Las zapatillas de rubí de El mago de Oz, usadas por Judy Garland en su papel de Dorothy Gale en 1939, han alcanzado un estatus legendario en la historia del cine. Estos zapatos simbolizan mucho más que un simple accesorio; representan la inocencia, el valor y la travesía de un personaje que sueña con un hogar. Desde el momento en que Dorothy hace clic con los talones y pronuncia la famosa frase “no hay lugar como el hogar”, las zapatillas se consolidan como un icono de esperanza y retorno. Su intenso brillo rojo y su inconfundible diseño las hicieron inolvidables para generaciones de espectadores, mientras que su destino en el mundo real estuvo marcado por eventos sorprendentes.
Creación y diseño de las zapatillas de rubí
Los zapatos originales fueron creados especialmente para la película de 1939. Se trataba de un par de tacones falle de seda roja fabricados por Innes Shoe Co. Para dotarlos del brillo especial que evocaba la magia del mundo de Oz, se cubrieron con un tejido de georgette de seda adornado con lentejuelas rojas cosidas a mano, logrando el efecto luminoso que distinguió a los zapatos en la pantalla. La suela fue pintada de rojo y reforzada con fieltro naranja en la punta delantera para evitar el desgaste. Además, cada zapato se fabricó con un lazo hecho de tela de bucarán cortado a mano, bordeado de diamantes de imitación y decorado con cuentas de corneta alrededor de tres piedras preciosas, que le daban un aspecto majestuoso y adecuado para la Tierra de Oz.
Con el tiempo, los zapatos pasaron a ser no solo un símbolo cinematográfico, sino también una pieza de colección de gran valor, dada la fascinación mundial que generó la película y su legado en la cultura pop. De los varios pares creados para la producción, solo cuatro se reconocen como auténticos, lo que aumenta su exclusividad y valor en el mercado.
En 2005, las famosas zapatillas de rubí se convirtieron en el centro de una historia de intriga cuando fueron robadas del Museo Judy Garland en Grand Rapids, Minnesota, la ciudad natal de la actriz. Este museo, que exhibe objetos y recuerdos relacionados con la vida de Garland, había recibido las zapatillas en préstamo de Michael Shaw, un coleccionista privado que las había adquirido en 1970. Las zapatillas estaban expuestas en una vitrina de seguridad, resguardadas debido a su enorme valor simbólico y económico, pero eso no fue suficiente para evitar el robo.
El hurto se produjo de manera sorpresiva: en plena madrugada, el ladrón destrozó la puerta de entrada y rompió la vitrina que protegía el par de zapatos. La desaparición de las zapatillas provocó conmoción entre los fanáticos de El mago de Oz y los coleccionistas de recuerdos de Hollywood, que vieron cómo uno de los objetos más emblemáticos de la historia del cine se desvanecía en la oscuridad. Para el museo, la pérdida fue especialmente dolorosa, ya que el robo afectó profundamente su misión de preservar y compartir la memoria de Judy Garland con el público.
En los años siguientes, la investigación para recuperar las zapatillas avanzó con lentitud. A pesar de los esfuerzos de las autoridades, no se lograrán obtener pistas concluyentes sobre su parada inmediata. Durante más de una década, el par de zapatos permaneció oculto, aumentando su leyenda y misterio.
En 2018, después de tres años de misterio y especulación, las icónicas zapatillas de rubí de El mago de Oz fueron finalmente recuperadas gracias a una operación del FBI. El hallazgo fue inesperado y ocurrió en el contexto de una investigación por fraude y extorsión que involucraba a la Markel Corporation, la compañía propietaria legal del calzado. Este giro insospecchado permitió a las autoridades rastrear las zapatillas hasta Minneapolis, donde estaban ocultas.
El FBI anunció el descubrimiento de los zapatos en un comunicado de prensa, subrayando que la operación fue el resultado de una investigación compleja que involucró múltiples departamentos y la colaboración de expertos en recuperación de arte. Las zapatillas de rubí se habían convertido en uno de los objetos más buscados en el ámbito del coleccionismo cinematográfico, y su reaparición fue recibida con sorpresa y alivio por los seguidores de la cultura pop y los admiradores de Judy Garland.
La recuperación de las zapatillas también reavivó el interés en el robo original y puso en marcha una nueva fase de la investigación para esclarecer quién había sido responsable del hurto. El valor simbólico de estos zapatos y su lugar en la historia del cine continuaban ejerciendo una influencia profunda en la opinión pública y en el trabajo de las autoridades.
El autor del audaz robo en el Museo Judy Garland fue identificado como Terry Jon Martin, un hombre vinculado a actividades delictivas y descrito como un “ex mafioso reformado”. Martin, quien ya contaba con antecedentes penales y experiencia en el crimen organizado, confesó en 2023 haber robado las zapatillas de rubí en 2005. Según declaró, la motivación detrás del robo fue la promesa de realizar “un último gran golpe”, alentado por un ex compañero de la mafia, quien también le hizo creer que los zapatos estaban adornados con auténticas joyas.
Para cometer el robo, Martin destrozó la puerta del museo y la vitrina que protegía las zapatillas, un acto que demostró la precisión y la frialdad propias de su experiencia en el mundo del crimen. Sin embargo, su vida en la clandestinidad con los zapatos icónicos no duraría para siempre. La fama del objeto robado y el simbolismo que representaba hizo que las autoridades nunca abandonaran la búsqueda, y el FBI eventualmente logró localizar las zapatillas y asociar a Martin con el crimen.
En mayo de 2023, Martin se enfrentó a cargos formales en el Tribunal de Distrito de Estados Unidos en Minnesota. Aunque se había mantenido alejado de la vida criminal, su pasado volvió a atraparlo en este último capítulo. Su confesión y posterior proceso legal confirmaron su responsabilidad, cerrando así una etapa importante en la historia de las zapatillas de rubí.
Martin fue acusado formalmente en el Tribunal por el robo de las célebres zapatillas de rubí de El mago de Oz. La acusación incluyó el cargo de “robo de obras de arte importantes”, un delito considerado grave dada la relevancia histórica y el alto valor de las zapatillas. El caso atrajo atención mediática debido tanto a la fama del objeto robado como al perfil de Martin, quien había vivido durante años fuera del radar de las autoridades.
En octubre de 2023, Martin se declaró culpable, admitiendo su papel en el robo y sus originales intenciones de vender los supuestos “rubíes” de las zapatillas, creyendo que contenían piedras preciosas reales. La sentencia le impuso un año de libertad condicional y una multa de aproximadamente 23.000 dólares en restitución al Museo Judy Garland en Minnesota. A pesar de la expectativa de una pena más severa, el juez consideró varios factores, incluido el tiempo que había pasado desde el robo y el hecho de que Martin había dejado la actividad criminal durante muchos años.
Con esta sentencia, se cerró un capítulo en la prolongada historia del robo y recuperación de uno de los objetos más icónicos del cine estadounidense. Las zapatillas de rubí, ahora recuperadas y restauradas, quedaron listas para una nueva fase: su subasta, donde alcanzarían un valor aún mayor debido a su historia única y accidentada.
Tras su recuperación y el proceso judicial contra Martin, las famosas zapatillas de rubí de El mago de Oz han sido puestas a la venta en una subasta organizada por Heritage Auctions. Este evento ha generado una gran expectación en el mundo del coleccionismo, ya que se trata de uno de los pocos pares originales que usó Judy Garland en la película de 1939, y de uno de los objetos más icónicos en la historia de Hollywood.
El precio de salida inicial de las zapatillas se fijó en 812.500 dólares, y se espera que las ofertas mínimas incrementen en 12.500 dólares. La subasta se extenderá hasta el próximo 7 de diciembre. Este par específico de zapatos, perteneciente al coleccionista Michael Shaw antes del robo, es conocido como “el par hermano” de las zapatillas que actualmente exhibe el Instituto Smithsonian, lo que aumenta su prestigio y valor.
El calzado, adornado con lentejuelas rojas y detalles minuciosos en diamantes de imitación y cuentas de corneta, refleja el arte y la historia de una era dorada del cine. Para muchos, estos zapatos no solo representan un pedazo de El mago de Oz, sino también la esencia de Hollywood. La combinación de su valor histórico, su fama y el relato casi novelesco de su robo y recuperación, ha elevado el atractivo de este par de zapatillas, que probablemente alcance un precio final aún mayor debido a la fascinación que sigue despertando en coleccionistas y fanáticos de todo el mundo.