Keith Richards ha sido claro al recordar que, de todas las canciones que The Rolling Stones compusieron, una se destacó por la complejidad que supuso para la banda: “The Last Time”. No solo fue un tema central para el grupo, sino que marcó un punto de inflexión en la forma en que la legendaria dupla de Richards y Mick Jagger asumió la composición, llevando a los Stones a un nuevo nivel de autonomía musical y estilística.
La canción, lanzada en 1965 como el sencillo principal del álbum Out of Our Heads, fue la primera composición original de los Stones en alcanzar el número uno en las listas británicas, una hazaña que sentaría las bases para el sonido que definiría a la banda. Hasta entonces, el grupo había construido su repertorio a partir de covers de clásicos del blues y del R&B, un estilo que formaba parte de su ADN y que había sido, en sus primeros años, su medio de legitimarse en una escena londinense que valoraba la autenticidad en la interpretación de estos géneros.
Keith Richards recuerda en el libro According to the Rolling Stones (2003) lo arduo que fue ese proceso de transición de intérpretes a creadores. Para él, la dificultad residía no solo en componer una canción que tuviera el potencial de éxito comercial, sino en crear algo que sonara auténtico para los Stones. “No encontrábamos complicado escribir canciones pop”, explica Richards en el libro, “pero era MUY difícil —y creo que Mick estará de acuerdo— escribir una para los Stones”. Este desafío, subraya Richards, fue un momento decisivo. Según él, el proceso de escritura y grabación de “The Last Time” fue laborioso, casi como un rito de paso hacia la consolidación de la identidad musical del grupo.
Lo paradójico de esta pieza es que, aunque fue la primera gran creación del dúo Jagger-Richards, no fue enteramente original. Inspirada en la canción góspel “This May Be the Last Time” de The Staple Singers, The Rolling Stones reestructuraron el tema para adaptarlo a su estilo. Richards recuerda que, al principio, la banda se dedicó a entender y reproducir la canción de los Staple Singers, desentrañando sus acordes y melodías. “Creo que intentaba aprenderla en la guitarra solo para captar los acordes, sentado tocando con el disco, sin conciertos, sin nada más que hacer”, confesó en el mismo libro. La influencia del góspel no solo les permitió conectar con el profundo sentimiento de la música afroamericana, sino también con la tradición del blues y la espiritualidad que impregnaba sus raíces, un aspecto crucial para el sonido que buscaban los Stones.
Una vez que lograron dar forma a su versión, Richards y Jagger la presentaron al resto de la banda, confiando en que esta vez tenían algo digno de su propio repertorio. En palabras del propio Richards, “le pusimos nuestro sello propio, como ya habían hecho los Staple Singers, y como muchos otros antes y después. Todavía la cantan en las iglesias hoy en día. Nos dio algo sobre lo que construir para crear la primera canción que sentimos que podíamos presentar al resto de la banda... ‘The Last Time’ fue como un puente hacia la idea de escribir para los Stones”. Con este “puente”, como lo llamó Richards, se abrió un camino hacia un territorio propio para el grupo, una senda que los impulsaría a no solo interpretar, sino a convertirse en autores de su propio legado.
La complejidad de grabar “The Last Time” no se limitó únicamente a su proceso de composición e interpretación, sino que también resonaría en años posteriores debido a un conflicto de derechos de autor. El caso más notorio ocurrió décadas después, en 1997, cuando The Verve, una banda británica de rock alternativo, utilizó una versión orquestal de “The Last Time”, interpretada por The Andrew Oldham Orchestra, en su éxito “Bittersweet Symphony”. Esta inclusión derivó en una amarga batalla legal, en la cual el vocalista de The Verve, Richard Ashcroft, se vio obligado a ceder el 100% de los derechos de autor de su canción a The Rolling Stones. Fue recién en 2019 cuando, tras años de disputas, los derechos fueron devueltos a Ashcroft, cerrando así un capítulo conflictivo que se había originado, paradójicamente, con el primer gran éxito compositivo de Richards y Jagger.
Este episodio, sin embargo, no empaña la trascendencia de “The Last Time” en la carrera de los Stones. Richards describe cómo este sencillo les otorgó una especie de “vía de acceso”, una ruta de confianza que les permitió descubrir su potencial como compositores y músicos. “Nos dio un nivel de confianza, un camino de cómo hacerlo. Y una vez que lo hicimos, estábamos en el juego. No hubo piedad, porque luego teníamos que sacar el próximo. Habíamos entrado en una carrera sin saberlo siquiera”, recordó Richards en According to the Rolling Stones.
“The Last Time” no solo fue una canción difícil de grabar; fue, en muchos sentidos, la chispa que encendió el motor creativo de The Rolling Stones, un grupo que transformaría el rock para siempre. A partir de ese momento, Jagger y Richards comenzaron a trabajar como una maquinaria precisa, dando paso a un catálogo de temas que, con el tiempo, definiría la cultura musical del siglo XX. “The Last Time”, así, queda en la historia no solo como el primer número uno de la banda en Reino Unido, sino como el verdadero inicio de una leyenda del rock.