La serie Wolf Hall: The Mirror and the Light causó una gran impresión entre los espectadores con la representación de la ejecución de Ana Bolena, la segunda esposa del rey Enrique VIII. Este retrato visual de un momento tan oscuro de la historia de Inglaterra, mostró cómo, después de un juicio por supuestos crímenes de traición y adulterio, Ana fue decapitada en la Torre de Londres el 19 de mayo de 1536. La escena de su muerte se presenta con crudeza, y un grado de realismo en la tensión y miedo que rodea sus últimos minutos que impacta al espectador.
Sin embargo, aunque la serie logra recrear varios aspectos históricos con notable precisión, se aparta en ciertos detalles que han sido claves en la ejecución de Ana. Los realizadores de Wolf Hall optaron por acortar la escena de la ejecución respecto a la versión presentada en la primera temporada de la serie en 2015, eliminando elementos como el discurso final de Ana, una omisión que cambia el tono del momento final de su vida, reveló el Daily Mail.
Ana Bolena fue ejecutada el 19 de mayo de 1536 en un contexto de intrigas y presiones políticas en la corte de Inglaterra. La principal razón detrás de su condena fue la falta de un heredero varón, algo esencial para el rey Enrique VIII, quien necesitaba asegurar la sucesión y la estabilidad de su reino.
Ana solo había logrado darle una hija, la futura reina Isabel I, y sufrió múltiples embarazos fallidos, lo que deterioró su posición en el trono. La impaciencia del rey y su deseo de casarse con Jane Seymour impulsaron un plan para deshacerse de Ana, que había sido su amante y por quien incluso rompió con la Iglesia católica para anular su matrimonio anterior con Catalina de Aragón.
Históricamente, Ana Bolena fue llevada al cadalso donde, ante la presencia de varios espectadores, dio una última declaración que, a pesar de la gravedad de la situación, mantuvo un tono de respeto hacia su esposo y su destino. Sus palabras finales incluyeron frases en las que elogiaba al rey y aceptaba su sentencia sin cuestionarla, diciendo: “No hablaré en contra de ello… Ruego a Dios que salve al rey”.
Este detalle de su discurso, que enfatizaba su lealtad, fue omitido en la reciente representación, en la que el personaje de Ana, interpretado por Claire Foy, simplemente aparece respirando con temor antes de ser decapitada. Esta decisión creativa ofrece una versión más enfocada en la tensión del momento que en la imagen de dignidad y serenidad que Ana mostró ante su final.
Además de la omisión del discurso final, otros elementos de la ejecución han sido modificados o adaptados en la serie con fines dramáticos. En la recreación televisiva, se muestra que la última acción de Ana antes de morir fue colocarse una venda en los ojos, mientras que en la versión histórica, ella oraba en silencio mientras la espada caía, encomendando su alma a Jesucristo en un momento solemne que se destacó por su serenidad.
La precisión de los personajes presentes en la escena de la ejecución es uno de los aspectos en los que la serie Wolf Hall se ha mantenido fiel a la historia. El temido Thomas Cromwell, ministro principal de Enrique VIII y uno de los principales orquestadores de los cargos en contra de Ana, fue testigo directo de la decapitación.
En la representación televisiva, Mark Rylance interpreta a Cromwell y aparece observando en silencio el acto, acompañado por su hijo, mientras Ana es decapitada frente a él. Aunque la serie muestra a Cromwell sin ninguna expresión emocional, históricamente su presencia fue un símbolo de poder, reflejando su victoria en la batalla política que había librado para asegurar la caída de Ana.
Entre otros presentes en la ejecución estuvieron también varios de los enemigos de Ana, como el Duque de Suffolk, Henry Fitzroy y Thomas Audley, lo cual coincide con la recreación de la escena en la serie y refuerza la representación de un juicio en el que las alianzas políticas fueron decisivas para el desenlace fatal de Ana.
Un detalle sobre la escena es la figura del verdugo, que la serie presenta correctamente como un francés contratado especialmente para la ejecución, quien realiza el acto de forma rápida y sin errores. Este aspecto, que fue fielmente representado en Wolf Hall, destaca el contraste con otras ejecuciones de la época, especialmente con la de María, reina de Escocia, cuya decapitación fue mucho más brutal debido a los fallos del verdugo.
La rapidez y precisión del golpe, que en el caso de Ana fue logrado en un solo intento, hizo que su muerte fuera un proceso menos doloroso dentro de lo que cabe esperar en una ejecución. Sin embargo, en la serie el verdugo aparece casi indiferente, en contraste con los relatos históricos que sugieren que este habría pedido perdón a Ana por su tarea y que se vio visiblemente afectado por la valentía de la reina.
El contexto político en el que se dio la ejecución de Ana Bolena añade una profundidad compleja a este momento. Enrique VIII, determinado a asegurar un heredero varón y frustrado por la incapacidad de Ana para darle uno, había optado por acabar con su matrimonio y buscar una nueva esposa. La serie Wolf Hall introduce a Jane Seymour en la historia de manera simultánea a la ejecución, resaltando que Enrique ya estaba comprometido con ella al momento de la muerte de Ana.
El matrimonio oficial con Seymour no ocurrió hasta días después, sin embargo la celeridad de este nuevo compromiso evidencia el poco valor que Enrique le daba a la relación con Ana en sus últimos días y subraya la brutalidad del contexto político de la corte. Por su parte, Cromwell, quien había sido un aliado clave de Ana en el pasado, orquestó su caída como parte de un cambio de alianzas en el cual buscaba asegurar su posición en la corte y apoyar las ambiciones del rey.
El final de Ana Bolena marcó el avance del poder de Cromwell, que después de este evento consolidó su influencia en el gobierno inglés. Su personaje en Wolf Hall es presentado como un hombre que, tras salir fortalecido de la caída de Ana, continúa su ascenso político.
La serie ilustra cómo, a pesar de las amenazas internas y externas, la visión de Cromwell sobre una Inglaterra reformada y bajo un nuevo orden religioso continúa intacta, situando el evento de la ejecución de Ana no solo como un momento trágico en la vida personal del monarca sino también como un hito en la transformación de Inglaterra hacia un régimen de poder absoluto sustentado en la reforma religiosa y la centralización del poder en la figura del rey.