¿Aburrida? ¡¿En serio dijo... “aburrida”?!
Eso es lo último que cualquier mortal pensaría de una mujer hermosa y exitosa como Keira Knightley (Teddington, Reino Unido, en 1985). Pero sí -se sincera ella-, la actriz sorprende al definirse como “aburrida” en una entrevista con Vanity Fair.
Sin embargo, su conversación y sus acciones parecen desmentir esta afirmación. Durante el encuentro, relató entre risas una anécdota que la dejó en evidencia: “Salí con un grupo de amigos, iba arreglada y me sentía fabulosa, entré en el local sonriendo y saludando, y al final de la reunión me di cuenta de... ¡que tenía algo entre los dientes!...”.
La actriz, célebre por su capacidad de atraer la atención tanto en pantalla como fuera de ella, no solo utiliza el humor para conectar sino que también aborda temas serios con profundidad.
Al referirse a la polarización en los debates sociales, expresó: “Perdimos el arte de discrepar de forma educada; de intentar entender al otro según su punto de vista en lugar de gritarnos desde dos bandos distintos”.
Knightley, conocida por su estilo directo, tampoco oculta su postura cuando se le plantea la idea de tener más hijos: “¿Un tercer hijo? ¡Para nada!”, exclamó en un tono que mezcla humor y determinación. Su capacidad para equilibrar la autocrítica, la reflexión profunda y el ingenio demuestra que, lejos de ser “aburrida”, podría definirse como una figura vibrante y magnética.
De pirata a espía
Knightley no solo es magnética en su vida cotidiana, también ha sabido brillar en el universo del cine que abarca más de 20 años de éxitos. La actriz reflexionó sobre la diversidad de papeles que ha interpretado, desde la decidida Elizabeth Swann en la saga Piratas del Caribe hasta la dulce Juliet en Love Actually.
Su talento le permitió encarnar personajes tan variados como la ingeniosa y desaliñada Elizabeth Bennet en Orgullo y Prejuicio, y la impresionante Cecilia Tallis en Expiación, roles que la consolidaron como una de las actrices más versátiles de su generación.
Ahora Knightley se prepara para dar vida a un personaje lleno de matices en Black Doves, la nueva serie de Netflix. La actriz describe a su nueva protagonista, Helen Webb, como una mujer con una moral ambigua:
“Intento no decir una psicópata, aunque en cierto modo lo es; una mujer con crisis de identidad y empieza a cuestionarse si está tomando las decisiones correctas”.
Este tipo de papeles complejos -piensa- le permiten explorar extremos emocionales que no forman parte de su propia vida, lo que encuentra profundamente estimulante. “En realidad soy aburridamente hetero, y por eso me gusta interpretar personajes que me permiten explorar versiones extremas de las cosas”, confesó.
En esta nueva producción también demuestra habilidades físicas excepcionales, fruto de un entrenamiento intensivo. “Practiqué muchas artes marciales mixtas, algo de jiu-jitsu y otro poco de arnis, un tipo de lucha con cuchillo filipino. Me gustaba mucho, fui una niña muy deportista”, comentó. Este compromiso físico no solo agrega autenticidad a su personaje, sino que refleja su enfoque disciplinado y su pasión por perfeccionar cada rol que asume.
A lo largo de su carrera, Knightley ha demostrado que su capacidad de transformación es una de sus mayores fortalezas, adaptándose con éxito a géneros que van desde la comedia romántica hasta el drama histórico y, ahora, el thriller de espionaje. Como ella misma señala, cada papel le permite sumergirse en un universo diferente, explorando aspectos de la humanidad que a menudo quedan fuera de su experiencia personal.
Primero mamá
La familia ocupa un lugar central en la vida de Knightley, quien comparte su día a día con su esposo, el músico James Righton, y sus dos hijas, Edie y Delilah. En la nota, la actriz reflexionó sobre la importancia de inculcarles valores sólidos a sus hijas, como la independencia y la resiliencia.
“Quiero que sean capaces de valerse por sí mismas”, afirmó, aunque reconoció con humor que las niñas aún no lo entienden del todo: “Están en plan: ‘Eso lo pagaste tú’”. También se esfuerza por enseñarles a tratar a los demás con respeto y a encontrar momentos para reír, sin perder de vista lo esencial: “‘Siempre que ese pueda hay que reírse’, les digo”.
Su compromiso con el feminismo también se refleja en cómo educa a sus hijas. Knightley ha sido crítica con narrativas tradicionales que perpetúan estereotipos de género. Por ejemplo, durante años no permitió que sus hijas vieran películas clásicas de Disney por considerarlas patriarcales. Sin embargo, confesó que la pandemia alteró sus planes, y Edie terminó viéndolas todas.
“Le expliqué por qué esos cuentos estaban escritos en otra época y que hoy es ridículo pensar que alguien más tiene que salvarte. Le dije: ‘Tú vas a salvarte a ti misma’”. Esta perspectiva feminista se extiende a su visión del mundo, y asegura que su pareja también comparte estos valores, aunque admitió entre risas no haberle preguntado directamente: “¡Espero que lo sea! No imagino que se casara conmigo si no lo fuera”.
Knightley también busca ser un modelo de honestidad emocional para sus hijas. Aunque se define como una madre cariñosa, no oculta que a veces pierde la paciencia. “¡Sí, a veces tengo que gritar: soy un ser humano! Pero siempre intento disculparme. Quiero que aprendan que está bien pedir perdón y que aún nos queremos”, explicó.
Inspirada por el concepto del pediatra Donald Winnicott sobre la “madre suficientemente buena”, la actriz se esfuerza por ser mejor cada día, convencida de que la perfección no existe, pero que el amor y la empatía son los pilares de una crianza sólida.
Querer ser actriz desde... ¡los 3 años!
Desde temprana edad, su determinación quedó más que clara, moldeando el carácter que años más tarde la llevaría al estrellato. La actriz recordó cómo, ”con apenas tres años, ya quería ser actriz”. De hecho les pidió a sus padres que le consiguieran un agente para perseguir su sueño actoral.
Criada en un hogar de artistas —su madre es dramaturga y su padre, actor—, Knightley desarrolló pronto una aguda conciencia sobre la inestabilidad económica que muchas veces acompaña a la profesión. “Tuvimos una buena vida de clase media, teníamos una bonita casa, pero el dinero era una preocupación constante”, señaló.
A pesar de su corta edad, asumió un sentido de responsabilidad hacia su familia, convencida de que podía contribuir desde muy joven. “Pensaba: ‘Yo estoy al mando’”, confesó. Su precoz ambición también se reflejó en su deseo de alcanzar la independencia económica. Según relató, a los seis años ya aspiraba a ser autosuficiente, una meta que logró poco tiempo después, gracias a sus primeros trabajos papeles.
No obstante, los valores de independencia y orgullo también caracterizaron a sus padres, quienes, aunque agradecidos por el éxito de su hija, se negaron a aceptar su ayuda financiera. “Mis padres son aún más orgullosos que yo y se negaron a aceptar mi ayuda”, recordó Knightley.
Alerta, dislexia
A lo largo de su vida, enfrentó retos que moldearon su carácter, entre ellos la dislexia, diagnosticada en su adolescencia. En la entrevista, recordó cómo su educación inicial fue enriquecedora gracias al apoyo del sistema público británico, pero su paso al instituto resultó abrumador. “Odiaba que pensaran que era estúpida. Me esforcé mucho por superarlo, aunque ahora me pregunto si hice lo correcto”, confesó.
Dejó los estudios a los 16 años para aprovechar oportunidades en su carrera, pero admite que lamenta no haberlos completado: “La gente te hace sentir que eres estúpida porque no tienes un trozo de papel que diga: ‘Tienes neuronas’”.
Ahora, como madre de una hija con dislexia, Knightley cuestiona los métodos de aprendizaje convencionales: “Me pregunto si estamos perdiendo mucho potencial al obligarlos a conformarse”. Para ella, es esencial fomentar la creatividad y la resiliencia, valores que también inculca en su familia.
Más mujeres, pero aún muchos retos
Knightley destacó los avances en la igualdad de género en la industria cinematográfica, como el aumento de mujeres guionistas, directoras y técnicas en áreas tradicionalmente dominadas por hombres.
“Antes solo había mujeres en vestuario y maquillaje; ahora están mucho más presentes en cámara o en el departamento eléctrico”, señaló. Sin embargo, reconoció que persisten barreras significativas, especialmente para las madres trabajadoras.
La actriz criticó la falta de apoyo para conciliar la vida laboral y familiar en una industria caracterizada por horarios impredecibles y rodajes en diferentes países. Aunque elogió a su esposo, quien asumió el cuidado de sus hijas mientras ella filmaba Black Doves, Knightley subrayó que no todas las mujeres tienen ese privilegio:
“Es increíblemente caro. Alguien como yo, que gana mucho, lo tiene cubierto, pero ¿cómo puede hacerlo alguien más?”. Para la actriz, es necesario que los gobiernos implementen políticas que faciliten el acceso a cuidados infantiles, especialmente en profesiones demandantes como el cine.
Entre lágrimas y esperanza
Por otra parte, también expresó sus preocupaciones sobre los desafíos globales actuales, abordando temas como el Brexit, proceso de salida del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte (en adelante “Reino Unido”) de la Unión Europea y de la Comunidad Europea de la Energía Atómica (en adelante “UE”), el cambio climático y las tensiones políticas.
La actriz, que hizo campaña para que el Reino Unido permaneciera en la Unión Europea, confesó que “se me saltaron las lágrimas cuando se produjo el Brexit” y manifestó su esperanza de que las relaciones con la UE mejoren en el futuro.
Knightley se mostró especialmente inquieta por el impacto del cambio climático y las guerras actuales. “Me preocupa que el mundo explote”, comentó, reflexionando sobre el futuro que heredarán sus hijas. Sin embargo, enfatizó la importancia de buscar momentos de felicidad a pesar de las dificultades, reconociendo que “la felicidad está en los pequeños momentos: no tiene que ser algo grandioso”.