la autenticidad y el anclaje en valores personales para navegar en un entorno que a menudo puede resultar abrumador y deshumanizador.